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Ni siquiera la pandemia disuadió a los cientos de visitantes de la galería Same, en Tokio. Photo: The Observer.
Ni siquiera la pandemia disuadió a los cientos de visitantes de la galería Same, en Tokio. Photo: The Observer.

Arte robable: El curioso experimento de una galería que convierte al público en ladrones

Sin personal de seguridad y abierta las 24 horas, estas fueron las premisas de una exposición en Tokio que invitaba a los asistentes a llevarse lo que…

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Mientras los museos y las galerías de todo el mundo extreman las medidas de seguridad ya no para impedir el robo de arte, sino que los visitantes -por lo demás bastante escasos- no se roben la salud los unos a los otros, la galería Same en Tokio aprovechó la “nueva anormalidad” para probar un singular experimento que va más allá de la subversión de los roles de artista y espectador e invitaba a estos últimos al pillaje más descarado. 

Bajo el seductor título de “Exposición de arte robable”, Same abrió sus puertas el pasado 10 de julio para inaugurar una muestra a la que no fueron invitados los miembros de seguridad del recinto, pero en la que incitaban a los asistentes a llevarse cualquiera de las obras expuestas en la galería, que iba a estar abierta las 24 horas del día como si fuera un buffet libre. El sueño de un perezoso ladrón de guante blanco. 

La única norma en esta exhibición de arte robable era, lógicamente, que se acabaría cuando ya no hubiera ningún objeto que robar. 

Lo que no imaginaron sus creadores era que la gente iba a tener la mano tan larga.

Según reportó Japan Times, el experimento incluía algunas obras de artistas como Gabin Ito, Joji Nakamura y Merge Majurdan, y no tenía ínfulas de ser nada más que un mero juego intelectual. Pero a medida que las redes sociales se hicieron eco de que en Same había una barra libre de arte gratuito, la gente enloqueció y se lanzó a las calles para llevarse un pedazo del alma de algún artista. 

Hasta dos centenares de personas se personaron en la galería la noche de la inauguración y la dejaron vacía en apenas minutos, cuando se suponía que el experimento debía durar 10 días. 

“El día del evento, había más gente de la que esperábamos, así que tuvimos que discutirlo y abrir antes de la hora de apertura programada para evitar confusiones en el lugar", explicó Same en su página web. 

"Queremos pedir sinceras disculpas a todos los residentes del barrio y a aquellos que no pudieron ver la obra a pesar de venir a la hora prevista. Esta exposición no fue diseñada originalmente con la intención de causar tal confusión”, concluyó.  

Ni la amenaza de un contagio ni la mascarilla disuadieron a los ladrones primerizos, que abarrotaban la galería en Shinagawa Ward hasta que tuvo que mediar la policía para recordarles que en plena pandemia no estaban permitidas las reuniones tumultuosas. 

Lo más increíble ocurrió a las horas, cuando las obras hurtadas empezaron a aparecer en sites de subastas online con precios que rondaban los 1.000 dólares. 

El experimento, que exploraba también nuestra relación con las leyes y nuestro deseo de quebrantarlas, recuerda a esa otra performance que realizó en 1974 la artista serbia Marina Abramovic y en la que se expuso al público durante seis horas con 72 instrumentos, entre los que incluía una pistola cargada y un cuchillo, para que ellos hicieran con la artista lo que quisieran. Su idea era reflexionar sobre la confianza y el contrato social, pero lo que en realidad abordó esta performance titulada Rhythm 0 fue la violencia inherente al ser humano. 

La misma Abramovic lo recordaba así: 

"Lo que aprendí fue que, si dejas que el público decida, te pueden matar. Me sentí verdaderamente atacada: me cortaron la ropa, me clavaron las espinas de las rosas en el estómago, una persona me apuntó a la cabeza con la pistola y otra se la quitó", dijo, y añadió: 

"Después de exactamente seis horas, según el plan, me levanté y empecé a caminar hacia el público. Todos escaparon, evitando un enfrentamiento real".