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Philadelphia 25th Police District
Capitán Javier Rodríguez (centro), teniente Pedro Rosario (derecha), sargento Paul Pérez (izquierda), y los oficiales Albor Cruz (servicios comunitarios) y Zoraida Charón (atención a víctimas), atrás. Fotos: Peter Fitzpatrick/AL DÍA News

Estos son los latinos al mando del Distrito 25 de Filadelfia

Veinte años después de que la Comandancia del distrito 25 de Filadelfia estuviera por primera vez a cargo de un policía latino, un grupo de experimentados…

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Caminar por ciertas partes del Norte de Filadelfia es como darse un paseo por las peores calles de Latinoamérica. Aquí, como allá, la pobreza define hasta la manera como la gente sonríe, las esquinas vomitan drogadictos de todas las edades y todas las descendencias, y las bandas narcotraficantes emplean a niños para ejercer control sobre vecindarios enteros a plena luz del día. 

No es una coincidencia que en lo que va corrido del año, el sector entre Broad Street y Kensington Avenue (a la altura de Lehigh Av. y Roosevelt Boulevard) sea uno de los más violentos de la ciudad. Según se desprende de un reporte del Departamento de Policía (con corte al 30 de abril), el alto índice de asesinatos, abusos sexuales, asaltados agravados, robos a manos armada y crímenes relacionados con el tráfico de drogas, hacen del distrito 25 una auténtica ‘papa caliente’ para cualquier autoridad.

Y no es para menos, este distrito es número uno en al menos dos estadísticas criminales con incidencia directa en la percepción de seguridad de sus 70.000 habitantes. Durante el primer trimestre del año, en este sector se registró una quinta parte de los 103 asesinatos cometidos y 230 asaltos agravados de los 2.294 ocurridos en la ciudad. Eso sin contar los 28 casos de acceso carnal violento, los 63 robos a mano armada, los 290 casos de tráfico de drogas y los 89 hurtos en propiedad privada reportados hasta ahora.

Pese a que este panorama no es nuevo para nadie, no deja de ser preocupante que el Norte de Filadelfia, (hogar de la comunidad hispana más grande de la ciudad) sea también epicentro de muchos males: desde la pobreza extrema que agobia a miles de familias, hasta la epidemia de opioides que ha convertido a este lugar en el “mercado de heroína más grande de la Costa Este del país”, según la DEA.

La situación del 25 exige la puesta en marcha de medidas integrales que le apunten a reducir la tasa de criminalidad y la venta y consumo de drogas. En este aspecto, un aumento del pie de fuerza policial es sin duda deseable, pero no suficiente. Para reconstruir la percepción de seguridad y bienestar, comunidades tan fragmentadas y vulnerables como la de Norte de Filadelfia necesitan recuperar la confianza en las autoridades y quiénes mejor que sus propios hijos para llevar a cabo ese trabajo.

Philadelphia 25th Police District stats

Quizá es por ello que hace dos meses la comandancia del Distrito 25 del Departamento de Policía es liderada por un grupo de oficiales latinos que conocen sus calles, sus gentes y sus problemas como ningún otro policía de la ciudad. Se trata del capitán Javier Rodríguez, el teniente adjunto Pedro Rosario y el sargento Paul Pérez; todos latinos, todos de Filadelfia.

Javier Rodríguez fue ascendido al rango de capitán y nombrado comandante del Distrito 25 en marzo pasado; es un latino filadelfiano que conoce estas calles como la palma de su mano. Hijo de una familia boricua, creció en el sector de Kensington y Fairhill. En 1996 se unió al Departamento de Policía, pasó sus primeros años como oficial asignado al distrito 24, después fue ascendido a sargento e hizo parte de los equipos antinarcóticos que operaban en los distritos 24 y 25. Luego fue promovido a teniente y trasladado al distrito 18, en University City. Este año, Rodríguez volvió al 25 estrenando rango y una tarea difícil de lograr: devolverle la tranquilidad a los habitantes del lugar.

Su equipo administrativo está conformado por el teniente adjunto Pedro Rosario, otro filadelfiano que creció en el sector de Fairmount y que pasó sus primeros 10 años como policía asignado al distrito 25. Luego de pasar siete años como sargento en el distrito 6, volvió al 25 en 2012 donde desempeñó labores en el turno de la noche. Rosario es la mano derecha del capitán Rodríguez para todo lo que tiene que ver con el liderazgo y supervisión de las operaciones policiales. Es bilingüe y cree en la comunicación como arma principal para la prevención del crimen.

El tercero de los oficiales latinos al mando de la estación es el sargento Paul Pérez, con 18 años en la institución —11 desarrollando tareas de inteligencia en la unidad antinarcóticos de la Policía— este latino de North Philly es el hombre encargado de la logística interior de la estación: desde el despliegue de 225 oficiales —64 de ellos hispanos— entre los sectores de North Philly, Juniata Park y Fairhill, hasta el control del presupuesto.

El Distrito 25 de Filadelfia tiene una población de 70.000 habitantes, 225 oficiales de policía (64 de ellos son hispanos).

Esta es la primera vez que el Distrito 25 cuenta con un equipo administrativo cuyo origen está íntimamente ligado con la comunidad: El capitán Rodríguez y el sargento Pérez nacieron y crecieron en las mismas calles que hoy patrullan; el teniente Rosario creció en Fairmount, pero ha desarrollado la mitad de su carrera profesional en estas calles. 

Ese contexto y esa historia es sin duda alguna el arma secreta con que los policías del 25 planean hacerle frente a la delincuencia.

El legado de Meléndez

José Meléndez

Si bien la pobreza y la delincuencia han estado presentes durante décadas en el Norte de Filadelfia, ha sido la capacidad de trabajo y el sentido comunitario de sus habitantes lo que ha marcado la historia de ese sector.

Fue en los barrios del Norte donde nacieron las organizaciones hispanas más importantes de Filadelfia. Es dentro de los vecindarios latinos donde se engendró la resistencia comunitaria a la segregación y desde donde muchos hispanos abrieron caminos para escapar de la falta de oportunidad, la violencia y la drogadicción.

Uno de esos caminos dirige al Departamento de Policía de Filadelfia. Desde ahí, varios de esos hispanos que crecieron viendo cómo la calle se tragaba a familiares y amigos, han dedicado su vida a luchar para darle un giro definitivo a ese estado de cosas. Uno de los más recordados es el exinspector de la Policía José Meléndez, quien en 1994 fue el primer latino ascendido al rango de capitán y asignado como comandante del 25. 

El suceso, registrado por AL DÍA News como un modesto avance de la comunidad hispana en términos de representatividad (cuando los latinos representaban cerca del 8 por ciento de la población), fue insuficiente: aunque Meléndez cumplió un papel destacado al frente de la comandancia, gracias a lo cual fue ascendido a inspector de la Policía, tuvieron que pasar 20 años para que otro hispano ocupara el mismo cargo. ¿Eso refleja la participación hispana en la ciudad? Quizá no, pero sigue siendo un avance.

En la actualidad, el Departamento de Policía de Filadelfia cuenta con 6.285 oficiales, de los cuales 527 son de origen hispano (8.4 por ciento del total).

Para el teniente Rosario, el que por primera vez el distrito esté a cargo de un equipo de latinos es un motivo de orgullo y una gran oportunidad para involucrar a los residentes en la lucha contra la delincuencia.. 

“El volumen de crimen aquí es muy alto. Los delitos relacionados con el tráfico de drogas son muy complejos. Lo importante aquí es entender que la policía no va a solucionar los problemas sola, la solución la tiene la comunidad. Lo que tenemos que hacer nosotros es ser los guardianes, asegurarnos de que nada malo le pase a la gente que trata de recuperar sus barrios”, asegura.

En el mismo sentido se expresa el sargento Pérez, quien resalta el significado de que cada vez más hispanos estén ocupando cargos claves en la ciudad: “Creo que es un acierto asignar oficiales de  la policía a comunidades donde pertenecen. Para mí es una bendición poder servirle a una comunidad que me conoce y de la que he sido parte toda mi vida; eso facilita mucho mi trabajo”.

AL DÍA News habló con estos tres policías latinos para saber cómo ven y entienden los problemas del sector y cuáles son las acciones que llevarán a cabo para construir relaciones de confianza con la comunidad y recuperar la seguridad del norte de la ciudad.

Capitán Javier Rodríguez, comandante del Distrito 25
 
Captain Javier Rodriguez, Philadelphia 25th Police District
Cuando fue asignado a este distrito, ¿cuál fue el primer pensamiento en su mente?

Me alegré mucho. Si alguien quiere ser un oficial de la policía, este es el lugar donde quiere estar. Lo digo porque debido a la cantidad de llamadas y al tipo de operaciones que desarrollamos, nuestros oficiales aprenden mucho más rápido que en cualquier otro lugar.

¿Cómo lo recibió la comunidad?

Muy bien. Debo decir que algunos miembros de la comunidad tienen grandes expectativas, pero lo cierto es que no pongo esas expectativas solo en mí, sino en todo mi equipo. Claro, si me va bien o no, será por cualquier motivo, menos por mi apellido. 

¿Cómo ha sido para usted liderar este distrito y tratar de ayudar a la comunidad a tratar de superar, el crimen y la pobreza?

Ha sido una experiencia especial, sobre todo porque conozco las dificultades por las que atraviesan muchas personas aquí. He tenido la oportunidad de conocer un montón de organizaciones cada vez que asisto a reuniones con la comunidad y la verdad es que no mucha gente conoce los servicios y las ayudas que existen a nivel de la administración municipal y de organizaciones sin ánimo de lucro. 

En ese sentido, lo que trato de hacer es facilitar hasta donde puedo que quienes necesitan ayuda puedan acceder a los servicios que se ofrecen en la ciudad. Tengo buen entendimiento de las situaciones que muchas personas viven en el barrio; cuando estuve asignado al grupo de narcóticos pude darme cuenta del nivel de pobreza que hay al interior de muchos hogares: desde la total falta de comida hasta la carencia de sistema de calefacción. Por eso creo que el trabajo de la policía también es el de servir de puente entre la comunidad y los servicios que se ofrecen para mejorar la calidad de vida de todos.

¿Está la comunidad dispuesta a ayudar y tratar de hacer una diferencia en los vecindarios del Distrito 25?

Tenemos excelentes grupos comunitarios. Ellos son los verdaderos héroes acá, porque mientras nosotros trabajamos en nuestras oficinas, ellos enfrentan la delincuencia todos los días.

Déjeme aprovechar esta pregunta para tratar un aspecto preocupante: Uno de los problemas que tenemos en materia de seguridad se da dentro de la comunidad inmigrante. Debido a la situación política, muchos prefieren no denunciar cuando son víctimas de algún robo; y sin denuncia nosotros no podemos hacer nada. 

Los inmigrantes deben saber que a nosotros no nos interesa su estatus legal en el país, sino que se sientan seguros, que puedan enviar a sus hijos a la escuela sin ningún temor. Pero para ello es necesario que denuncien cada vez que son víctimas de un crimen, de esa manera nosotros podemos hacer nuestro trabajo, que es atrapar criminales, no inmigrantes. 

¿Cuáles son los principales problemas que inciden en la tasa de criminalidad del Distrito 25?

Los crímenes violentos, homicidios, tiroteos y todo lo relacionado con el tráfico de drogas, que es lo que genera delincuencia en este distrito. Tenemos un montón de ventas de drogas al aire libre y es probablemente peor que muchos lugares de la Costa Este porque todo se concentra aquí, en el Norte de Filadelfia. Usted puede ir a otras partes de la ciudad y ver una que otra esquina (punto de expendio de drogas), pero nada tiene comparación con lo que sucede en el Norte de Filadelfia. Aquí hay incluso cuadras o bloques que tienen tres puntos de venta de drogas entre esquina y esquina. 

En este sector un oficial de la policía puede salir a atender una emergencia por una persona desaparecida y regresar a la estación con un arresto por distribución de drogas. Cualquier oficial puede salir a atender, digamos, una perturbación doméstica y ver que las drogas se venden a plena luz del día. 

También está el problema que el consumo de drogas le genera los barrios. Antes la gente venía a buscar sus drogas y se iba, ahora uno pasa por la intersección de Aramingo e Indiana, o por las vías del tren en Gurney Street y lo que se ve no es solo a personas locales consumiendo, también hay muchos que vienen de afuera, de los suburbios, y que están aquí viviendo en las calles. 

Si el problema es tan visible y está tan concentrado en ciertas calles, ¿por qué es tan difícil erradicarlo?

La verdad es que esto es algo que no sucedió de la noche a la mañana, es un problema que sucede hace décadas, desde la epidemia del crack de los años ochenta, y que desafortunadamente es lo que estimula la economía aquí. Por otro lado, hay mucha gente involucrada en el tema, hay incluso familias en las que hay miembros que no tienen nada que ver pero se hacen los de la vista gorda porque los familiares metidos en esa economía son los que consiguen el dinero para el hogar

Lo otro es que cada banda funciona como si fuera una empresa. la economía de la droga es un sistema orgánico. Nosotros podemos sacar de circulación de un expendedor de heroína, pero otro ocupará su lugar inmediatamente.

Si antes se podía comprar una rack entero, ahora no. Eso no significa que se haya disminuido la venta, sino que cuando empezamos a decomisar más cantidades y las mafias empezaron a perder dinero entonces optaron por vender en menor cantidad. Ahora los expendedores venden un par de paquetes de heroína, entregan el dinero y vuelven a vender. Es un sistema en el que todos tienen funciones definidas: uno vende, otro tiene el dinero, otro tiene la mercancía, otro las armas. Los errores que se comenten en un punto de venta, se aprenden y se corrigen rápido.

En ese sentido, ¿cuál es el mayor desafío para este distrito?

El mayor problema es que la delincuencia no se concentra en una sola área, al contrario, se extiende por todo el distrito, lo cual implica también que nosotros debemos repartir nuestros recursos.

Lo que tenemos que hacer es concentrarnos en aquellas zonas que son más violentas. Por ejemplo, si se presenta un aumento de tiroteos en lugares determinados, lo que hacemos es patrullar y vigilar esas zonas problemáticas; eso nos ayuda a prevenir el brote de más hechos de violencia. 

Sin embargo no es algo que se pueda frenar fácilmente. Por ejemplo, en este momento el distrito 25 registra el mayor número de homicidios en la ciudad. Tratamos de trabajar con la comunidad para que denuncien de manera anónima todos los incidentes que ocurren, pero muchas personas prefieren no hacerlo por miedo  a ser señalados como informantes.

¿De qué manera su comandancia lucha contra la epidemia de heroína en este sector?

Nuestros oficiales cuentan con entrenamiento para administrar Narcan (naloxone) en casos de emergencia y lo cierto es que han hecho un muy buen trabajo salvando vidas de muchas personas. Es importante saber y entender que la mayoría de drogodependientes no buscó volverse adicta, simplemente fueron víctimas de las circunstancias. En ese sentido la solución no está en arrestar a todo el mundo, sino en brindar más educación. Tenemos que enseñar a los niños sobre las consecuencias de las drogas, enseñarles a decir no. En este tema los padres de familia tienen una responsabilidad muy grande, tienen que proteger a sus hijos. 

¿Qué le dice a aquellos latinos que quizá tengan muchas expectativas con un capitán latino en el barrio?

Que confíen y trabajen con nosotros. Nosotros no podemos -y no pretendemos- solucionar todos los problemas solos. Lo que buscamos es que todo el mundo colabore con la causa, tanto la administración municipal como los líderes políticos y los más importantes: la comunidad. Lo que les digo es que no tienen que sentir miedo, aquí todos tienen voz y sin importar si participan o no en las reuniones comunitarias, hay varias formas de contactarnos. 

Tengan la seguridad de que nosotros vamos a hacer nuestra parte, pero la comunidad tiene que apropiarse también de la situación y poner su grano de arena. El poder está en números: cuantas más personas se involucren, más podrán proteger sus barrios.

Teniente Pedro Rosario, segundo al mando del Distrito 25
 
Lieutenant Pedro Rosario, Philadelphia 25th Police District
¿Cuál es su rol en este distrito?

Básicamente soy el oficial ejecutivo del distrito, lo que significa que estoy a cargo de supervisar las operaciones cotidianas del distrito, de algunos escuadrones, equipos antinarcóticos, operaciones especiales y de los servicios comunitarios.

¿Cómo recuerda el ambiente cuando fue asignado a este distrito?

Es interesante porque para un oficial de policía este es quizá uno de los distritos policiales más complejos de la ciudad, ya sabe, por la cantidad de denuncias que recibimos y de hechos violentos que enfrentamos.

En mi caso, cuando era un oficial raso de policía tenía una perspectiva sobre el distrito, y cuando regresé años después como teniente, todo eso cambió.

Inicialmente, cuando llegué por primera vez, el ambiente que se sentía era tenso, como de nosotros contra ellos. Después, cuando empezamos a conocernos, todo cambió.

Soy muy respetuoso con la comunidad y siento que gracias a que soy latino y a que soy bilingüe mi responsabilidad es la de asegurarme de que existan canales apropiados de comunicación entre la comunidad y nosotros.

Y mi deber como supervisor es que nuestros oficiales tenga buenas pautas de comportamiento con la comunidad. El que estemos asignados a una comunidad empobrecida no significa que podamos tratarla como si no fuera valiosa para nosotros.

¿Qué tipo de acciones están adelantando para mejorar la seguridad en el 25?

Bueno, la verdad es que somos muy afortunados porque tenemos una buena tradición de trabajo comunitario: antes de que el capitán Rodríguez asumiera el mando, el excapitán (Michael) Cram estaba muy concentrado en desarrollar actividades con la gente; ahora con el capitán Rodríguez la cosas seguirán porque él comparte esa filosofía. De hecho desde que llegó su orden principal es que cualquier cosa que hagamos como policías, siempre debemos hacerlas poniéndonos en los zapatos de la comunidad.

Lo importante es que todos tenemos claro, y la comunidad debe saberlo, que no vamos a dejar de tejer relaciones con nuestra comunidad ni de hacer nuestro trabajo.

¿Cree que el hecho de que este distrito esté bajo el mando de oficiales latinos signifique una oportunidad para mejorar las relaciones con la comunidad?

Claro que sí. No vamos a dejar de hacer lo que hemos hecho hasta ahora, lo mantendremos. 

Lo cierto es que tenemos retos muy grandes al frente: nuestros índices de criminalidad son altos, los homicidios son parte de nuestra cotidianidad porque están relacionados con el narcotráfico. Pero lo importante es entender que la policía nunca va a solucionar esos problemas sola, la comunidad es la que tiene buena parte de la solución. En ese sentido nuestro papel es ser guardianes, y asegurarnos de proteger a la gente de bien, a los que hacen algo por sus barrios.

¿Cuál es el significado del distrito 25 para la policía?

Es muy importante, tenemos el mejor entrenamiento de la ciudad. Una de las cosas que dice la mayoría de oficiales que han pasado por aquí es que no hay nada como trabajar en el distrito 25.

Solo por las cosas que suceden, este distrito es una gran escuela de policías: los oficiales que pasan por aquí trabajan más duro, piensan más rápido, hacen un gran trabajo comunitario

(...) Un oficial de policía es ante todo un trabajador social y si eres un trabajador social es porque te importa la sociedad.

Estoy muy orgulloso del trabajo que hacemos aquí. Estoy muy orgullo de que representemos a la comunidad que servimos.

Esta comandancia siempre ha tenido un gran números de efectivos latinos asignados gracias al hecho de que se trata de una gran comunidad hispanohablante.

Es bueno sentir que representamos a esa comunidad. y lo mejor es que a la gente le gusta.

Sargento Paul Pérez, tercero en la línea de mando del Distrito 25
 
Sergeant Paul Perez, Philadelphia 25th Police District
¿Ser latino de esta área significa algo especial para su labor como policía?

Para mí sí tiene un significado muy especial porque es un barrio en el que crecí, aquí fui a la escuela de Shepherd, es aquí es donde tengo lazos especiales, tengo amigos y familiares que todavía viven en el sector.

Yo crecí en la pobreza, en mi casa teníamos que calentar el agua en estfa eléctrica para poder bañarnos. Siempre que tengo oportunidad de hablar con los jóvenes comparto esa experiencia con ellos, les digo que sé lo que es la pobreza, sé lo que es tener un miembro de la familia en las drogas, sé lo que es que asesinen a alguien de tu familia; yo patrullo en el mismo barrio donde mataron a mi hermano. Siempre les cuento mi historia y les pido que no permitan que nadie les impida estudiar y prepararse para el futuro.

¿Cómo se explican los cambios que han tenido lugar en esta comunidad?

En los años 80 todos sábados amanecían oliendo a Pine Sol porque era el día en el que todo el vencidario limpiaba sus casas y sus frentes. Es una lástima que ese tipo de costumbres ya no existan, muy poca gente tiene sentido de pertenencia y orgullo por el barrio. Creo que en parte se debe al problema de las drogas, que se han apoderado de los barrios.

Creo que para el Departamento de Policía de Filadelfia es un acierto asignar oficiales para que presten servicio en sus comunidades.

Recuerdo que había mucha actividad en Marshall Street cerca de la iglesia de Santa Veronica, recuerdo todo el tema con Gary Heidnick y cómo el consumo de drogas era parte de esos problemas. Recuerdo haber crecido en una ´epoca en que las diferencias se arreglaban de dos maneras: o se evitaba la pelea o se solucionaba a puños; hoy hay demasiada gente armada y las diferencias se solucionan a bala. En mi época no teníamos la epidemia de heroína, sino la del crack. 

¿Cuál fue el catalizador para que el vecindario entrara en una espiral descendente?

Creo que es una relación de varias cosas. Por un lado, la tasa de deserción escolar es alta, los niños no reciben su educación, y muchos terminan cometiendo delitos y encarcelados. He entrevistado personalmente a cerca de mil narcotraficantes y drogodependientes y la historia siempre es la misma: abandonaron la escuela, cometieron el delito, fuero a la cárcel, salieron y nadie quiere contratarlos. Es un círculo vicioso. Creo que se necesitan más programas de capacitaciónpara que las personas no reincidan en el crimen y tengan mejores oportunidades de salir adelante.

¿Ser latino del barrio incide en su trabajo de crear confianza entre la policía y la comunidad?

Creo que para el Departamento de Policía de Filadelfia es un acierto asignar oficiales para que presten servicio en sus comunidades. En mi caso ha sido una bendición, estoy acá desde que era detective. Creo que eso ayuda al Departamento a mejorar su relación con la gente. 

Entonces sí es posible mejorar los índices de seguridad por medio del trabajo comunitario. ¿Qué piensan hacer en ese tema?

Tenemos una larga historia en ese sentido. El anterior capitán del distrito, el capitán (Michael) Cram fomentó muchos grupos comunitarios aquí, ese era su enfoque y lo cierto es que el capitán Rodríguez también comparte esa filosofía. Creo que el 25 es un buen ejemplo de policía comunitaria. Hacemos nuestras ferias de salud, fiestas de barrio, limpiezas. Creo que hemos fomentado buenas relaciones con la gente. Creo que al ver a la gente en una posición de poder que se parece a usted, usted está más inclinado a hablar y compartir sus preocupaciones. Siempre puede ser mejor. Necesitamos que más grupos de interés de la comunidad se involucren. No puede ser el mismo grupo de personas todo el tiempo. Les digo a la gente que sigan involucrando a más vecinos.