La Hopper coreana que reinventó México a través de Google Maps
Las calles de Durango más jamás estuvieron tan vacías como en las obras de An SoHyun, que sólo conoce el país a través de su laptop.
Cuentan que Hopper pintó Estados Unidos sin salir de su casa, nada más que mirando por la ventana, e igualmente a las musas calladas y concentradas de sus cuadros, mujeres que parece que barrunten una idea que las sacude por dentro.
Como el inquietante silencio que precede a un desastre...
Las calles de la norteña Durango jamás estuvieron tan calmas como “atrapadas” en las obras de la artista coreana An SoHyun, que retrata un país que no existe -o al menos no ha sido retratado así hace mucho-, un México sin criminalidad en sus calles, pero también sin la alegría y el alboroto de sus gentes ni en los mercados ni en ningún otro lugar.
La ilustradora lleva un par de años utilizando Google Maps para viajar virtualmente a Durango, ciudad donde no ha puesto nunca un pie. Según dice le fascina su arquitectura, el color de sus casas y la gente sin prisas. Para ella, utilizar esta herramienta le ha permitido sumergirse en el verdadero corazón de México como si fueran los ojos de un halcón que sobrevuela el territorio. Un halcón optimista, digamos; un pájaro que mira con los ojos de Oriente una tierra donde la gente es picante como el chile.
En una entrevista con El Universal, SoHyun explicó que la primera fachada que vio fue de una escuela y entonces le pareció demasiado cálido y pacífico, y empezó a interesarse por el país. Antes de eso, lo único que la ilustradora sabía es que México era muy grande, que tenía abundante naturaleza y que había un polvorín de criminalidad con cárteles y tiroteos. Básicamente lo mismo que se podría decir de Brasil, o de cualquier otro país de la América Latina. Un tópico extendido y pixelado.
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Sin embargo, no todo es negativo. Mientras que los escenarios turísticos de ciudades como Durango han sido largamente retratados, la coreana se dedica a pintar su cotidianidad; las calles que no aparecen en las fotografías, las gentes anónimas que barren tranquilamente la entrada de sus casas.
“Creo que es una labor de los artistas encontrar la belleza en algo ordinario que está alejado de las personas. Entonces miro todos los días en las escenas y dibujo. Yo quiero mostrar que incluso un pequeño lugar en el camino puede ser una bella imagen”, declaró la creadora, que reside en Bucheon, en Corea del Sur y que es reconocida por su habilidad para recoger la vida cotidiana.
“Sólo dibujo, luego pienso”, asegura la oriental.
No hay duda que hay algo muy zen en sus creaciones, que de alguna forma tal vez la coreana no haya reinventado México después de todo, o lo haya hecho en parte. Quizás haya extraído esa parte contemplativa, pausada e inmóvil que los demás, con nuestras cabezas llenas de ruido, no apreciamos.
Algunas de sus piezas expuestas han calado hondo en los mexicanos, llegando a decir que no podían creer que una persona que jamás hubiese estado en México lo hubiera retratado tan bien. “Estaban sorprendidos de que las creara mirando Google Maps”, dijo ella.
“Ver esos lugares a través de tus ojos me hace muy feliz”, le escribió una persona de Tamaulipas, en el norte de México, alucinada porque esas mismas calles, azotadas durante una más de una década por la delincuencia, seguían siendo tan calmas y bellas. Tan mágicas como en un sueño.
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