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La compositora mexicana Gabriela Ortiz
La compositora mexicana Gabriela Ortiz

Gabriela Ortiz: transformar la música clásica con una voz latinoamericana

Gabriela Ortiz, compositora residente del Carnegie Hall, aporta la vitalidad latinoamericana a la música clásica.

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En el bullicioso corazón de la Plaza Hidalgo, rodeada por un coro de organillos, cantantes de falsete y el zumbido de la vida cotidiana, la compositora Gabriela Ortiz cierra los ojos y escucha. Para Ortiz, de 59 años, la música siempre ha sido una forma de destilar el clamor de la vida en arte. "No hay lugar tranquilo en Ciudad de México", afirma. "Todo el mundo tiene algo que decir. Y la música es la forma de decirlo".

Ortiz ha dedicado su carrera a tejer los sonidos de su herencia latinoamericana en la música clásica, un campo dominado durante mucho tiempo por las tradiciones europeas. Como compositora residente del Carnegie Hall esta temporada, su trabajo ocupa un lugar central. Se trata de un hito notable para una compositora cuyo estilo vibrante y poco convencional fue tachado en su día de "demasiado exótico".
 

Superar los retos

Durante décadas, Ortiz encontró resistencia. Profesores y críticos se oponían a sus exuberantes y rítmicas composiciones, y las mejores orquestas la pasaban por alto. Pero la perseverancia dio sus frutos. Hoy, sus obras son interpretadas en todo el mundo por renombrados conjuntos de Berlín, Londres y Nueva York. Ha ganado prestigiosos premios, ha producido composiciones innovadoras y se ha ganado la reputación de defensora de la diversidad en la música clásica.
"¿Por qué siempre es Europa la que dicta el futuro de la música?". se pregunta Ortiz. "Tenemos compositores increíbles en Brasil, Argentina, Perú, Colombia y México. Pero nadie lo sabe".

Ortiz saltó a la fama en 2017, cuando el director superestrella Gustavo Dudamel estrenó su pieza orquestal "Téenek-Invenciones de Territorio" con la Filarmónica de Los Ángeles. Dudamel, que desde entonces ha defendido su obra en todo el mundo, califica a Ortiz de "genio natural".

Entre sus hitos recientes figura la interpretación de "Téenek" por la Filarmónica de Berlín en 2022, la primera vez en sus 141 años de historia que el conjunto interpretaba una obra de una mujer latinoamericana. "La gente gritaba", recuerda Dudamel. "Gabriela tiene el poder de crear estos colores, estos mundos, estas emociones".

De México para el mundo

La trayectoria de Ortiz comenzó en el seno de una familia de clase media y rica musicalmente de Ciudad de México. Sus padres, miembros del célebre grupo folclórico Los Folkloristas, la expusieron a una mezcla de Beethoven y mariachi. Desde muy pequeña, Ortiz se sintió cautivada por la capacidad de la música para contar historias. A los 17 ya componía y soñaba con una carrera internacional.

Sus ambiciones la llevaron a estudiar a París y Londres, pero su música a menudo desconcertaba a sus colegas europeos. Los profesores la disuadían de utilizar el ritmo, parte integrante de su identidad. "Pedirme que no use el ritmo", replicaba, "es como pedirme que me corte un brazo".

De vuelta a México, persistió en su empeño de compaginar la maternidad con la creación. En 2003, la Filarmónica de Los Ángeles estrenó su concierto para percusión "Altar de Piedra". Aunque la acogida fue desigual, supuso su primera colaboración con una gran orquesta estadounidense.

El papel de la resiliencia

La carrera de Ortiz ha estado salpicada de retos personales y profesionales. Durante un turbulento divorcio, recibió un segundo encargo de la Filarmónica de Los Ángeles. A pesar de sus dificultades, la obra resultante, "Téenek", fue un triunfo que revitalizó su carrera.

Su resiliencia se extiende más allá de la música. Diagnosticada de cáncer de colon en 2019, Ortiz afrontó su tratamiento con la misma determinación que aplica a sus composiciones. Ahora que está en remisión, reflexiona sobre el tiempo y la mortalidad con urgencia. "Hay mucho más que quiero decir; muchas más historias que quiero contar".

Defender el cambio

A medida que ha ido adquiriendo notoriedad, Ortiz se ha convertido en una firme defensora de una mayor diversidad en la música clásica. Defiende que el género debe acoger voces de América Latina y de otros lugares. Sus obras se basan sin complejos en su herencia, desde un ballet inspirado en los movimientos de protesta mexicanos hasta una ópera sobre el narcotráfico.

Sus próximos proyectos en el Carnegie Hall reflejan su versatilidad: un concierto para violonchelo para Alisa Weilerstein, una pieza coral para Roomful of Teeth y una obra de cámara para el Cuarteto Attacca. Ortiz sigue innovando, combinando sonidos tradicionales latinoamericanos con formas clásicas.

Un legado en construcción

La música de Ortiz, rebosante de ritmos vibrantes y emociones profundas, no sólo ha enriquecido la música clásica, sino que también ha llamado la atención sobre compositores infrarrepresentados. Su trayectoria, desde ser tachada de "demasiado exótica" hasta convertirse en un icono mundial, es testimonio de su talento y tenacidad.

En su estudio de Ciudad de México, rodeada de bocetos de nuevas obras y recuerdos de sus mentores, Ortiz reflexiona sobre su propósito. "La música forma parte de mí y es más grande que yo", afirma. "Es lo que me mantiene viva".

Con cada nueva composición, Gabriela Ortiz sigue demostrando que la música clásica no es sólo una tradición europea, sino un lenguaje global.