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Cientos de personas protestan cerca de la Torre Trump después de un servicio interreligioso bilingüe por las víctimas del huracán María el pasado, jueves 20 de septiembre, en la Iglesia de San Bartolomé en Nueva York. EFE
Cientos de personas protestan cerca de la Torre Trump después de un servicio interreligioso bilingüe por las víctimas del huracán María el pasado, jueves 20 de septiembre, en la Iglesia de San Bartolomé en Nueva York. EFE

El gran regalo de Trump a Puerto Rico

Se acabaron las dudas, el Emperador Trump ha hablado y el mundo entero está asombrado: no hay estadidad para Puerto Rico mientras haya funcionarios en la isla…

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Bueno, está bien, lo acepto, eso del mundo entero es una exageración. Pero lo que no es exagerado es que su arrogancia e insensibilidad asombran a cualquiera.

En cualquier caso, solo los vendepatrias y los que aún pensaban en ‘pajaritos preñaos’ del Partido Nuevo Progresista, el del gobernador “Ricky” Rosselló, creyeron o dijeron creer, que podrían terminar el trabajo de borrar de una vez por todas la nacionalidad puertorriqueña, vendiéndola -o regalándola- a gente como Trump, o a los EE. UU., la potencia colonial que convirtió a la orgullosa isla en la colonia más antigua del mundo. Todos los demás sabíamos, especialmente después de la “diplomacia de las toallas de papel” de Trump, que los Estados Unidos nunca quisieron que la bella Borinquen fuera el estado 51, hubiera críticos en el cargo o no. Lo cual, irónicamente, es muy bueno.

Los “críticos” de los que Trump hablaba no era más que la alcaldesa de San Juan Carmen Yulín Cruz, la única funcionaria (o funcionario) electa puertorriqueña con las agallas y la decencia para decir públicamente la verdad sobre su repugnante respuesta a la estela de muertes y destrucción dejada por los huracanes María e Irma el año pasado.

El presidente de EE. UU., un depredador sexual confeso, esta semana salió en defensa del nominado a la Corte Suprema Brett Kavanaugh, a quien dos mujeres acusan de haberlas acosado sexualmente. Y el lunes, en una entrevista con el polémico periodista de Fox News Geraldo Rivera, un puertorriqueño, Trump dejó en claro una vez más cuánto odia a Yulín Cruz, la mujer que tuvo la audacia de criticar al emperador:

“Con la alcaldesa de San Juan tan mala e incompetente como es, Puerto Rico no debería estar hablando de estadidad hasta que lleguen algunas personas que realmente sepan lo que están haciendo”, le dijo Trump a Rivera. Cómo un individuo que se ha burlado del país y de la presidencia se atreve a llamar incompetente a alguien es incomprensible.

Cuando “tenga un buen liderazgo”, dijo, la estadidad para Puerto Rico podría ser “algo de qué hablar. Con gente así involucrada en Puerto Rico, sería un absoluto no”.

Oh, no, ¿eso incluye a Ricky y a su gente? ¿A pesar de que han estado arrodillados en el altar de su amo desde el primer día de su presidencia? Aquí hay una lección muy valiosa para todos aquellos que todavía creen que renunciar a su dignidad les va a ganar la simpatía, para no hablar del respeto, de los colonizadores.

A pesar del llanto y crujir de dientes de Rosselló y los demás pejes gordos del PNP después de que Trump, sin importarle su abyecta sumisión, los pusiera en su lugar, para Puerto Rico el dictamen imperial de Trump podría ser tan esclarecedor como el bíblico camino de Damasco.

“Esto ha sido siempre así (pero) Trump acaba de decirlo sin disfrazarlo”, afirma la escritora y periodista puertorriqueña Susanne Ramírez de Arellano en Facebook. “Por lo que debemos darle las gracias y pedirle la dirección adonde enviar la canasta de regalos, porque Trump le ha dado a Puerto Rico un GRAN regalo. La evisceración del partido PNP (el del gobernador Rosselló). Una extracción maya de corazón”.

La historia funciona de manera misteriosa y, a veces, irónica. Para Puerto Rico, el camino de Damasco pudiera conducir finalmente a la independencia que tanto merecen su gente, su cultura y su historia. Latinoamérica no está completa sin Puerto Rico libre.