La radio hace escuela en el campo en tiempos de coronavirus
En Colombia las comunidades campesinas están retomando una estrategia del siglo pasado para continuar la educación de los niños mientras se resguardan de la…
Durante 40 años operó en Colombia Radio Sutatenza, una iniciativa liderada por el padre José Joaquín Salcedo Guarín para contribuir a la educación de la población campesina en 1948, momento en que la falta de carreteras y otros medios de comunicación hacían que esa fuera la única alternativa practicable.
Con el apoyo del Estado, la iglesia, decenas de laicos voluntarios y la creación de cartillas y el periódico El Campesino, Radio Sutatenza se dio a la tarea lenta, paciente y constante de educar a la población rural del país.
En muchos casos, quienes se beneficiaron de este proyecto –primero de su clase– fueron adultos que de otro modo habrían seguido siendo analfabetas el resto de sus días.
Desde que el Gobierno Nacional de Colombia anunciara el cese de actividades escolares y luego el inicio de la cuarentena (que para el caso de los niños en edad escolar se extenderá hasta el 31 de mayo, según se prevee de momento), se ha intentado implantar el uso de clases virtuales.
Sin embargo, pese a que en la mayor parte del territorio nacional hay alguna clase de penetración del internet, en la mayoría de los casos no es suficiente como para tener clase por Zoom o cualquier otra plataforma similar, si bien ha habido algunos casos de éxito.
Lo que Colombia sí tiene en abundancia, por fortuna, son emisoras comunitarias de radio, particularmente en las zonas rurales. Según El Campesino –una versión del original fundado por Radio Sutatenza–, Colombia tiene actualmente 626 radios comunitarias, a las que están por sumarse 187 más.
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Aprovechando esa red de radios comunitarias, el departamento de Boyacá, en el corazón de Colombia, varias iniciativas han recuperado la experiencia de Radio Sutatenza para continuar la formación de sus estudiantes durante la pandemia.
Algunas de éstas han sido realizadas por instituciones educativas que tienen entre 200 y 800 estudiantes dispersos por los terrenos montañosos del departamento. En estos casos lo que han hecho es que durante una hora al día, un profosor explica a los estudiantes cómo realizar las cartillas que el colegio les reparte cada quince días.
La Secretaría de Educación de Boyacá creó su propio programa radial, según reporta El Espectador. A éste se enlazan las radios comunitarias de los 123 municipios que conforman el departamento y así llegan ofrecen el servicio a los niños que normalmente asistirían a 254 Instituciones Educativas, en un departamento cuya población rural ronda las 50,000 personas.
Es claro que una cosa es lograr el acceso a la palabra de los docentes y otra saber si la calidad y cantidad de la educación que reciben los estudiantes es adecuada o suficiente para sus necesidades. Pero también se cae de su peso que sin lo primero, lo segundo no va a llegar.
Por lo pronto, este viejo truco se muestra como una opción para aliviar las dificultades a las que se enfrentan millones de familias en toda América Latina. Una opción que puede ayudar a mitigar las duras consecuencias de mediano y largo plazo que puede tener interrumpir el proceso formativo en edad escolar.
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