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A las 8 am en Europa, a Joe Biden y Donald Trump les separa un escaso 1% de los votos. ¿Cómo se resolverá la elección? Photo: Andina
A las 8 am en Europa, a Joe Biden y Donald Trump les separa un escaso 1% de los votos. ¿Cómo se resolverá la elección? Photo: Andina

Elecciones 2020: El espejismo europeo de que la victoria de Biden era cosa hecha

“Los periodistas no hemos entendido a Estados Unidos”, un clamor de disgusto y confusión se alza en Europa.

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Ha sido una noche muy larga para la mayoría de los comentaristas y periodistas europeos que están siguiendo minuto a minuto las elecciones hasta el amanecer y, por supuesto, mucho más para sus enviados especiales en Washington y otras ciudades de Estados Unidos. 

Si al inicio del 3 de noviembre y embebidos por las encuestas y cierta bola de nieve mediática, la victoria del demócrata Joe Biden iba a ser holgada -un paseo a caballo-, hacia las seis de la mañana del 4 de noviembre, periodistas internacionales de prestigio como Ramón Lobo, que había vaticinado que Estados Unidos se estaba jugando la democracia si ganaba Trump, hacían examen de conciencia en la televisión.

“Los periodistas debemos reflexionar -ha dicho Lobo-, porque ahora veo que no hemos entendido a Estados Unidos”.

El reportero internacional y escritor se refería al escaso margen que separaba a ambos candidatos, cuando la victoria de Trump en Florida ya se habían anunciado. 

A las 8 am del 4 de noviembre, el escrutinio de votos sitúa al demócrata Biden con un resultado de 225 votos en relación a los 213 de Trump, un escaso margen de un 1,4%. 

Eso no son los 7 puntos de ventaja del demócrata que la prensa internacional anunciaba a bombo y platillo la pasada semana, a pesar de algún escaso artículo donde los expertos alertaban de un posible vuelco electoral de última hora. 

Mientras algunos periodistas señalan ahora que el programa del demócrata Biden peca de inconcreto y que se basa en su oposición a todo lo que representa Trump, otros analistas políticos extranjeros afirman que en realidad la economía estadounidense no se ha hundido durante el tiempo de pandemia como lo han hecho las economías europeas e incluso sacan a colación que el voto latinx no es tan demócrata como se pensaba y que está en parte influido porque el desplome económico vaticinado no ha sido ni tan duro ni tan agrio en el país. Aunque, por supuesto, no se ha tomado en cuenta que a una economía que resiste no le acompaña una mejor calidad de vida, especialmente cuando el sistema sanitario está desbodado por los cuantiosos casos de COVID, en el centro de los cuales están las vidas marrones y negras. 

Tal vez por las ganas de ver a un demócrata conciliador en el poder cuyo discurso se modere y no vaya haciendo temblar al mundo con presiones arancelarias, negacionismos climáticos y comentarios racistas e inapropiados, o por el empuje de movimientos civiles como Black Lives Matters, la prensa se ha visto en este particular espejismo de que la mayoría de los norteamericanos desean una amplia progresía y aires de cambio.

Empiezan a sonar trompetas internacionales y se pone en duda el liderazgo de Joe Biden en comparación al magnetismo y la contundencia de su antecesor, Barack Obama. 

¿Conocemos realmente cómo es y cómo siente el pueblo norteamericano?, se preguntaba Ramón Lobo. ¿Hemos visto la realidad o sólo lo que queríamos ver?

Nuevamente, el electorado no se divide en colores, ni tampoco en razas o identidades. Es más complejo, le mueven muchas cosas y puede que, como ocurre en la mayoría de países, haya un voto silencioso que apoya la extrema derecha y lo haga con disimulo, sin atreverse a alzar la voz pero sí la papeleta en tiempos tan convulsos como los que vive el país. 

Todavía no está todo dicho en estas elecciones históricas, pero no hay duda de que sacaremos una lección de valor independientemente de que el resultado sea azul o, como muchos temen en Europa, morado.