Empresas que invierten en startups, y el delicado equilibrio que mantienen
Hablando de la relación entre las empresas y las startups a las que apoyan, Walter Bayly Llona describe cómo ambas pueden apoyarse y obstaculizarse mutuamente.
El 24 de marzo, la Conferencia Latinoamericana de Wharton acogió varios debates en torno a América Latina, sus empresas y su futuro. Estos temas incluyeron desde el uso de energías renovables hasta el crecimiento de una empresa tecnológica global.
Uno de los ponentes principales fue Walter Bayly-Llona, que habló sobre la relación entre una empresa y las startups en las que puede invertir -o incluso fundar- para mantenerse dinámica en un mercado en evolución.
Como antiguo CEO de CrediCorp -el mayor holding financiero con sede en Perú y presencia en países vecinos y en EE.UU.-, Bayly acudió a la Conferencia Latinoamericana de Wharton para hablar y compartir su experiencia con instituciones financieras.
A lo largo de su carrera, Bayly ha acumulado más de 40 años de trabajo con diversas instituciones financieras, trabajando junto a grandes corporaciones y pequeñas startups en su intento de hacerlas rentables.
Desde su punto de vista, el crecimiento económico relativamente lento de Perú le ha brindado amplias oportunidades para observar cómo otras naciones construyen sus economías y aprender de sus errores y sus buenas decisiones a medida que se desarrollan.
Para conocer mejor las finanzas, Bayly viajó por todo el mundo para entender la vanguardia de las finanzas. De sus viajes aprendió que la forma tradicional de hacer negocios no era necesariamente la mejor; las empresas necesitaban ser más ágiles, más dinámicas, más disruptivas que la competencia.
La solución que había encontrado era utilizar las inversiones de capital riesgo de las empresas para crear startups capaces de crear cosas nuevas que la empresa no podía.
Dado el tamaño de muchas empresas capaces de invertir a largo plazo en startups -Bayly describió cómo un plan de financiación a 10 años podía requerir 12 millones de dólares al año para que una aplicación de pago despegara-, las empresas más pequeñas podían satisfacer las necesidades de los clientes de una forma que la empresa principal no podría; no sin que se realizaran arduos cambios internos.
A diferencia de la mayoría de las inversiones de capital riesgo, que sólo buscan obtener dinero a cambio, Bayly quería animar a dar a estas startups más libertad para operar mientras trabajaban en algo nuevo que beneficiara a la empresa.
Describió que había una diferencia fundamental de pensamiento entre las grandes empresas y las startups, que era cómo medían su dinero, sus éxitos y sus gastos.
Un consejo de administración tradicional, explicó Bayly, no encaja bien con la idea de las startups de aceptar el fracaso. En las startups, asumir riesgos y aceptar el fracaso es habitual, mientras que en otras empresas el fracaso era el fracaso.
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Pero una asociación entre ambas beneficiaría a las dos. La gran empresa aportaría clientes y dinero a la startup, mientras que la startup aportaría ideas innovadoras en las que la gran empresa no podría centrarse, al estar limitada por su tamaño y la necesidad de seguir ganando dinero, y satisfacer las necesidades de sus clientes actuales.
Para asegurarse de que una startup no muera por falta de fondos, Bayly aconseja garantizar un compromiso financiero a largo plazo, ya que un recorte en la financiación podría significar fácilmente el fin de la startup, haciendo inútiles los años individuales de financiación previa.
También existe un delicado equilibrio entre las empresas y sus startups.
Si la startup está demasiado lejos, no puede aprovechar el valor de estar asociada a una empresa, como no atraer a los mismos clientes. Pero si están demasiado cerca, los elementos burocráticos de la empresa podrían frenar y asfixiar a la startup.
Del mismo modo, las startups se reflejan en su empresa matriz, y cualquier actividad ilegal (por ejemplo, el blanqueo de dinero) se asocia a ellas, lo que exige cierta supervisión de su funcionamiento interno.
Para tener éxito, las startups deben comprender el proceso de toma de decisiones de las empresas, su apetito por el riesgo y lo que quieren de un acuerdo, a fin de lograr un equilibrio entre ambos.
Pero, subrayó Bayly, no existe un conjunto de buenas prácticas que puedan memorizarse y aplicarse cada vez para garantizar el éxito. En última instancia, depende de la mano de obra cualificada y de líderes con talento que consigan su propio éxito.
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