Había una vieja expresión que decían algunas ancianas y que afirmaba que duelo y mortaja del cielo bajan. Ese pequeño refrán podría no solo hacer referencia a la aleatoriedad de la vida sino a una tesitura mucho más letal: se calcula que hasta 24.000 personas mueren electrocutadas por relámpagos al año. 

Sin embargo, paradójicamente, lo primero que debería saberse es que hay otro refrán que es bien falso, aquel que dice que los relámpagos no impactan dos veces en el mismo lugar. Nada más lejos de la realidad, especialmente en la zona de Catacumbo, una misteriosa región entre Colombia y Venezuela con el lago más grande de Latinoamérica que ostenta el Récord Guiness de impactos. No hay otro lugar con mayor incidencia de relámpagos por km², hasta doscientos cincuenta en una sola hora. Puede verse de madrugada y especialmente en primavera. 

Este fenómeno ha acabado con la vida de niños y militares por igual, trayendo con asombrosa velocidad la desgracia del cielo, sin que nadie pueda remediarlo. A veces vienen acompañados por tormentas eléctricas pero la realidad es que pueden impactar a más de quince kilómetros de distancia de su origen. Por ello la localidad de Ologá y el lago de Maracaibo son consideradas por la NASA como la capital de los relámpagos de la Tierra, eufemística titulación para tan letal fenómeno. 

Tampoco ayuda la rica rumorología respecto a los procedimientos seguros cuando es bien visible la tormenta. Mucha gente cree que debe resguardarse bajo un árbol y esa es la segunda causa de muerte en tormentas eléctricas. También hay quien cree que debe acostarse en el suelo aunque así aumenta las probabilidades de recibir la corriente que arrastra la tierra; en realidad lo que uno debe hacer es proseguir en busca de refugio.

Este curioso fenómeno considerado por algunos científicos como un faro de la naturaleza es en realidad un viejo conocido de la comunidad, siendo que existen ya informes de 1826 y numerosos ejemplos literarios en los que es mitificado. No es de extrañar pues que aparezca ya un rayo en la bandera de Zulia, en la que el fenómeno es también llamado el Faro de Maracaibo. 

Equipos de científicos de muchos países del globo han viajado a la zona durante estos dos siglos para analizar el fenómeno e intentar dar una explicación. Últimamente creen que pueda deberse a la combinación entre la abundante evaporación de la cuenca del lago y las altas montañas de la cordillera de Mérida que inmovilizan el desplazamiento de las nubes. 

Sea como fuere, la explicación sigue sin ser unánime, la capacidad de predicción del impacto de los relámpagos una utopía muy lejana y, el misterio del fatal azar que trae el silencioso asesino eléctrico, una condena que no podría evitarse.