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Imagen de óvulo humano madurado en el laboratorio por primera vez. Vía: SCIENCE PHOTO LIBRARY
Imagen de óvulo humano madurado en el laboratorio por primera vez. Vía: SCIENCE PHOTO LIBRARY

Científicos experimentan con mujeres mexicanas de bajos recursos una controvertida técnica con embriones

Les ofrecían 1400 dólares por dejarse inseminar y luego abortar. ¿Ser “conejillo de indias” es el futuro de las clases más vulnerables?

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En el Hospital Punto de Mita, una clínixa de lujo cerca de Puerto Vallarta, donde la pobreza es un problema endémico, se realizan tratamientos de fertilidad para quienes puedan permitírselo. También estudios clínicos conducidos por científicos del más alto nivel. 

Como el genetista catalán Santiago Munné, quien tratando de conseguir un “noble fin”, un nuevo método de concepción más seguro, sencillo y barato para madres e hijos que la fecundación in vitro, expuso a casi un centenar de mujeres pobres de la zona a un experimento que los expertos califican de “perturbador”.

Las mujeres fueron sometidas, según reporta NPR, a inyecciones de altos niveles de hormonas para inducir la ovulación, las inseminaron artificialmente y luego tuvieron abortar estos embriones sanos para estudiarlos. 

Si bien en muchos casos los investigadores encontraron que esos embriones concebidos eran incluso “más sanos” desde un punto genético que los conseguidos mediante fertilización in vitro, donde los óvulos se extraen con agujas y se inseminan en el laboratorio, lo que les ocurrió a algunas de las voluntarias, a las que se habían reclutado ofreciéndoles un monto de 1,400 dólares -el equivalente al sueldo de dos meses en el país- fue algo diferente…

Quienes no pudieron “expulsar” el embrión con éxito tuvieron que someterse a abortos quirúrgicos o químicos, o bien estos fueron congelados, o se transfirieron al vientre de otras pacientes de la clínica. 

Así lo refleja un editorial de Human Reproduction: 

“... las mujeres fértiles que no deseaban quedar embarazadas estaban expuestas a la hiperestimulación ovárica y eran tratadas con inseminación intrauterina con semen que no necesariamente provenía de su propia pareja. A pesar del lavado uterino, no se recuperaron todos los embriones y algunas mujeres se embarazaron accidentalmente. Para la interrupción del embarazo, esas mujeres fueron tratadas con metotrexato (MTX), algunas incluso con una dilatación y legrado (D&C). Todas las intervenciones anteriores son potencialmente perjudiciales para las mujeres que no se beneficiaron directamente de la participación, excepto a través de una compensación económica”.

En tanto el doctor Munné declaró que el objetivo principal de la investigación era prevenir la transmisión de condiciones congénitas a los hijos, como la fibrosis quísticas, y que las mujeres fueron informadas de todos los riesgos, muchos expertos han cuestionado severamente los aspectos éticos del estudio:

“Lo que hicieron esencialmente es utilizar el cuerpo de una mujer como una placa de petri”, dijo a NPR la bioética de la Universidad de Chicago Laurie Zoloth. “Hay algo en eso que parece profundamente perturbador”.

Mientras que los editores de HR continuaban preguntándose en torno a si era ético ofrecer a individuos “una compesación financiera” por participar en un estudio que no les ofrece ningún otro beneficio. “¿Eran los participantes lo suficientemente libres para hacer una elección bien equilibrada?".

Un vacío legal

Muy a pesar de que los investigadores adviertan que su pesquisa fue aprobada por la Secretaria de Salud del Estado de Nayarit, en México, e incluso el Western Institutional Review Board, y que pasaron todos los comités éticos, es difícil pensar que una investigación de este calibre pudiera haberse llevado a término en un país como Estados Unidos. 

En Mexico, mientras tanto, todavía existe un vacío legal alrededor de la experimentación con embriones y la reproducción asistida que ha provocado que numerosos equipos científicos extranjeros se instalen en el país para realizar experimentos que en otros lugares están penados con cárcel. 

Y todo pese a que la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, presentó a finales de 2018 un proyecto de ley para regular este tipo investigaciones que cayó en saco roto.. 

¿Cuál es el límite de los avances científicos? ¿Ser “conejillo de indias” es el futuro de las clases más vulnerables?