No tenim por, no tenemos miedo. Con el corazón compungido y con ojos llorosos algunos, miles de personas llenaron esta mañana el centro de Barcelona clamando el fin del terrorismo.  La gente depositaba velas, peluches y flores a lo largo del tramo de la Rambla donde el jueves por la tarde tuvo lugar el ataque terrorista en el que murieron 13 personas – la mayoría turistas extranjeros – y un centenar de personas resultaron heridas.

A las doce del mediodía, la multitud guardó un minuto de silencio en su recuerdo, un minuto que puso a los barceloneses la piel de gallina, conscientes de la suerte de seguir vivos.  Para los ciudadanos de la capital catalana, como yo misma, resulta difícil no pensar estos días que podría haber sido cualquiera de nosotros el que estaba paseando por las Ramblas en el preciso momento en que un terrorista armado simplemente con una furgoneta se puso a circular a toda velocidad, haciendo zigzag, y arrasando a los transeúntes que encontraba por delante.

“Salí del metro y solo veía gente ensangrentada”, repetía un vendedor ambulante de las Ramblas a Catalunya Radio, una emisora de radio local.

Las noticias que llegan sobre el atentado - que lleva el sello del ISIS -  son estremecedoras. En las últimas veinticuatro horas, la policía ha desmantelado una célula terrorista que pensaba cometer varios atentados simultáneos. Entre ellos, otro atentado con furgoneta en la ciudad costera de Cambrils. Los agentes lograron frustrar el atentado y abatir a tiros a los terroristas, que iban armados con chalecos suicidas.  

Entre los asistentes a la manifestación en la Plaza Catalunya había un joven con los ojos llorosos. Su compañera de trabajo, una mujer cubana de 24 años, murió el jueves atropellada por la furgoneta. “Justo salíamos del trabajo y se la llevó por delante”, explicó, sin poder contener las lágrimas. La gente se acercaba para abrazarle. “No te rindas”, “Todos estamos contigo”, le decían.

Las últimas noticias que llegan es que entre los cinco abatidos por la policía en Cambrils figuraba el atacante de las Ramblas. Se trataba de Moussa Oukabir, de 17 años de edad. Ni siquiera tenía el carnet de conducir.