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El hecho de que Mercado, un consumado actor usualmente optimista en sus horóscopos anuales, una especie de tradición que leen tanto creyentes como escépticos esté tan preocupado, es un indicador seguro de cuán extendido está el sentimiento de inseguridad, de “cualquier cosa puede suceder”, en la era de Trump. Archivo
El hecho de que Mercado, un consumado actor usualmente optimista en sus horóscopos anuales, una especie de tradición que leen tanto creyentes como escépticos esté tan preocupado, es un indicador seguro de cuán extendido está el sentimiento de inseguridad…

[OP-ED]: En 2018 devolvamos a Washington algo de cordura

Walter Mercado predice que este año podría estallar una guerra nuclear entre EE. UU. y Corea del Norte. Una pésima noticia como quiera que se mire.

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Y aunque esta suene plausible, afortunadamente las predicciones anuales de Mercado, un astrólogo puertorriqueño aficionado a usar coloridas capas y muy popular entre los latinos, han probado a través de los años, pues, no ser del todo certeras. No obstante, sus razones para arribar a su preocupante predicción sí lo son: la guerra, ha dicho Mercado, sería producto de que Trump, “es una persona muy peligrosa para el mundo actual”.

Peligrosa, impredecible y despreciable, podríamos añadir.

El hecho de que Mercado, un consumado actor usualmente optimista en sus horóscopos anuales, una especie de tradición que leen tanto creyentes como escépticos esté tan preocupado, es un indicador seguro de cuán extendido está el sentimiento de inseguridad, de “cualquier cosa puede suceder”, en la era de Trump.

Después de todo, como dijera Max J. Castro, un columnista de la publicación bilingüe digital Progreso Semanal, “Este fue el año en que todas las ideas, prácticas y grupos políticos antiguos, desacreditados y perdidos en el olvido volvieron a la vida y tomaron el centro del escenario. Economía de goteo. Racismo descarado. Xenofobia. Trucos para evitar que la gente de color y los pobres voten. El KKK y los nazis, una nueva era dorada con mucho más oro en menos manos que nunca. Demagogia con esteroides. Diplomacia de buque nuclear. Mimos selectivos de autócratas y un jefe de estado genocida. Nacionalismo virulento. Leyes sexistas. Iconos confederados. Homofobia como ley y actitud. Y esa es la lista corta”.

Añada a la lista de Castro el perverso abandono de un Puerto Rico devastado, el absurdo regreso de Trump a una política de guerra fría con Cuba, sus inmisericorde persecución y ofensas a los inmigrantes, su vergonzosa ignorancia en asuntos de estado, etc., etc., etc. y las palabras con que Mercado lo describe casi parecen un piropo.

Envalentonados por su “victoria” en aprobar una nueva ley impositiva que castiga a la gran mayoría de la población mientras favorece generosamente al uno por ciento más rico del país, ahora Trump y los republicanos planean llevar adelante una agenda de “reformar” el Seguro Social, el Medicare y el Medicaid. Pero cuidado, cuando Trump, Paul Ryan o Mitch McConnell hablan de “reformar” lo que realmente están diciendo es “recortar” programas que sirven como redes de seguridad para los pobres y los ancianos.

El senador por la Florida, Marco Rubio, un hijo de inmigrantes cubanos de quien se esperaría otra actitud, ha dicho que “el causante de nuestra deuda es la estructura del Seguro Social y el Medicare para beneficiarios futuros”. Que esto no es más que una mentira descarada ha quedado aún más en claro con la aprobación de la ley impositiva que le otorga al segmento más rico de la población una rebaja de impuestos tan enorme que descontrola por completo el presupuesto nacional.

No, el comienzo del 2018 no es muy prometedor, pero podemos hacerlo mucho mejor antes de que termine el año, el 6 de noviembre, para ser exactos.

Ese es el día en que podremos votar por 33 escaños senatoriales, los 435 escaños de la Cámara de Representantes y 36 gubernaturas. Y ese es el día en que una población cansada de un presidente torpe y abusivo, y de un congreso dominado por un partido republicano que únicamente responde al sector más pudiente del país puede arrancar el Congreso de las manos de seres despreciables como Ryan y McConnell, bajarle los humos a Trump y devolver un poco de cordura a Washington.

Pero para lograrlo, todos, repito, todos, tenemos que votar el 6 de noviembre.