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Coronavirus: origen, crecimiento y desarrollo de la epidemia

Con casi 47 mil casos confirmados de contagio de coronavirus y casi 6,300 personas recuperadas de la enfermedad, aquí están los últimos desarrollos de la…

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En las últimas dos semanas las noticias sobre el coronavirus han tenido varios desarrollos interesantes: el nuevo nombre asignado al virus, ahora llamado COVID-19; la muerte de la primera persona en alertar sobre la epidemia, el doctor Li Wenliang, quien fue censurado por el gobierno chino; el descubrimiento del animal que habría podio originarla; un nuevo método usado en China para diagnosticar personas contagiadas y el descubrimiento de los esfuerzos que el gobierno chino ha estado haciendo para controlar la narrativa sobre la crisis.

COVID-19

El 11 de febrero la Organización Mundial de la Salud definió el nombre oficial para esta epidemia de coronavirus: COVID-19. El nombre busca ser claro respecto a su clase y momento de origen (finales del 2019), fácil de pronunciar en múltiples idiomas y evitar la estigmatización de la población china. El acrónimo completo significa “Coronavirus Disease 2019”.

Doctor Li Wenliang, un mártir del COVID-19
Homenaje al doctor Li Wenliang en Hong Kong – JEROME FAVRE EFE

El doctor Li Wenliang, un oftalmólogo de Wuhan, fue el primero en alertar sobre un virus similar al SARS, pues habían llegado varios pacientes con síntomas al hospital en que trabajaba. Su primera alerta fue a través de WeChat, un comentario a colegas cercanos, recomendándoles que tuvieran precauciones.

Pocas horas después, el doctor Li fue apresado por la policía e interrogado, supuestamente por estar difundiendo rumores que causaban temor. Unos días más tarde, cayó enfermo por la misma epidemia sobre la que había alertado tempranamente, cuando habría podido ser contenida mucho más fácilmente.

El doctor Li fue contagiado por un paciente con glaucoma, que no mostraba sintomatología del COVID-19 en el momento de tratarlo. Desde la cama del hospital el doctor Li atendió una entrevista de CNN, en la cual se alcanza a oír los sonidos de las máquinas de asistencia y su dificultad para respirar, y en la que narró cómo la policía le hizo retractarse de la alarma que dio y el temor que tenía por su bienestar y el de su familia.

Al conocerse su muerte, se levantó una oleada de indignación por el país, en expresiones públicas contra el gobierno, muy inusuales en China. Durante horas proliferaron en red las publicaciones con el nombre el médico, exigiendo que el gobierno se disculpara y demandando libertad de expresión, las cuales fueron eficientemente censuradas.

Un cuento chino

La salida al público de la historia del doctor Li también reveló, primero, que la reacción del gobierno frente al estallido del COVID-19 no fue tan adecuada, contrario a los amplios halagos que recibieron de la OMS.

Por el contrario, se hizo evidente cómo inicialmente tardaron ocultar la epidemia y luego han procurado controlar la narrativa en el cubrimiento de todos los medios de comunicación nacionales.

Tanto a los medios de comunicación gubernamentales como a medios comerciales les ha sido indicado el deber de concentrarse en noticias positivas sobre el control del virus y la cura de pacientes.

La frustración y rabia de los ciudadanos ha sido tanta que solamente ha logrado permear a medios internacionales, sino que incluso ha logrado escapar de la censura oficial.

En un esfuerzo por contrarrestar la mala imagen, el Departamento Central de Propaganda china decidió mandar 300 periodistas al epicentro de la enfermedad, a Wuhan, según reportó el New York Times.

Una nueva diagnosis y el crecimiento de casos confirmados

 Coronavirus COVID-19 Global Cases by Johns Hopkins CSSE - Screenshot

Ante el crecimiento de casos reportados y la escasez de los kits necesarios para hacer los diagnósticos en laboratorio, los médicos chinos empezaron a utilizar un nuevo método: tomar un escaner de los pulmones en busca de signos de neumonia, quien los tuviera, se reportaba como contagiado.

Esto hizo que de la noche a la mañana, sin exageración, se reportaran 14.840 casos nuevos de contagio, de los cuales solamente 1.508 fueron diagnosticados en laboratio.

Ante esta diferencia en el diagnóstico, que si bien puede ser más rápida, es más imprecisa, la OMS decidió mantener en sus cuentas solamente los que han sido diagnosticados en laboratorio, no clínicamente. Esto ha llevado a una disparidad importante en las cifras de contagio reportadas: mientras para la OMS hay 46.997 casos, para su reporte del 13 de febrero, de acuerdo al mapeo de la universidad John Hopkins hay 64.460.

Por otra parte, mientras el reporte de OMS no da parte de la cantidad de personas que se han recuperado de la afección, la John Hopkins sí. Según el centro de investigación, de los 64.460 casos que tienen registrados, 7.171 han sanado, contra 1.384 muertes.

Pese a la enorme confusión que hay con relación a las proporciones reales de la epidemia, dado el nuevo método de diagnosis,  los esfuerzos internacionales coordinados que se están haciendo para investigar sobre el COVID-19 han sido de enorme importancia. Para facilitarlos, entre otros mecanismo más, la OMS ha dispuesto una base de datos abierta al público, donde todos los centros de investigación que están trabajando en el tema han publicado sus hallazgos.

El pangolín

Pangolín. Tomado de ambientum.com

Entre los hallazgos más relevantes, está el alto grado de probabilidad de que el huésped original del COVID-19 haya sido el pangolín.

De acuerdo a Nature, el análisis de la secuenciación genética del COVID-19 (en ese momento aún llamado 2019-nCoV) muestra una similitud del 99% con el que se encuentra en los pangolines. Esta, sin embargo, es una conclusión aún temprana y que requiere de más análisis para ser comprobada y publicada formalmente.

Los pangolines son animales protegidos, por lo que su consumo es ilegal. Sin embargo, es posible que hubiera sido vendido en el mercado de Wuhan aún por fuera de la ley.