Luego de cuatro duros años de un ciclo hiperinflacionario que ha ahogado a la economía venezolana, los expertos y el Banco Central de Venezuela, BCV, anunciaron esta semana que en el primer trimestre de 2022 se completará un año con inflaciones mensuales inferiores al 50 %, cifra técnicamente no considerada como hiperinflación. 

Aunque el gobierno de Nicolás Maduro es esquivo a reconocer públicamente este fenómeno en su debilitada y limitada economía, reduciéndose a culpar a los Estados Unidos, la recuperación, en medio de la pandemia, es motivo de orgullo para su administración.

A diferencia de otros casos similares, que se han limitado a un fenómeno monetario y a la debilitación de sus divisas, en Venezuela lo más crítico es la pérdida de su capacidad productiva, especialmente por los controles gubernamentales que han dejado escapar a los generadores de capital.

La fuga del capital humano es otra de las señales que exponen la gravedad de esta crisis económica, con más de seis millones de venezolanos que han abandonado su país por la imposibilidad de sostenerse, este recurso será uno de los más difíciles de recuperar, al tiempo que conduce a una destrucción de la demanda por dinero. 

La pobreza en el país chavista pasó de un 87 % en 2017 a 96 % en 2021, una consecuencia directa de la hiperinflación y el desempleo. A esto se le suma una contracción económica consecutiva durante ocho años, la cual, a pesar de las cifras del BCV, hará que Venezuela siga teniendo la inflación más alta en el mundo.

La desaparición virtual de su moneda, el bolívar, y la dolarización informal de la economía, como consecuencia natural de estos procesos de contracción monetaria, son una de las más serias secuelas de este fenómeno, pues sería el único país que adoptaría el dólar como moneda oficial tras un periodo hiperinflacionario. 

La liberalización de los precios, así como una inyección de divisas americanas para alterar artificialmente el tipo de cambio, ha generado una restricción total de créditos, medida que no permitirá un crecimiento significativo. 

Se espera que la administración de Maduro llegue a una serie de acuerdos para crear una seguridad jurídica que le permita llevar más inversionistas a su país, y de esta manera intentar rescatar a la economía más pobre de América Latina y la más rezagada del mundo. 

Varias firmas de análisis financiero apuestan por una contracción moderada para terminar el año, así como por un crecimiento leve si se le dan más herramientas al sector privado, un panorama que solo se despejará si se dan verdaderas flexibilizaciones en las políticas de Estado que conduzcan a un viraje económico de peso.