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'Autorretrato', Desierto de Sonora, Mexico, 1979
Autorretrato, Desierto de Sonora, Mexico, 1979

Graciela Iturbide: un referente de la fotografía latinoamericana

Una nueva exposición en la Fondation Cartier París muestra la obra más importante de la artista mexicana, que este año cumplirá 80 años.

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Del 12 de febrero al 29 de mayo de 2022, la Fondation Cartier pour l'art contemporain de París presenta Heliotropo 37, la primera gran exposición dedicada a la fotógrafa mexicana Graciela Iturbide en Francia, que abarca obras desde los años 70 hasta la actualidad.

Graciela Iturbide es una figura importante de la fotografía latinoamericana. Durante más de cincuenta años, ha creado imágenes que oscilan entre un enfoque documental y una mirada poética.

"He buscado la sorpresa en lo ordinario, un ordinario que podría encontrar en cualquier parte del mundo", dice la artista, citada en el catálogo de la exposición.

Iturbide, que este año cumple 80 años, se hizo famosa por sus retratos de los indios seris del desierto de Sonora y de las mujeres de Juchitán, así como por su trabajo fotográfico en torno a las comunidades y tradiciones ancestrales de México.

Por otro lado, su arte también aporta una atención casi espiritual a los paisajes y objetos.  Esta oscilación entre un enfoque documental y una mirada poética son la esencia de su obra. 

"En última instancia, creo que la fotografía es un ritual para mí. Salir con mi cámara, observar, captar la parte más mítica del hombre, y luego entrar en la oscuridad, revelar, elegir el simbolismo", afirma, citada en el catálogo de la exposición.

Para esta exposición, la artista abre las puertas de su estudio en la calle Heliotropo 37, en Coyoacán, Ciudad de México, una obra maestra de la arquitectura de Mauricio Rocha, quien también se ha encargado de la escenografía de la exposición. 

Heliotropo 37 reúne más de 200 imágenes, desde sus fotografías más icónicas hasta su producción más reciente, así como una serie en color creada especialmente para la exposición.

Graciela Iturbide se inició en la fotografía en los años 70 junto a Manuel Álvarez Bravo (1902-2002). Convertido en su mentor, lo siguió en sus viajes a pueblos y fiestas populares mexicanas, donde lo observó buscando el lugar adecuado, esperando que algo sucediera, prácticamente invisible, sin molestar a nadie, para luego fotografiar todo lo que le interesaba. Además de mentor, Álvarez Bravo compartió con ella su sensibilidad y su visión humanista del mundo.

Al margen de las fotografías que hicieron famosa a la artista, la exposición Heliotropo 37 revela su reciente producción fotográfica, poco exhibida hasta ahora. Con el paso de los años, las imágenes de Graciela Iturbide se han despojado de cualquier presencia humana y su atención se ha dirigido a los materiales y las texturas, revelando el vínculo metafísico que une a la artista con los objetos, la naturaleza y los animales.

Los paisajes se han convertido en su principal fijación en los últimos veinte años. A finales de la década de 1990, Graciela Iturbide viajó por Luisiana y estudió los paisajes desolados del sur de Estados Unidos. En 2000 y 2010, continuó su búsqueda de objetos y símbolos en la India e Italia, fotografiando carteles publicitarios, montones de zapatos y cuchillos en escaparates, y recientemente viajó a Lanzarote, España, para capturar la esencia de la isla volcánica. 

En 2021, por iniciativa de la Fundación Cartier, Graciela Iturbide viajó a Tecali, un pueblo cercano a Puebla, en México, donde se extraen y tallan el alabastro y el ónice. En un hecho poco habitual en su carrera, abandonó el blanco y negro en favor de la fotografía en color para captar las piedras rosas y blancas en contraste con el cristalino cielo azul.