La persecución comenzó la noche del lunes. Hombres, mujeres y niños del pequeño municipio de Soledad de Doblado, a 30 kilómetros del puerto de Veracruz (México), recorrían las calles empedradas armados con piedras, palos y armas de fuego. 

“Tengan cuidado que les puede hacer algo, no sé qué les puede pasar”, gritó una mujer para alertar al resto.

Había empezado la “caza” del nahual. 

Las supuestas imágenes de la persecución de este ser sobrenatural se recogen en vídeos de Facebook colgados por algunas de las personas que formaron parte de la turba. 

Presos tal vez de la histeria colectiva, algunos vecinos afirmaban haber visto una figura con ojos de color gris subirse a una palmera, alrededor de la cual se congregaron iluminándola con lámparas. 

“¡Disparen!”, dijo uno. “Ahí está, su madre, gris. ¡Pégale ahí!”. 

El ladrido de los perros es incesante. El griterío de los niños se escucha muy lejos, pero las detonaciones no paran. Hasta que ese supuesto ser mitad humano y mitad animal huye, según los testigos, por los cielos. “¡Voló, voló, ah, su madre!”. 

Cuando la policía municipal se personó en el lugar para convencer a los vecinos que regresasen a sus casas, ya que estaban incumpliendo las medidas sanitarias impuestas por la pandemia de COVID, el nahual ya se había ido. 

Quienes hayan leído a Carlos Castaneda y su mítico Don Juan Matus estarán familiarizados con las historias de brujos que tienen el poder de transmutar en animales o incluso en elementos de la naturaleza, como un relámpago o el humo de una hoguera. Generalmente, a estos brujos se les otorga intenciones malvadas desde el tiempo de la llegada de los españoles, pero no siempre fue así.

Porque un nahual también puede ser una entidad totémica, un animal de poder con el que en muchas culturas mesoamericanas se cree que cada persona está emparentada desde el nacimiento. Un guía o un protector que aparece en sueños para dar consejos y del que se cuenta que existe tal grado de vinculación que cuando muere el animal guía también lo hace su Yo humano, y viceversa, al menos según el nagualismo.

La palabra nahual - o nahualli- viene del náhualt y significa “disfraz”, “oculto” o “piel”. En los pueblos prehispánicos, el nahualli era llamado ‘tla tlacatecolotl’ -hombre búho- y se creía que sólo aparecía de noche. Tanto mexicas como yakis, tarahumaras o series, desde el norte de México al sur de los Estados Unidos, tenían sus propios nahuales. 

De forma que si alguien llegaba a conocer su espíritu nahual podía practicar magia y transformarse en este ser. Han sobrevivido muchos relatos de la época colonial sobre cazadores mexicas y españoles que mataban un animal en la noche y a la mañana siguiente su cadáver se había transformado en el de un ser humano.

¿Vieron entonces los vecinos de Veracruz a un nahual de ojos grises, como da a entender el supuesto vídeo compartido por el diario mexicano El Universal?

Mientras hay quien habla de alucinación colectiva o incluso de histeria colectiva -presumiendo que el vídeo sea realmente cierto-, ¿no deberíamos preguntarnos primero acerca del significado de ‘lo real’? Si somos mente y somos mito, si todo lo que nos envuelve es puro constructo, en el acto de creer lo convertimos en realidad.

En eso consiste la magia.