Ahora mismo Quito es sede de la décimo segunda versión del Foro Mundial sobre Migración y Desarrollo. Este foro es un encuentro multilateral impulsado por el OIM que busca facilitar el diálogo entre organismos internacionales, gobiernos de todas las regiones y el sector privado con el fin de adoptar estrategias frente a un tema que toca todo el globo: la migración.

El foro tiene tres grandes ejes temáticos: la generación de respuestas coordinadas que permitan la protección de derechos, comunicación con los migrantes y narrativas públicas sobre la migración y la movilidad humana como parte de las estrategias de desarrollo rural y urbano.

Los puntos sobre respuestas coordinadas y movilidad humana como para de las estrategias de desarrollo están relacionadas con una de las preguntas centrales para este encuentro y es ¿cómo apoyar a los países receptores de grandes cantidades de migrantes y cómo convertir este flujo en una posibilidad de desarrollo y no en una carga?

Es por esto que la migración venezolana estará en el centro de la discusión, pues los países que han recibido la mayor parte de la migración no están preparados para acoger debidamente a tantas personas.

Ese es el caso, por ejemplo, de Colombia, que siempre ha tenido una fuerte historia de emigración, mas es la primera vez que recibe tantas personas. Según cálculos de la ACNUR y la OIM, a junio del 2019 habían emigrado más de 4 millones de venezolanos, de los cuales 1.3 millones habían emigrado a Colombia.

En cuando al volumen de migrantes acogidos por los otros países de la región, a Colombia le siguen Perú, con 768,000, Chile, con 288,000, Ecuador, con 263,000, Brasil, con 168,000 personas y Argentina, que ha recibido a 130,000 venezolanos.

Esta es una tendencia que probablemente continúe pues el gobierno de Nicolás Maduro no ha tomado medidas que permitan cambiarla, el 13 de enero Donald Trump ordenó la imposición de nuevas sanciones económicas contra Venezuela y Juan Guaidó, si bien es reconocido como presidente por casi sesenta países, no tiene ninguna gobernabilidad.

A la inercia del ya conocido deterioro económico del país, hay que sumar la estrategia adoptada en los últimos meses por el gobierno de Nicolás Maduro, como reportó el New York Times, consistente en concentrar los magros recursos del país en la capital lo que ha llevado a una pauperización cada vez mayor de las condiciones de vida en las zonas rurales y en los pueblos pequeños. 

Si las conclusiones de este encuentro llegan a ser implementadas con éxito, serán un respiro de alivio tanto para migrantes como para los países de acogida, pues es claro que no hay quién pueda afrontar esta crisis solo.