El exilio de Serrat en México: un año de castigo del régimen franquista
Pero en 1975, mientras se encontraba en una gira de conciertos en México, Serrat condenó con dureza las medidas represivas de Franco
En 1975 España vivía los últimos coletazos del régimen fascista del dictador Francisco Franco, que falleció el 20 de noviembre. Si bien la oposición política, la libertad de prensa y el derecho de manifestarse estaban prohibidos, el régimen sufría hacía años insalvables grietas. Los sectores opositores al franquismo se envalentonaban a alzar la voz, a pesar de las duras consecuencias que podían afrontar.
En ese agitado contexto, el cantautor Joan Manuel Serrat fue uno de los muchos cantantes que aportó su voz a la lucha antifranquista. Ya en los años 60, como integrante de la “Nova Cançó” (nueva canción), promovió junto a decenas de cantautores el uso de la lengua catalana, prohibida por las autoridades. Pese a ello, no temió componer múltiples canciones en este idioma.
Pero en 1975, mientras se encontraba en una gira de conciertos en México, Serrat condenó con dureza las medidas represivas de Franco. Ocurrió tras la condena de muerte ordenada a 11 integrantes de ETA y el FRAP, a quién el consejo de guerra acusó de asesinar a varios policías. Seis fueron exentos de la pena, pero cinco fueron finalmente ejecutados.
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Serrat fue más allá y se solidarizó con el presidente de México Luis Echevarría Álvarez, que sólo reconocía como legítimo al gobierno español de la Segunda República en el exilio. Cuando el cantante español emitió las polémicas declaraciones, se ordenó contra él una orden de busca y captura, que lo obligaron a mantenerse exiliado en el país azteca durante un año.
Como ya ocurrió en 1968, el régimen ordenó retirar y censurar todos sus trabajos. Solo en la clandestinidad, sus fans podían escuchar sus canciones preferidas. Este veto afectó especialmente a su recién estrenado disco “Para la piel manzana”, el primero que grabó con la discográfica Ariola.
Durante su situación excepcional en México, no sintió la inspiración para componer nuevas canciones. Pero si aprovechó el tiempo para actuar en varias localidades junto a músicos locales. Alquiló un autobús, bautizado como “La Gordita”, y ofreció varios conciertos por precios muy bajos. Eran tiempos convulsos e inciertos: Serrat temía no poder volver jamás a su añorada tierra de origen.
En aquellos tiempos de militancia exterior, nacieron algunas de sus letras más combativas, que en buena parte eran textos escritos por otros poetas. De aquel año en el exilio, hay grabaciones no oficiales en que Serrat canta “Mazúrquica modérnica” de Violeta Parra, “La poesía es un arma cargada de futuro” o “La vida no vale nada”.
Cuando regresó un año después, Serrat fue recibido con una gran expectativa en el aeropuerto de Barcelona. Eran tiempos en que España se preparaba para dar la bienvenida a la ansiada democracia.
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