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Foto: Transferencia Tec/Animal Político
Foto: Transferencia Tec/Animal Político

Unas 79.000 personas desaparecidas en México desde 2006

Las fosas y los desaparecidos se acumulan en un país todavía en transición y en guerra abierta contra los cárteres de droga en México.

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La mayor crisis de desaparecidos de Lationoamérica sucede todavía ahora mismo en México. Los números son mayores a los del conflicto durante la Guerra Fría y la estremecedora estela de asesinatos de las guerrillas militares, de modo que desde 2006 hasta la actualidad se calcula aproximadamente que habrían desaparecido hasta 79,000 personas, más que en Guatemala, Argentina o Chile.

Existen playas que contemplaron desembarcos militares cuyas costas está hecha de huesos e inmensos campos santos de pretéritas batallas pero tan funestos legados palidecen con la arena de Torreón, Coahuila, en la que se encuentra fragmentos y esquirlas de huesos que estallaron tras horas de combustión. Inmensas fogatas a modo de mortíferas y macabras cocinas en la que de modo sistémico hacer desaparecer el rastro de los oponentes políticos. Existen fosas, como la de Guanajuato, cuyo tamaño y restos son tan grandes que es imposible que nadie subiera lo que estaba sucediendo allí. Y sin embargo, solo queda silencio y dolorosas ausencias.

La encargada de esclarecer este asunto bajo el mandado de Manuel López Obrador es una abogada feminista de cuarenta-y-un años, Karla Quintana. Comisionada Nacional de Búsquedas de Persona y previamente con el cargo de la Jurisdicción Especial para la Paz de Colombia, parece representar al fin un interés institucional en poder fin a este otro tipo de pandemia endémica que, en términos estadísticos, supone una media de dos desaparecidos al día.

Los principales sospechosos con cárteres como los Zetas y otros grupos financiados por el narcotráfico tanto corruptos miembros de las fuerzas de seguridad. Con un ajustado presupuesto de 22 millones de dólares se enfrenta a la principal misión imposible del país con el mayor de los inconvenientes, no tener capacidad judicial para iniciar los procedimientos y depender de un sistema judicial que ha mostrado sus defectos en el pasado así como sentirse espiadas por los agentes de aquellos interesados en que las desapariciones continúen siendo un misterio.

En una declaraciones para Whasington Post Quintana defendía sus posiciones: “Mucha gente cree que los defensores de los derechos humanos siempre tienen que estar en la oposición del gobierno. Pero yo diría que hay ciertos momentos en los que es necesario, no hay otra opción, que estar junto al gobierno”.

Cuenta al fin con ayuda institucional para esta misión imposible pero, sobretodo, con el apoyo de millares de familias que esperan al menos poder poner punto y final a una triste historia nacional y flores junto a una lápida.