Una niña burbuja para frenar el coronavirus, la absurda campaña del gobierno mexicano
En México se bromea con todo, pero la Wonder Woman de López Obrador no ha hecho ninguna gracia a los más de 52 millones de pobres del país.
Parece que el Gobierno mexicano más que imponer medidas de distancia para evitar contagios, pone distancia con su gente. En un país en el que más de la mitad de la población vive en condiciones de pobreza (52,4 millones) y muchos de ellos no disponen de agua corriente ni luz en sus casas, las soluciones para detener la proliferación del coronavirus llegan tarde, se muestran insuficientes. Y a veces, incluso absurdas.
Para muestra, la heroína protagonista de la campaña de Salud que se presentó el pasado viernes: Susana Distancia. Una Wonder Woman encerrada en una burbuja para concienciar a la población de que no deben arrimarse demasiado en los atestados metros de Distrito Federal, mientras se miran unos a otros, envidiando a los pocos que han podido conseguir una mascarilla.
Los casos confirmados ayer eran de 367 en todo el país, 18 más que el 22 de marzo, de acuerdo a la Secretaría de Salud. Y a pesar del terror que produce la pandemia, el cierre de negocios y el confinamiento asusta a los mexicanos tanto o más que el virus. Sobre todo a aquellos que no aparecen en los medios, en las imágenes de las colonias adineradas de la capital donde las familias se apresuran a llenar sus carros con productos del supermercado para meses.
“Si no nos mata el virus, nos mata el Gobierno”, le cuenta a El País una mujer que vive en Ecapetec, un municipio a las afueras, donde el agua llega una vez por semana durante un par de horas.
Ella es una de esos casi 25 millones de habitantes que no tienen ni luz ni agua, según Coneval.
En Ecatepec, al igual que ocurre en las zonas más depauperadas del país, las recomendaciones del gobierno mexicano parecen venir de otro planeta:
Hay que lavarse las manos, comprar para varios meses. ¡Que no cunda el pánico, pero compren! En los barrios pobres lavarse las manos es un lujo cuando deben racionar el agua.
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“Nunca he comprado comida para más de una semana. Tampoco mis vecinos. Si se acaba acá, será por los saqueos. Nadie en este barrio tiene para más de un día”, le cuenta la mujer, Patricia Juárez, a la reportera. Tampoco tiene celular ni un seguro médico privado; eso sí, en caso de enfermarse acude a los hospitales para pobres, donde los pacientes tienen que comprar incluso las jeringuillas.
No muy lejos -aunque parezca otro mundo-, los internautas inundan de comentarios las redes felicitándose por su nueva heroína y haciendo bromas sobre su burbuja. Hasta 8.000 retuits el mismo día que se presentó, todo un trending topic.
“Los mexicanos estamos acostumbrados a bromear en el momento que sea”, decía Rubén Darío Vázquez, profesor de la UNAM. “(Esta campaña) es una buena oportunidad para conectar con los más jóvenes de la población”, opina.
Pero ellos, gente como Patricia Juárez, que vive a la desesperada y no sabe ni cómo superar el encierro, tiene una broma mejor. Se la enseñó su hijo.
“Pinches chinos, qué les costaba hervir al murciélago”, dice.
Se echa a reír. Sí, bromear esa una cosa bien seria.
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