En su cargo de vicepresidenta de Relaciones Públicas y Comunicaciones en Liberty Coca-Cola Beverages, Mayra Linares-Garcia trabaja sin cesar para encontrar formas para complacer a clientes y consumidores.

“Cuando se trabaja en relaciones públicas y comunicación, el objetivo realmente es ser el rostro de la empresa, conectar con los empleados y las comunidades de las que son miembro, y a las que también pertenece la compañía”. Linares-García dijo durante una entrevista con AL DIA. 

En octubre de 2017, Liberty Coca-Cola abrió sus puertas de forma oficial y dio la bienvenida a más de 4.600 empleados, mientras The Coca-Cola Company avanzaba en sus pasos por retomar la franquicia. En la actualidad, la empresa embotelladora y distribuidora provee sus servicios a Filadelfia, Nueva York y Nueva Jersey, entre otras partes del área que abarca los tres estados, con un total de 10 centros de distribución y tres fábricas.

Coca-Cola amplió su marca para ofrecer a los clientes una amplia selección de bebidas no alcohólicas, que incluye bebidas gaseosas, jugos, bebidas energizantes, agua, café y té.

“Somos más que Coca-Cola”, asegura Linares-Garcia. “Nos estamos convirtiendo en una empresa de todo tipo de bebidas y cada día buscamos maneras innovadoras para atender a nuestros clientes estén donde estén”.

Liberty Coca-Cola se involucra con diversas comunidades y organizaciones con el objetivo de crear relaciones duraderas. Por ejemplo, el pasado 30 de septiembre, participó en el desfile anual ‘Puerto Rican Day Parade’, colaborando con los esfuerzos de la concejal Maria Quiñones-Sanchez por enviar ayuda a los supervivientes del Huracán María en Puerto Rico. Además, la compañía ha decidido mandar un mensaje a todos aquellos que aún pasan dificultades, lanzando una edición especial de botellas con el mensaje “Fuerza Puerto Rico”, creada en la embotelladora que tienen en la isla.

Trabajar con diferentes comunidades ha sido durante mucho tiempo un papel que Linares-García ha abrazado. De ascendencia dominicana y puertorriqueña, creció en un vecindario multicultural en la sección de Washington Heights en el norte de Manhattan. Durante ese tiempo, se fundó The National Rainbow Coalition– una organización desarrollada a partir de la campaña presidencial de 1984 del Reverendo Jesse Jackson dedicada al empoderamiento político, la educación y el cambio de políticas públicas para las comunidades desatendidas, y la comunidad de inmigrantes– compuesta principalmente del Puerto Las comunidades rican, dominicana y negra: estaban empezando a levantar su voz y comenzaron a trabajar juntas.

As early as five years old, Linares-Garcia played her part in helping out her parents, who were both advocates. She handed out flyers, participated in marches for rent control, and fought for education.

“Vengo de un entorno en el que entiendo que uno necesita crear coaliciones y apoyarse en diferentes comunidades para poder alcanzar el éxito”, explica.

En 1991, su padre, Guillermo Linares, se convirtió en el primer funcionario electo dominicano en los EE. UU. Entre 1992 y el 2001, sirvió en el consejo municipal de la ciudad de Nueva York, donde abogó por la educación de calidad, los servicios de salud esenciales, la vivienda asequible y los derechos de los inmigrantes.

Dos décadas más  tarde, en 2012, Mayra incursionó en el ámbito político. Y aunque no logró formar parte de la Asamblea estatal de Nueva York, la experiencia le brindó un mayor conocimiento de sí misma y de su comunidad.

“No es imprescindible ser un funcionario electo para devolver algo a la comunidad. No es imprescindible estar en la primera línea para poder influir”, afirma. 

Linares-García usa su plataforma para continuar trabajando en la creación de conexiones con tantas comunidades como sea posible, grandes o pequeñas. Su experiencia le ha permitido obtener una mayor perspectiva desde ambos lados del espectro y ha mejorado su capacidad para trabajar con personas de esferas sociales muy diferentes.

“No solo me apoyé en los hombros de mi padre, sino también los de muchas personas de mi comunidad, para poder llegar donde me encuentro hoy”, confiesa. Quizás por esta razón y todo lo que su comunidad ha invertido en ella, ella siempre ha sentido la necesidad de retribuir a su comunidad y ayudar a otros, una meta que nunca ha cambiado.

“Siempre que puedo invertir en la juventud lo hago, porque es una inversión”, asegura Linares-García. “El mayor regalo que se puede dar a las personas es nuestro tiempo, así que poder hacerlo es algo que me hace sentir plena”.

“Pienso que también ayuda a amplificar la plataforma sobre la que actualmente me encuentro: la de una empresa para la que me enorgullece trabajar, y una embotelladora local con la que me siento orgullosa de trabajar”, agrega.

Con este fin, Liberty y Linares-García esperan continuar trabajando para encontrar maneras de beneficiar a la comunidad y construir relaciones a largo plazo. Uno de sus principales objetivos en los próximos años es la mejora de nuestro espacio ambiental, que incluye reducir el uso de plástico y promover el reciclaje.

“Pensamos que es muy importante que eduquemos a nuestros jóvenes y a nuestras comunidades en materia de reciclaje y a hacerlo correctamente y encontrar formas para que sea cada vez más accesible”, cuenta Linares-García. “No es simplemente una cuestión de eliminar. La narrativa no es la de la eliminación de algo, sino la de la educación para poderlo hacer correctamente”.