Francia amanece con el corazón roto tras el incendio de Notre Dame
La imagen del techo en llamas del edificio icónico ha golpeado fuertemente al país europeo, en un momento en el que los simbolismos son cada vez más…
LYON.- Poco después del mediodía todos los teléfonos franceses sonaban al unísono. “¿Has visto lo de París?”, “¿Qué sucede en Notre Dame?”
Las preguntas comenzaron a circular con ese hilo de ansiedad que pintan las comunicaciones internacionales entre seres queridos después del 11 de septiembre del 2001.
Las imágenes de lenguas rojas comiéndose el techo de la catedral medieval eran trágicamente hipnotizantes. Al abrir las ventanas, como quien busca alguna prueba a casi 500 kilómetros de distancia, la ciudad estaba en silencio, entrecortada por audios lejanos de la misma noticia que se escuchaba en todas partes.
Nuevamente éramos todos testigos de la destrucción gracias a la realidad televisada.
El incendio no había sido intencional.
La dirección regional de la policía judiciaria en París aseguró haber abierto una investigación bajo el estatuto “destrucción involuntaria por incendio”, después de que se generara una combustión en los andamios de restauración del edificio poco después el mediodía.
Varias centenas de bomberos intentaron contener las llamas bajo el riesgo de que la techumbre entera sucumbiera sobre ellos. Seis horas después, el cielo de París estaba marcado con una enorme nube negra, y en sus calles los transeúntes seguían paralizados y compungidos.
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Poco antes de las 8 de la tarde, vimos todos como la emblemática aguja de Viollet-le-Duc colapsaba envuelta en llamas, y el país entero ahogaba un grito.
Los iconoclastas restaban importancia al hecho de que “se quemara una iglesia” en pleno siglo XXI, mientras la mayoría de los franceses veía en tiempo real cómo uno de sus símbolos históricos más importantes se desfiguraba para siempre.
Nuestra Señora de París no es sólo uno de los logros escultóricos más icónicos en la historia de la humanidad – con su bóveda de crucería, rosetones impresionantes y gárgolas que inspiraron a Víctor Hugo y a su Jorobado – sino también fue escenario incólume de momentos como la coronación de Enrique VI de Inglaterra en 1429, la coronación de Napoleón en 1804 o la beatificación de Juana de Arco.
Notre Dame está imprentada en el imaginario colectivo, y representa el alcance de la humanidad, para bien o para mal.
El presidente de la República Francesa, Emmanuel Macron, junto a varias familias poderosas del país, han propuesto una iniciativa de recolección de fondos para “reconstruir la Catedral, todos juntos”.
Su desfiguración se une así a la destrucción del Templo de Bel en Palmyra (Siria) en el 2015, del museo de Mosul en el 2017 y al incendio del Museo Nacional de Brasil en el 2018, como terribles hitos en lo que pareciera ser el siglo en el que el hombre insistió en borrar su historia.
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