Pedro Rivera: Educación más allá de la política
Como estudiante, educador, representante sindical, administrador, superintendente, y ahora secretario, Pedro Rivera se ha desarrollado en prácticamente todos…
Como estudiante, educador, representante sindical, administrador, superintendente, y ahora secretario, Pedro Rivera se ha desarrollado en prácticamente todos los aspectos de la educación pública, desde el norte de Filadelfia hasta la capital del estado.
Más allá de la política, ésta es la historia de cómo Pedro Rivera se convirtió en secretario de educación de Pensilvania después de haber servido durante años en el Distrito Escolar de Filadelfia y como superintendente del Distrito Escolar de Lancaster.
Rivera nació en la sección de Hunting Park, en el norte de Filadelfia, y fue criado por una madre soltera. Su madre tenía tan solo 16 años de edad cuando dio a luz incluso antes de haberse graduado de high school. Su abuela, quien llegó a Filadelfia de Puerto Rico para trabajar como costurera, vivía con ellos al igual que otros miembros de la familia.
“Cuando pienso en lo que he sido bendecido de lograr sé que es en gran parte por mi madre, mi abuela, mi tía y mi familia”, dijo Rivera.
Él mismo no es producto del sistema de educación pública, pero habiendo crecido en una familia pobre en el norte de Filadelfia, vivió de primera mano y fue testigo de muchos de los retos que enfrenta ésta comunidad.
Rivera estudió en St. Henry’s y Cardinal Dougherty, ambas escuelas católicas que fueron cerradas tiempo atrás. De su infancia recuerda haber sido un niño “angelical”, al menos hasta el tercer grado.
“Fue entonces cuando la dinámica de mi familia cambió”, dijo Rivera. Su abuela, quien era la columna vertebral de su familia, se mudó por su propia cuenta, su madre inició un tercer empleo, y su tía también estaba ocupada trabajando.
“Pasé de un tiempo en que siempre había alguien en casa a un tiempo en el que no había nadie”, dijo Rivera. “Yo era responsable de llegar a la escuela y de cuidarme a mí mismo al salir de clase”.
“Yo era su traductor, lo que para un niño de 5, 6 o 7 años era una gran responsabilidad”, dijo Rivera. “A pesar de que mi familia trabajaba nunca ganaron suficiente para subsistir”.
Por un lado, recuerda que su abuela le hablaba en español pero le prohibía hablar éste idioma.
Por el otro, recuerda haber hecho exámenes para comprobar su dominio del inglés a pesar de que ésta era su lengua materna.
“Hablo inglés con acento latino porque así me criaron”, dijo Rivera. “Cuando se trata del español, puedo leerlo y escribirlo pero no lo hablo con la seguridad que debería”.
Rivera fue el primero de su familia en asistir a la universidad. Hasta ese momento, había vivido su vida entera confinado a la comunidad latina del norte de Filadelfia.
“En ese entonces nadie salía de la comunidad, y eso es algo que se ve todavía”, dijo Rivera. “Así fue como yo me crié”.
“Rivera es un educador con experiencia, un maestro y administrador que sabe lo difícil que es lograr el éxito académico, especialmente en distritos escolares con pocos recursos económicos debido a su base de impuestos. Además sabe que muchas comunidades en Pensilvania, además de los retos económicos, enfrentan retos cuando se trata del aprendizaje del idioma inglés”
Rev. Luis Cortés, presidente y CEO de Esperanza
“A diferencia de otros secretarios de estado, Rivera tiene la experiencia de haber sido maestro, director, y de haber trabajado como administrador y dentro del sindicato. En tiempos en que la reforma escolar ha sido motivo de tensión entre los constituyentes, es importante tener a una persona altamente calificada que ha cumplido todas esas funciones”
María Quiñones-Sánchez, concejal del Distrito Siete
Cuando fue a Penn State, se vio rodeado por primera vez en su vida por personas de distintas clases y niveles socioeconómicos.
“Había estudiantes que tenían computadoras en sus cuartos mientras que yo tenía que ir a la librería a las dos o tres de la mañana”, dijo Rivera. “Había muchos estudiantes que pensaba que eran ricos pero ahora me doy cuenta que en realidad eran de clase media”.
En un principio, Rivera comenzó a estudiar ingeniería pero después del primer semestre se dio cuenta que no podía costear los útiles que necesitaba. El reto financiero fue tan solo uno de tantos que tuvo que vencer.
“Yo no estaba preparado para la universidad. Tuve que lidiar con muchas cuestiones de aptitud, aprendizaje, y también sociales”, dijo Rivera. “Batallé mucho pero nunca tuve miedo de pedir ayuda, y muchos profesores y consejeros me la dieron”.
Rivera dice que no recuerda sus calificaciones promedio al graduarse. Después se ríe y dice que lo que importa es que se graduó.
“Cuando comencé a sobresalir fue cuando comencé a enseñar”, dijo Rivera.
Luego de obtener su título en educación, en la Universidad Estatal de Pensilvania, recibió su certificación en enseñanza primaria en la Universidad de Temple, después estudió una maestría en Administración Educativa en la Universidad de Cheyney, y recibió su carta de elegibilidad para superintendencia en la Universidad de Arcadia.
Rivera regresó a Hunting Park, a enseñar en la comunidad en que creció y trabajó en el Distrito Escolar de Filadelfia, y además como tutor en las tardes y como maestro de GED por las noches.
“Me enamoré de la enseñanza a través de la tutoría. Realmente disfruté la interacción, enseñarle algo nuevo a alguien y ver su expresión cuando lo entiende”, dijo Rivera. “Es un muy buen sentimiento cundo sabes que ayudas a alguien a llegar al punto en el que lo entienden y quieren continuar aprendiendo”.
También dio clases en Kensington High School, en donde tuvo la oportunidad de llevar a algunos de sus estudiantes por primera vez a Penn’s Landing — tan solo a tres paradas del metro de la escuela — y a Six Flags en Nueva Jersey.
“Eran estudiantes que habían vivido toda su vida en Filadelfia y jamás habían ido a la orilla del río, comido un helado en South Street, o jugado en la fuente de Logan Square,” dijo Rivera, quien no visitó el Museo de Arte de la ciudad hasta que ya era maestro.
Después de dar clases por varios años, comenzó a trabajar en el lado administrativo como parte de la Federación de Maestros de Filadelfia, enfocándose en las condiciones de trabajo para maestros en la sección de Kensington y Edison.
“Jamás anticipé formar parte del sindicato”, dijo Rivera. “Jamás quise meterme en la política de la educación. Yo solo quería trabajar en la enseñanza”.
Rivera trabajó como director asistente en la escuela culinaria de Kensington — actualmente la Academia de Ciencias de Salud de Kensington — y después fue director de la escuela primaria Sheridan.
“Los latinos enfrentan las peores condiciones en el sistema de educación del estado y su voz está subrepresentada. Necesitamos un liderazgo fuerte alrededor del estado, y tener a un secretario hispano envía un fuerte mensaje de que la voz de los latinos es necesaria para cambiar un sistema que no funciona para la comunidad”
Cynthia Figueroa, presidenta y CEO de Congreso
“Estoy muy orgulloso de haber visto a Rivera crecer para convertirse en un brillante educador y líder. Él es un gran defensor de la igualdad educacional para todos los niños, y un líder muy humilde que seguramente aprovechará ésta oportunidad para demostrar su dedicación a la reforma de educación”
Johnny Irizarry, director de La Casa Latina en la Universidad de Pensilvania
“Casi toda mi carrera había servido en el norte de Filadelfia”, dijo Rivera. Pero después de Sheridan, le ofrecieron un puesto como director ejecutivo de ‘high schools’ y comenzó a trabajar en la oficina central del distrito en el centro de la ciudad.
“Comencé identificando programas para beneficiar a los estudiantes y haciendo recomendaciones para su implementación”, dijo Rivera. “Pero fue entonces cuando Filadelfia sufrió su primer déficit, y pase de identificar programas a identificar qué podíamos recortar para reducir costos”.
Después, Rivera trabajó como director de recursos humanos en el distrito escolar. Para entonces, él ya sabía que algún día quería ser superintendente pero creía que aun no estaba listo. Un mentor y amigo lo convenció de asistir a una entrevista de trabajo para que por lo menos aprendiera de ésta experiencia, y fue entonces cuando se presentó para el trabajo en Lancaster. Esa fue la primera vez que Rivera solicitó un trabajo fuera de Filadelfia. Para su sorpresa, lo llamaron a una segunda entrevista, y una tercera, y una cuarta…
“Mi esposa me decía que me iban a dar el trabajo, pero yo pensaba que no había manera”, dijo Rivera.
Después de un quinta entrevista a manera de junta comunitaria, finalmente fue seleccionado para dirigir el Distrito Escolar de Lancaster, un distrito urbano de unos 11.500 estudiantes (17 por ciento estudiantes de inglés como segundo idioma) que enfrentaba diversos retos.
“Lancaster es muy parecido al norte de Filadelfia cuando se trata de las comunidades a las que hay que servir”, dijo Rivera.
Rivera logró mejorar el índice de graduación, las calificaciones de los estudiantes en los exámenes de evaluación estatales, y la participación en programas enfocados en la preparación para la universidad. También dirigió el desarrollo e implementación de un nuevo currículo para estudiantes de preescolar a ‘high school’, y un modelo de escuelas comunitarias para proveer, de manera gratuita, desayuno y almuerzo a los estudiantes, así como lentes, cuidado dental y servicios médicos. Además, logró incrementar el saldo del fondo del distrito de cuatro millones de dólares a nueve.
“Cuando trabajas en un ambiente urbano, tienes a toda clase de niños, desde los niveles más bajos en lectura, escritura y matemáticas, hasta los niveles más altos; desde los que vienen de las familias más pobres hasta las más ricas”, dijo Rivera. “Cuando tienes que educar a un grupo muy diferente de estudiantes, aprendes a diferenciar sus necesidades y a enfocarte en ellas”.
Rivera conoció a Tom Wolf cuando el futuro gobernador estaba en campaña para la nominación demócrata.
“Hablamos de educación, y fue genial escuchar sobre su visión”, dijo Rivera. Después de que Wolf fue electo gobernador, Rivera fue invitado a servir en el equipo de transición. Una vez que Wolf tomó cargo, Rivera recibió la llamada.
“Estaba tan sorprendido como cualquiera, tomando en cuenta que no soy una persona de política”, dijo Rivera. “Finalmente mi decisión no fue porque quisiera meterme en la política. Para mi, este trabajo realmente es solo una oportunidad de apoyar la educación, la enseñanza y el aprendizaje”.
Rivera espera tener impacto en todo el estado, pero bien sabe que el público evaluará su trabajo dependiendo de lo que logre en las áreas urbanas, como Filadelfia, en donde se encuentra la mayor concentración de estudiantes.
“Lo que debemos hacer es continuar invirtiendo en Filadelfia y en otras áreas urbanas para que nuestras escuelas ayuden a nuestros estudiantes a desarrollarse y ellos puedan seguir contribuyendo a nuestro estado”, dijo Rivera. “Espero que al verme en este puesto, sepan que no solo entiendo los retos con los que tienen que lidiar, sino que vean que yo no tomé un camino tradicional para llegar hasta donde estoy. Yo solo estoy guardando el asiento para que el próximo estudiante venga y lo tome”.
“Aunque es de gran valor tener a un líder a nivel estatal que entiende personalmente y profesionalmente las necesidades y los retos que enfrentan los estudiantes latinos, para Filadelfia es igualmente importante tener a alguien en el Departamento de Educación del Estado que esté familiarizado con los retos del Distrito Escolar”
Farah Jimenez, miembro y comisionada de la Comisión de Reforma Escolar
“Estoy muy orgulloso de Rivera y de lo que ha logrado. Él es una persona que se crió en el barrio, que nunca se ha dado por vencido, y que lo ha logrado. En Aspira siempre lo hemos apoyado porque creemos en él y creemos que ha hecho un buen trabajo, y porque en sus funciones, él siempre ha pensado en lo que es mejor para los estudiantes, no para sí mismo”
Alfredo Calderón, presidente y CEO de Aspira
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