Un extraño y bello disco lleno de reflejos
“Reflexión” es el más reciente disco de Las Áñez, un dueto colombiano que sabe explorar con la tradición y la novedad para sonreírle al presente.
Las Áñez, Juanita y Valentina, son dos gemelas idénticas con una voz que es el juguete más versátil que se pueda imaginar. “Reflexión” es el tercer disco en que nos lo demuestran.
A veces cuando Juanita y Valentina cantan al tiempo suenan como el tintineo de cristales chocándose entre sí y sale luz.
Esa voz extraordinaria y su insistencia en jugar les ha permitido explorar los géneros musicales tradicionales de América Latina, desde el son jarocho hasta el joropo, la jota carupanera o ritmos más andinos –así como iLe o Natalia Lafourcade también han explorado los ritmos puertorriqueños y mexicanos– hasta rasgos de la música religiosa barroca –como en sus dos canciones llamadas “Catedral”, que parecen como si Bach les hubiera escrito un arreglo para explorar cómo quejarse de un dolor “ay, ay” y otro para explorar todas las formas en que puede llegar a sonar la “u”.
Además de saber jugar con la voz y hacer su soberana voluntad, Juanita y Valentina lo hacen con humor.
Uno de los cortes de “Reflexión”, “Al tiempo”, con la colaboración de Kevin Johansen en la que hacen una parodia dramática sobre cómo una pareja se puede dedicar a marearse mutuamente con el tire y afloja de qué quiere o necesita uno del otro, la incapacidad para identificarlo y expresarlo, mientras se machacan entre sí con ese tormento.
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“No me juzgues, no me mires, no sabrás mi realidad,
No me claves la mirada
No me sirve para na’.
Dame tiempo,
Dame espacio,
Para andar.
Si te acuestas en la vía,
Acostado quedarás.
[…]
Más no te preocupes Pues no es más que amor y odio temporal lo que por ti siento”.
“Un secreto” giran entorno a cómo contar un secreto sin cargar las consecuencias de hacerlo. O cómo no contarlo y estar en paz con ese silencio.
“La verdad la diría si pudiera confesar que…
mmmm…
una persona que sepa y que se atreva a contar
tendrá que ser sigilosa sin ser sospechosa
salir por detrás”.
Tal vez el acto de humor más singular de este disco sea el de haber sacado una canción navideña agradable –sí, así de bien cantan ellas y tan buenos son sus arreglos– en mayo. En ella se dedican a comparar los símbolos típicos de la navidad colombiana –y ofrecen buñuelos en vez de mirra u oro– con los símbolos de las festividades judía y musulmana. Para sacar el foco del nombre del objeto y ponerlo en el encuentro con el otro.
“Reflejo mío” es, justamente, sobre la manera en que se encuentran las dos gemelas, infinitamente atadas en una simetría perfecta, que en esta canción está en sus voces y en los efectos electrónicos de reverberación que tiene, donde todo se repite como una onda en el agua.
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