El abuso sexual a menores, todavía un tema tabú
Personalidades como James Rhodes han denunciado con dureza las violaciones que sufrieron cuando eran niños, pero aún queda mucho por hacer
Una de cada cinco universitarias en Estados Unidos es víctima de abusos sexuales, según la Association of American Universities. De los 22 millones de mujeres que han sido violadas en el país, 9 de cada 10 conocía al agresor. Sólo el 12% lo denunció. ¿Por qué sigue siendo tabú hablar del abuso sexual? ¿Es igual en todo el mundo?
El Consejo de Mujeres y Niñas de la Casa Blanca alertaba hace 3 años sobre la vulnerabilidad de las universitarias y denunciaba los prejuicios de los agentes de policía a la hora de investigar estos casos. “Una víctima normalmente no encuentra razones para romper el silencio, sólo obstáculos”, comenta Chelo Álvarez-Stehle, documentalista afincada en California.
Después de 15 años animando a víctimas de trata y violaciones a denunciar, se dio cuenta de que ella también había sufrido abusos y se atrevió a contarlo en Sands of Silence, un documental en el que alentaba a hablar de violencia sexual y acabó motivándose a sí misma. La cinta ganó en 2016 el premio del público en el Awareness Film Festival de Los Angeles.
“Para que alguien se atreva a hablar necesita sentirse acompañado por la familia, por un amigo o alguien en quien confíe”, expresa Álvarez-Stehle. Pero lo primero “es romper el silencio con uno mismo” porque muchas víctimas pasan años sin querer enfrentarse a lo que les ha ocurrido. Asegura que una vez roto el hielo todo es mucho más fácil porque la sociedad ha evolucionado y siempre hay alguien dispuesto a dar apoyo.
Que existan los abusos es un hecho que la sociedad ha normalizado, pero romper el silencio sigue siendo una excepción. “La violencia sexual es una epidemia” afirma tajante Álvarez-Stehle, que cree que deberíamos empezar a hablar de la posibilidad de rehabilitar a pederastas y violadores: “alucino con el pensamiento de que metiéndolos en la cárcel se arregla”.
Hablar del origen de la violencia sexual en cada caso sigue siendo un territorio también de silencio. “Debemos analizar de dónde le viene a tantos hombres la necesidad de agredir sexualmente, porque muchos están repitiendo un patrón”, explica la documentalista. La víctima convertida en agresor. Además, los condenados deberían pedir perdón y reparar a las víctimas. ¿Cómo? Según Álvarez-Stehle, haciendo algo por la sociedad o hablando de su experiencia para promover el cambio: “que un violador hable y pida ayuda y se la demos significa humanizarlo, y eso suena fuerte porque el mundo en el que vivimos no quiere oírlo”.
Los trabajos en el ámbito de la cultura, como el de esta cineasta, también inspiran a otras víctimas a alzar la voz, diciéndoles que no están solos. Es el caso del pianista británico James Rhodes, que narra en su libro Instrumental su apocalipsis. Su profesor de gimnasio lo violó cuando tenía seis años. Estuvo en un psiquiátrico, fue drogadicto y alcohólico, se intentó suicidar cinco veces y perdió la custodia de su hijo. Pero a través de la música de Bach salió a flote.
En su libro habla con crudeza de la violación, pero él mismo cuenta que le costó muchos años verbalizarlo. “Creo que es bastante común, cuando estas cosas pasan antes de que tu cerebro sea completamente lógico, la agresión va más allá de las palabras”, relata. Por eso la música es tan asombrosa para él, “porque va por debajo de las palabras”.
CONTENIDO RELACIONADO
Rhodes no contó que le habían violado hasta los 30 y desde entonces no ha dejado de denunciarlo, contribuyendo a acabar con el tabú. “Hablar de las cosas difíciles es muy importante”, señala el pianista. Y más en una sociedad que llena las redes sociales de imágenes de felicidad que distorsionan la realidad.
Pero ponerle palabras y descripción al abuso sexual infantil crea también mucho rechazo de ese mundo en el que vivimos y que prefiere no afrontar la maldad. El libro en el que relata lo que sufrió pasó por un agotador proceso judicial; la exmujer de Rhodes intentó prohibir la publicación porque consideraba que su contenido podía dañar al hijo de ambos.
“Me llevó más de un año conseguir que viera la luz”, cuenta el autor, que cree que ante el rechazo, hay que seguir hablando de ello. ¿Hasta qué punto usar las palabras más explícitas ayuda a prevenir el abuso? Rhodes sabe que nunca será capaz de impedirlo del todo, pero ayuda. “Cuanto más hable la gente de ello, más lo entiende y más consciente es sobre el tema”, reflexiona.
En países como España, las llamadas a fundaciones como la de Vicki Bernadet, que trabaja atendiendo a menores víctimas de abuso sexual, han crecido un 26% en el último año. Algo que Bernadet califica como una “muy buena noticia” porque significa “que están cambiando las cosas”. Cada vez más personas se atreven a denunciar a sus agresores.
Entre lo que queda por hacer, destaca la falta de mecanismos más seguros y accesibles para denunciar los abusos. Cuando una víctima se atreve por fin a romper el silencio, muchas veces se encuentra que no tiene dónde acudir. En Estados Unidos, Stop It Now! lucha por prevenir las agresiones sexuales a niños movilizando a adultos, familias y comunidades para que protejan a los más pequeños antes de que les hagan daño.
Su fundadora, Fran Henry, fue víctima de abusos sexuales cuando era niña y como adulta se dio cuenta de que los enfoques estándar para proteger a los más pequeños no respondían a las complejas relaciones que rodean la mayoría de casos de abuso. Henry trabaja para que el abuso de menores se reconozca como un problema de salud pública que se puede prevenir. En ese sentido, los adultos podrían ayudar tomando responsabilidades a la hora de prevenir y frenar las agresiones.
Stop It Now lleva 26 años trabajando con un programa innovador que ha demostrado que los adultos actúan si tienen acceso a información precisa, herramientas prácticas y alguien les guía y apoya. También que las comunidades se organizan poniendo en marcha iniciativas de prevención y con esfuerzos que se dirigen mucho mejor a la complejidad del abuso en el hogar, por su cercanía en el entorno.
Otras organizaciones como Stop the Silence tratan de una forma más general la violencia entre comunidades e intrafamiliar, buscando desarrollar relaciones positivas y pacíficas. El mundo avanza y cada vez cuenta con más recursos, pero necesita aún muchas más voces.
DEJE UN COMENTARIO:
¡Únete a la discusión! Deja un comentario.