Miles de imágenes han recorrido el mundo entero, donde los venezolanos se enfrentan con escudos de cartón contra la Guardia Nacional, en un intento desesperado por cambiar de gobierno y salir de una llamada “crisis económica”.

Los más escépticos siguen pensando que es un intento de intervención extranjera, con la melancolía de creer que la famosa Operación Cóndor estadounidense sigue vigente, y que la Revolución Bolivariana del chavismo es el modelo ideológico anti-capitalista, fantasía comunista que tantos quisieran ver instaurado en países incluso del viejo continente.

Pero, si el sueño de Chávez era real, ¿por qué más de 52.000 venezolanos prefieren abandonarlo todo que quedarse viviendo en “socialismo”?

La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha alertado que durante los primeros meses del año 2017, hasta 52.000 venezolanos presentaron solicitudes de asilo en el mundo entero. “Estos datos representan sólo una fracción del total de venezolanos que pueden necesitar protección internacional”, aseguró la agencia.

Según un informe de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), Venezuela fue el principal país de procedencia de las peticiones de asilo en el país europeo durante el 2016, con una suma de 3.960 peticiones, “una cifra muy relevante si se compara con los 596 venezolanos que pidieron asilo en 2015”, reportó el diario El Mundo.

Como continúa el informe de ACNUR, los números son similares en otros destinos. 300.000 venezolanos en Colombia, 40.000 en Trinidad y Tobago y hasta 30.000 en Brasil, podrían estar en las mismas circunstancias de desplazamiento, “dado que muchos no se registran como solicitantes de asilo, a pesar de que indican haber huido de la violencia y la inseguridad, así como a causa de la imposibilidad de satisfacer sus necesidades diarias de subsistencia”.

Las cifras puntuales de solicitudes de asilo se encuentran en el siguiente orden:

• Estados Unidos (18.300)
• Brasil (12.960)
• Argentina (11.735)
• España (4.300)
• Uruguay (2.072)
• México (1.044)

Actualmente, ACNUR ha decidido reforzar su respuesta ante el aumento de casos de venezolanos que solicitan asilo, trabajando en conjunto con los gobiernos locales para “reforzar el registro y la identificación de perfiles, la capacidad de acogida y la provisión de ayuda humanitaria básica”.

Este tipo de respuesta se debe a las graves condiciones en las que llegan los desplazados venezolanos y el riesgo que corren al integrarse a comunidades sin el apoyo requerido. Según la agencia, “en algunas áreas, grupos armados y bandas criminales explotan a los venezolanos recién llegados y a la población local”.

Un reportaje de la BBC, demostró las condiciones en las que llegan los venezolanos a Boa Vista, en Brasil, al huir de la crisis. Más de 6.000 venezolanos solicitaron asilo en la pequeña ciudad al norte de Brasil, escapando de la crisis y ofreciéndose a trabajar “en cualquier cosa”. La comunidad debió adaptar un gimnasio local como refugio, donde se alojan muchas familias, de mayoría indígena.

“Voluntarios y trabajadores de Defensa Civil, temen que el flujo de venezolanos seguirá aumentando y pronto ya no podrán ayudarlos a todos”, reportó Katy Watson al medio.

El caso de venezolanos en territorio estadounidense es también una tendencia “alarmante”. Según reportes nacionales, “ahora los venezolanos son los principales extranjeros que están pidiendo el asilo en Estados Unidos, incluso por encima de ciudadanos provenientes de China, México, Guatemala y El Salvador”, indicó CNN.

Más de 14.700 venezolanos buscaron asilo en Estados Unidos durante el año fiscal 2016, el equivalente a un aumento del 160% en comparación con el 2015, cuando apenas 5.605 personas con pasaporte venezolano aplicaron para el refugio.

Explicar la situación actual de un país que alguna vez fue considerado “la Arabia Saudita de América”, es complicado.

La bonanza petrolera con la que Hugo Chávez recibió al país en 1999, es cosa del pasado. Desde el 2008, la caída de los precios del petróleo, la malversación de fondos y la nacionalización irresponsable de las empresas nacionales, derivó en una deuda pública del 76% y una deuda externa del 69,9% del PIB. Sumado todo ello al bloqueo de divisas extranjeras – a través de un violento y desorganizado control cambiario – la escasez de productos comenzó a vaciar los anaqueles venezolanos de suministros fundamentales para sobrevivir (alimentos básicos y medicamentos).

Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la inflación venezolana llegó a 724% en el cierre del 2016, pronosticando que llegará a 1.660% en el 2017. Esta crisis económica ha causado que 9.6 millones de venezolanos tan sólo puedan comer dos o menos veces al día debido al desabastecimiento y a la devaluación del dinero, según la encuesta “Condiciones de Vida” ENCOVI 2016.

Simultáneamente, la violencia en manos de grupos paramilitares armados por el gobierno – conocidos como los Colectivos Chavistas – y la estructuración de un narcoestado por parte de los mandatarios del gobierno, ha transformado a Venezuela en uno de los países más violentos en el mundo.

Durante el 2016, el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV) estimó 28.479 muertes violentas, alimentadas por “la escasez de productos y de servicios” que han “fomentado la conflictividad en la sociedad”, lo que animó al surgimiento de un nuevo fenómeno: la aparición generalizada de la violencia por hambre.

Según el informe del OVV, Venezuela se ubica en el segundo lugar de los países con mayor violencia letal en el mundo, con una tasa de 91,8 muertes violentas por cada cien mil habitantes.

Para empeorar la situación, el sistema de justicia penal venezolano se vio invadido por la corrupción y la radicalización política, donde el partidismo y la militancia son la única vía de obtener un trabajo en el sector público.

Para un país acostumbrado a la bonanza, a la apertura internacional y a ser el destino de tantos inmigrantes, la inversión de las circunstancias en tan corto tiempo ha sido el capítulo más oscuro en su historia democrática.

No, antes de la Revolución Bolivariana, Venezuela no era precisamente un paraíso político, pero es esta la primera vez en su historia en la que tantos venezolanos prefieren engavetar sus títulos universitarios y trabajar “en cualquier cosa” en otro destino, que seguir en el país que todos conocían como “el secreto mejor guardado del Caribe”.