‘Menergy’ llega a la raíz del abuso de pareja
“Todos estamos intentando ser más sabios y lograr que las personas en nuestro programa lo perciban, que no pensamos que ellos son ‘el otro’, sino personas que…
Los hombres que se sientan en el desgastado sillón de Carrie Askin, suelen tener los ojos llenos de lágrimas al final de su primera sesión de terapia, una sensación familiar de liberación emocional que habían dado por olvidada antes de entrar en su oficina. Bien sean toscas, con barba, con surcos, de barba corta o totalmente afeitada, la cara del hombre que se ve en el espejo de la mañana no se parece en lo más mínimo a la cara del hombre que se acaba de permitir llorar. Estos hombres lloran por decepción, por una tristeza que los ahoga, una culpa demasiado pesada que anida en sus pechos, pero cuando Askin les pide identificar la emoción, tan sólo logran balbucear algunas palabras molestos y de brazos cruzados:
“Estoy cabreado”.
Durante los últimos 34 años, Menergy ha ofrecido a Filadelfia un robusto programa de tratamiento para parejas abusivas y nocivas (que suelen ser hombres pero, aunque el nombre engañe, también pueden ser mujeres). Entrenamiento, consultas, terapias grupales, terapias enfocadas en el trauma, terapia cognitiva ocupacional y terapias generales independientes, son parte de lo que ofrecen, así como también una versión bilingüe del programa de tratamiento para clientes hispano-parlantes y latinos, en el Centro de Salud María de los Santos, al Norte de Filadelfia.
La creación de Menergy surgió de la idea de llegar a la raíz del abuso en la pareja, de seguir la trayectoria de la causalidad, de contemplar un potencial efecto dominó, y esto comienza al tratar a la persona que está haciendo daño.
Tanto Askin como el otro co-director de Menergy, Tony Lapp, describen el abuso y el comportamiento dañino en su página web: “No se trata sólo del daño físico, como tampoco sólo de lo que la ley cataloga de ‘abusivo’. Consideramos que los comportamientos con patrones no violentos – como el cuestionamiento sospechoso, la intromisión, el criticismo, el sarcasmo, el ignorar, gritar, los tonos ásperos, el engaño y los insultos – también son abusivos. Intentar controlar o manipular las acciones de otra persona con amenazas sutiles o explícitas, la negación del dinero o los recursos, o las mentiras son todos comportamientos abusivos”.
La violencia doméstica y el abuso compaginan la toxicidad emocional y verbal, y los co-directores de Menergy no son los únicos en asegurar esto. Los movimientos comunitarios más importantes en el país, así como varias organizaciones, han buscado erradicar el mito de que la violencia doméstica sólo se trata de mujeres maltratadas porque, como bien aseguró Lapp en nuestra entrevista, el problema es mucho más amplio y “es grave que el problema se tome tan poco en serio”.
De acuerdo con la Línea Nacional contra la Violencia Doméstica, “Alrededor de cada minuto, 24 personas son víctimas de violación, violencia física o acoso por parte de una pareja sentimental en Estados Unidos – más de 12 millones de mujeres y hombres al año. Casi la mitad de todas las mujeres y los hombres en Estados Unidos han experimentado agresión psicológica por parte de una pareja sentimental a lo largo de sus vidas”.
Tanto Askin como Lapp ven a sus clientes como humanos, y para asegurar en parte que sus clientes sigan viniendo a Menergy por tratamiento, deben aceptar su humanidad, incluso si las acciones hacia sus familias hayan sido poco menos que humanas.
Las personas suelen categorizar con frecuencia a los abusadores de parejas o a los novios agresivos como monstruos, pero este tipo de anulación de la humanidad es contradictorio para las víctimas, para los culpables y para las personas que intentan discernir entre el abuso en una relación y los obstáculos aceptables dentro de ella.
“La mayoría de nuestros clientes son principalmente abusadores emocionales, y suelen haber tenido uno o dos casos de abuso físico. Así que, tenemos personas que jamás le han puesto un dedo encima a sus parejas, pero son agresivos, ¿sabes? Pelean rudamente, dicen cosas graves, guardan resentimiento por largos períodos de tiempo y pueden ser crueles, tacaños y mezquinos. Ahora suelo hacer una pausa y digo ‘como yo’,” asegura Askin.
Si bien es cierto que las relaciones saludables traen su propio cargamento de conflictos y desacuerdos, las dinámicas de poder poco saludables pueden pasar desapercibidas fácilmente, como bien indica la página web de Menergy: la mayor parte de lo que nosotros consideramos abusivo es increíblemente común. Muchas personas aceptan el uso de lenguaje duro, criticismo, mentiras y formas de manipulación como normales e inevitables. Escuchamos eso todo el tiempo. Así que, ¿para qué molestarse en cambiarlo?
Ese proceso de cambio se procura primero a través de una evaluación individualizada profunda y meticulosa – que suele tomar entre tres y cuatro semanas – y que sirve como la base de los métodos terapéuticos y los asuntos que se discutirán a través del programa de tratamiento. Durante este tiempo de evaluación, los miembros del equipo clínico de Menergy intentan dilucidar y entender cosas como: ¿Cómo llegó esta persona a la relación? Si tú estás aquí porque le has hecho daño a tu pareja, entonces ¿qué vive tu pareja en casa?, y ¿Cómo te comportas cuando hieren tus sentimientos? La evaluación también funciona como una oportunidad para que los terapeutas puedan evalúan la capacidad de sus clientes de sentir empatía.
Luego siguen las sesiones de terapia de grupo, que están conformadas por personas con identidades de género y problemas parecidos, quienes están dispuestos a reconocer sus comportamientos nocivos y crecer juntos. Es un lugar seguro donde los hombres pueden conectar los unos con los otros, lo que – como el llanto – también ha sido reprimido por las normas sociales. Esto, sostiene Lapp, puede ser “increíblemente liberador” para los hombres que no han sido capaces de soltarse de la manera adecuada durante la mayor parte de sus vidas.
Y posteriormente, el nivel más avanzado en el programa para personas que realmente han cambiado su comportamiento en casa, consiste en trabajar para sanar la relación después del abuso. “Una vez que paras, te encuentras con un compañero que está herido, molesto y posiblemente asustado, y niños que realmente no confían en ti o no se sienten seguros, y esto toma mucho tiempo en sanar”, concluye Askin.
Askin y Lapp agregaron también durante nuestra entrevista que querían aclarar una idea errónea importante: el trabajo llevado a cabo en Menergy no es manejo de la ira. Las personas que vienen a su programa no se pelean en bares, en las calles o en el trabajo. Donde luchan es en privado. El problema central no es el impulso o el control del temperamento. El problema nuclear es el comprender cómo deben ser tanto hombres como mujeres, cómo deben ser las relaciones y cómo debe ser la vida en el hogar.
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Además de llegar a la raíz de los casos individuales de violencia doméstica al proveer terapia para maltratadores en la intimidad, Lapp y Askin han estado buscando los problemas nucleares mencionados más arriba, las causas “raíz” del problema, y por qué no muestra moretones, por qué no deriva en órdenes judiciales o por qué no prosigue en un divorcio desastroso. Ambos mantienen que la persistencia de los roles de género virulentos son un factor enorme.
Hay maneras importantes en las que recibimos mensajes sobre cómo deben ser los hombres, sobre cómo deben ser las mujeres, y deben traerse a las relaciones. Le enseñamos a los niños desde temprano a que no muestren sentimientos débiles, como la tristeza, el miedo, la culpa y la soledad. Cuando no puedes expresar esas cosas, se transforman en otra cosa. Y esa otra cosa es rabia. Askin explica un poco más: “Si creo que estás hiriendo mis sentimientos, entonces hay algo que podemos hacer al respecto. Podemos discutir de manera segura. Pero si te comportas como si estuvieras molesto porque no sabes cómo expresar de manera adecuada la decepción, eso siempre te llevará a un camino equivocado y oscuro que, en el peor de los casos, hace muy difícil que te conectes contigo mismo o con tu pareja”.
El cliché de los chicos siempre serán chicos es más insidioso de lo que nos gustaría admitir en una sociedad patriarcal. Los chicos están condicionados por la necesidad de sólo mostrar agresividad y menos emociones debiluchas; se les enseña que deben ser dominantes, y que funcionan mejor si son castigadores. Por el contrario, las chicas reciben mensajes codificados por el género que inculcan que este tipo de comportamiento en sus esposos, sus hermanos o sus tíos debe ser aceptado, y que el abuso puede ser suavizado si se someten.
Me interesa el hecho de que las chicas reciben el mensaje de que ser asertivas y fuertes es parte de ser mujer, y que esforzarse por las cosas que les interesan o que le interesan a la familia con respecto a sus parejas masculinas NO se trata de ser persistente o mandona. De hecho se trata de ser buena pareja. – Tony Lapp
Pero Lapp también resalta otro factor que contribuye al asunto persistente del abuso doméstico, un grupo de personas (de nuevo, normalmente hombres), quienes han tenido “la desagradable experiencia de no haber tenido una exposición apropiada a la frustración en sus vidas”. Lo que los medios de la cultura pop han catalogado como man-babies, Lapp define como hombres que han sido protegidos, mimados y malcriados. Ser tratado demasiado bien desde la infancia (y después, por sus parejas femeninas, a quienes se les ha inculcado sostener las quejas de sus maridos), les ha negado a estos hombres la oportunidad de desarrollar herramientas para lidiar con la frustración en sus vidas.
Pero la adultez y el hecho de que las mujeres no funcionen como robots con una sonrisa persistente cuyo único rol sea actuar subordinadamente como el disipador de las preocupaciones del hombre, es una realidad para la que estos hombres no están preparados. Esto puede causar que los hombres reaccionen física o verbalmente o, en otras palabras, que hagan una pataleta en vez de afrontar de manera adecuada y madura sus frustraciones.
Otro porcentaje importante de las personas a las que atiende Menergy han vivido experiencias traumáticas o traumas físicos. Aunque Menergy no trabaja de manera exclusiva con hombres, la mayoría de sus clientes son hombres y los hombres – especialmente en Estados Unidos – se dedican a deportes de alto contacto o de comportamientos peligrosos que han causado lesiones cerebrales. Los terapeutas en Menergy están trabajando para descubrir cómo la función neurológica comprometida puede alterar la manera en la que los hombres interactúan en relaciones y expresan sus emociones.
Lapp, quien ha trabajado de cerca con el programa de tratamiento dirigido a hispano-parlantes y latinos, ha encontrado que el modelo de terapia grupal ha sido extraordinario para estudiar cómo el machismo y las relaciones íntimas surgen en las dinámicas de pareja y sociales, y cómo las variables como el estatus socioeconómico, el estatus migratorio y el trasfondo educativo puede afectar la manera en la que el hispano o el latino hablan con frecuencia sobre la mujer, y que las conductas que consideran que implican fortaleza. En estas sesiones, los terapeutas de Menergy intentan asegurar que el grupo entienda que estar dispuesto a aceptar la responsabilidad de nuestros actos y reconocer que se cometen errores, es una forma de fortaleza que muy pocas personas están dispuestas a asumir, y que es muy admirable y respetable. Lapp ha descubierto que esta clientela en particular se ve motivada a tener éxito en el tratamiento fundamentalmente por su involucramiento con la familia:
Ellos (los clientes hispanos y latinos) quieren estar presentes en las vidas de sus hijos, quieren tener una pareja con quien se sientan conectados, y su una persona puede superar el obstáculo de querer buscar ayuda y reconocer que tiene un problema, entonces el deseo de esa conexión familiar puede ser una motivación real para hacer los cambios necesarios. Hemos visto a muchos de estos participantes hacer cosas muy consideradas e interesantes, que han tenido la potencialidad de llegar a sus familias, como re-pensar cómo quieren criar a sus hijas y a sus hijos, para que no lleguen a vivir las mismas situaciones dentro de 15 años.
Buscar ayuda para un problema, y admitir que no puedes resolverlo tú solo, no es sólo un síntoma de coraje, sino también una señal de respeto y amor hacia tu familia y tu pareja. Menergy está aquí para ayudar a los filadelfianos que han decidido dar este primer y valiente paso.
Los programas en inglés y en español de Menergy comenzarán a llevarse a cabo en su nueva base el próximo noviembre en la 2000 Hamilton Street en el área del Museo de Arte, para que sus instalaciones puedan ser más accesibles a través del transporte público.
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