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Imagen fija del documental de Netflix AfterMaria. Fuente: Netflix.
Imagen fija del documental de Netflix After Maria. Fuente: Netflix.

After Maria: verdad o basura

Al final, la diferencia se redujo a una bolsa de hielo.

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Ver el documental After Maria fue duro, por varias razones. No sólo porque soy puertorriqueña, nacida y criada en la isla y formando ahora parte de la cáustica Diáspora. Eso fue gran parte del asunto; la otra parte fue que el documental no es bueno en lo absoluto.

Debo confesar que, inicialmente, había decidido no mirarlo. Mucho se ha dicho sobre lo que sucedió hace casi dos años, aquél fatídico día de septiembre cuando el huracán masticó a la isla y escupió a su gente. Mucha tinta, muy poco precisa.

Porque María dejó al descubierto mucho más que las venas retorcidas de árboles arrancados de raíz. Eliminó el maquillaje mal aplicado de una colonia al borde del colapso, golpeada por su relación con una metrópolis despreocupada, infestada de deudas, con una Junta montada sobre su espalda y cargada con un gobierno corrupto e inepto.

Gran parte de la cobertura mediática, además de la local, ignoraba esta imagen. Así que asumí que After Maria sería más de lo mismo.

Pero luego las redes sociales se apoderaron del documental, entre tweets, posts en Facebook y respuestas en Instagram criticando la caracterización estereotipada de los puertorriqueños, todos furiosos porque no se representó lo que la isla había sufrido (y sigue sufriendo) por María.

A la fecha de esta publicación, hay al menos 60.000 firmas que le piden a Netflix que baje el documental. Un portavoz de la plataforma dijo que no tenían “ningún comentario y que la cineasta no daría entrevistas por los momentos”.

Así que sentí que debía mirarlo con mis propios ojos. Resultó ser bastante malo, con un par de verdades.

After Maria, un corto de 27 minutos de la mano de la directora del Bronx Nadia Hallgren, cuenta la historia de tres mujeres y sus familias, quienes abandonaron la isla después de la devastación y debieron pasar seis meses en habitaciones de hotel pagados por FEMA. El film sigue de cerca sus últimos días en el hotel, su lucha por encontrar otro lugar donde quedarse y la amistad que se forjó entre ellas.

La historia parte del lugar común más aburrido, que marca el tono para el resto del documental: gente feliz, sonriente, bailando en la calle. Salsa sonando fuerte, banderas puertorriqueñas por todas partes, en tumbonas, sombreros y camisas. Mujeres brillantes, de tres en tres, con trajes ajustados y grandes accesorios. Se puede oler ese perfume rancio y empalagoso de una narrativa de Hallmark, como uno de esos anuncios sobre un perro perdido bajo una lluvia torrencial, con mala música de fondo.

Realmente intenté que me gustara. De verdad. No me sorprendió que no nos gustara esa parte de nuestra historia, pero es parte de la experiencia puertorriqueña antes y después de María. Puede que no sea la más significativa, pero sigue formando parte de ella, nos guste o no.

Y entonces llega la escena con la bolsa de hielo, y me di cuenta cuál era el alboroto.

“En esa escena en particular, cuando la madre (en el hotel) dice ‘ve a buscarme hielo’, sólo recordé las líneas kilométricas aquí en Puerto Rico de personas esperando horas y horas por una pequeña bolsa de hielo”, dijo Molusco, personalidad de la radio puertorriqueña, y comediante. “Sólo para conseguir una pequeña bolsa – horas y horas”.

“(Las mujeres) tenían en mente que el gobierno está en la obligación de darles todo, y no es el caso. No lo es en lo absoluto. Tienes que moverte, tienes que hacer, no sé, estrategias para salir de este círculo vicioso de dependencia”, dijo.

Muchos de los comentarios se refieren a las mujeres como “parásitos vividores” y “oportunistas”. Creo que no es culpa de estas mujeres. La realidad es que son un producto de un sistema colonial que alienta, no, exige dependencia y los que la demandan son los mismos que se benefician de una población dependiente y sin educación a la hora de votar: el gobierno local.

Carlos Weber, un periodista chileno que vive y trabaja en Puerto Rico, describe After Maria de la siguiente manera:

"No creo que se haya visto peor documental en la historia", dijo. "Es basura".

“Pero, lo que muestra a todos es cómo no se deben hacer las cosas. "El método de seguir a los personajes y las familias para humanizar la historia es bueno, pero en este caso, la embarraron", dijo Weber.

“No es clasismo, ya sabes. La estética del documental es horrible".

No obstante, la ira ha permitido el surgimiento de una discusión de temas, como la raza, la clase y la misoginia - tanto en la isla como en la diáspora - de los que nunca se habla. Si algo iluminó este documental, fue precisamente esto.

En mi opinión, todo esto es válido. Pero el hecho es que After Maria es simplemente horrible.