‘Queer’, latina e intensamente boricua: Así es la nueva poeta laureada de Filadelfia
Una conversación íntima con Raquel Salas Rivera, una activista gay, no-binaria, de Mayagüez, recién nombrada cuarta Poeta Laureada de Filadelfia.
Para algunos, la poesía, con sus líricas notas de cañadas irlandesas, debería llevarnos a escenas de un matrimonio victoriano y rimas que se deslizan de un extremo al otro del verso como si fueran de seda.
Esta poesía, canonizada e ideal, pretende ser agradable, universalmente adorada y fácil de recitar. En ocasiones ha sido digna de revuelo o considerada progresista (al menos en su contexto histórico), pero la mayor parte de la poesía clásica suele ser una cadena de clichés de sonido agradable escrita por venerados hombres de mediana edad.
Para Raquel Salas Rivera, sin embargo, la poesía debería ser una experiencia conmovedora, no una que adormece la realidad, ni que se ajusta a los límites del lenguaje y la norma impuestos por la sociedad.
“Los poetas nos enseñan en profundidad, nos enseñan a sentir, en el mejor de los escenarios. Creo que eso es lo que hacen los poetas. Me gusta la poesía que me impulsa a hacer algo, o no: que me hace sentir algo tan fuerte que no puedo hacer nada durante unos minutos, de lo impactada que me ha dejado. Me gusta la poesía que me hace sentir ganas de dejarlo todo y ponerme a escribir, o que me hace sentir que no hay nada más que decir, de lo completa que es”, afirma.
Residente en Filadelfia, Salas Rivera se define como activista gay, no binaria, originaria de Mayagüez, Puerto Rico. Desde enero de este año tiene el título de Poeta Laureada de Filadelfia, nombramiento honorífico que cada año concede la Biblioteca Pública de Filadelfia.
Salas Rivera tiene grandes planes para la ciudad mientras dure su cargo, que sin duda sacudirán el status quo.
Puede que el título de Poeta Laureada sea algo nuevo, pero retar a la norma forma parte de su naturaleza.
Salas Rivera nació con el deseo y la capacidad de luchar por lo que considera “justo”. Sus padres, la poeta y lingüista Yolanda Rivera-Castillo y su padre, se conocieron discutiendo sobre los textos marxistas y la izquierda puertorriqueña. Su abuelo y mentor, Sotero Rivera Avilés, fue miembro del colectivo poeta-político Grupo Guajana.
“Si algún día logro escribir como él [su abuelo], entonces habré hecho algo en este mundo. Estoy muy contenta de poder darle continuidad a su trabajo, en cada contexto”, dice.
Salas Rivera pronto siguió los pasos de sus padres y tuvo un rol importante en dos huelgas estudiantiles en la Universidad de Puerto Rico, donde estuvo antes de venir a Filadelfia para ampliar sus estudios en la Universidad de Pensilvania. En 2005, cuando tenía solo dieciocho años, dio un discurso en El CUCA (Comité de Estudiantes Contra el Alza). Más adelante, fue una de los principales organizadores de las huelgas estudiantiles ocurridas en el campus de Mayagüez en 2010.
Durante sus años universitarios, Salas Rivera ya participaba en actuaciones queer a la vez que estudiaba Literatura Comparada. Uno de los eventos queer de los que más se enorgullece de seguir participando hoy en día es la conferencia “El Coloquio del Otro L’ao”.
En Filadelfia, la poeta continúa llevando a cabo diversas actividades de tipo social, intentando preservar sus raíces y su identidad como una boricua queer. Para ella, ser migrante significa comprometerse con la comunidad en la que vive e interesarse por los marginados, incluso en una ciudad con la que tiene una “relación complicada”.
Esta batalla interna nació en parte durante sus años de estudiante de postgrado en la Universidad de Pensilvania, una institución que además de gentrificar el oeste de Filadelfia, también es el hogar de David Arthur Skeel, uno de los miembros de la junta supervisora de PROMESA, organismo que gobierna de facto a Puerto Rico.
Salas Rivera es defensora del Nuevo Movimiento Santuario de Filadelfia (The New Sanctuary Movement of Philadelphia), Juntos, SANCTUARY Poets, Galaei y el Mazzoni Center: "Creo que parte de lo que implica ser queer en este mundo es ayudarse los unos a los otros”, señala.
Poco después de que el devastador huracán María arrasara a Puerto Rico, ella y su pareja Allison Harris lograron traer a cinco personas trans y queer de la isla.
“Es un imperativo que la gente tenga vivienda, es un imperativo que la gente –especialmente las personas trans– tengan acceso a hormonas. La clínica Hope en Puerto Rico nos ayudó a ponernos en contacto con personas que querían venir. Les compramos boletos y les buscamos alojamiento, el Centro Mazzoni ofreció servicios gratuitos. Trabajamos con ellos, los acompañamos a las reuniones, les dimos mapas de la ciudad, les conseguimos tarjetas SEPTA, los pusimos en contacto, les ayudamos a buscar empleo y otras cosas básicas”, recordó.
Cuando le pregunté cómo había logrado “navegar” entre su vida anterior en la isla y su nueva vida aquí, y cuáles fueron sus momentos más triunfantes de resistencia política y justicia poética, se rió profundamente y optó por hacerme una recomendación:
“¿Has visto esa película Justicia Poética en la que aparecen Janet Jackson y Tupac? Es una película terrible y maravillosa a la vez. Definitivamente deberías verla”.
En lo que se refiere a navegar entre ser boricua y queer, Salas Rivera dice que no ha sido tanto “navegar” sino más bien “existir” y saber gestionarlo de la mejor manera. No cree que sea de gran ayuda hablar sobre si el hecho de vivir en la diáspora sea una experiencia que pueda suavizarse o enmarcarse en una generalización uniforme.
De ahí la complejidad experimental y contemporánea de la poesía bilingüe de Salas Rivera.
“Para mí, lo que he hecho y lo que he intentado hacer es tratar de mantener una fuerte conexión con Puerto Rico; y he intentado estar realmente presente en Filadelfia, tanto como puedo; respetar y reconocer dónde y quién soy en esta ciudad”, dijo.
Salas Rivera tiene una risa franca y profunda, que resuena en la sala igual que sus versos hacen temblar a los que estamos sentados ahí, embelesados, mientras nos lee una pieza fascinante y vanguardista de su próximo libro: lo terciario/the tertiary, y luego cambia a la versión traducida.
Esta segunda versión es similar y, sin embargo, la aparente diferencia en el lenguaje y las sutiles divergencias en la estructura la hacen parecer ya no una traducción sino como un poema completamente diferente, con un arco subyacente que conecta una historia, una vida vivida en dos mundos.
El uso de la jerga puertorriqueña y la lengua vernácula (jeva y jevxs suelen aparecer en varios de sus poemas), tanto en los poemas en español como en inglés, sirven a Salas Rivera como espejos experienciales y como límites lingüísticos. Ninguna traducción puede capturar la esencia de la existencia única de una migrante bilingüe no binaria, y por lo tanto, las dos versiones existen para complementarse y contrastarse mútuamente.
Aunque su único público fueron cuatro personas que no se identificaban ni como puertorriqueñas ni como queer, el recital íntimo que nos ofreció durante la entrevista con AL DÍA dejó igualmente huella.
Todos nos vimos representados, fuese a través del bilingüismo, la lealtad patriótica dual, o las complicadas relaciones con la sexualidad, el género, la clase y/o la residencia.
CONTENIDO RELACIONADO
Más allá del ingenio, la política, la naturaleza y los reordenamientos gramaticales inteligentes en sus versos, la poesía de Salas Rivera se nutre de una variedad de personalidades, fondos y etiquetas. Incluso si están escritos para un grupo específico de personas con un conjunto particular de experiencias, la mayoría de los lectores pueden elegir reconocerse y aprender de estos poemas.
Esta es la razón por la cual el nombramiento de Raquel Salas Rivera como cuarta poeta laureada de Filadelfia es una oportunidad tan emocionante y destacada.
Su poesía es un puente que se construye sobre sí mismo y arde por completo simultáneamente, con el lenguaje y la metáfora corriendo en zigzags entre el inglés americano y el puertorriqueño, que brinca de una cultura a otra como si jugara a la rayuela, y cambia de carril en lo que se refiere a puntuación y pronombres.
Se trata de una elección estilística y creativa hecha a propósito para proporcionar espacios dentro de su poesía que permitan la reconocibilidad, especialmente con su boricua corilla cuir:
“Para mí la poesía es una forma de tener un exterior y un interior propios, de establecer maneras de hablar de las cosas y saber estar en nuestro mundo. Creo que a la mayoría de las personas queer nos cuesta vernos representados en los diferentes espacios, a menos que sean espacios escritos por otras personas queer y trans. Esto es todavía más obvio para los boricuas, porque tenemos que lidiar con el doble, a veces el triple, de invisibilizaciones”, comentó.
Al igual que su activismo más allá de las páginas y las palabras, la justicia poética escrita a la que se dedica le permite sacar de las sombras lo que a menudo se distingue y se borra, dando a conocer su narrativa.
Pero su poesía también es profundamente personal y le sirve para trabajar en la idea de quién es y ver entre qué reinos, construcciones sociales y/o lugares físicos encaja.
Lo terciario/the tertiary, publicado por la editorial queer y colectivo de performance Timeless, Infinite Light, recoge el trabajo de Salas Rivera sobre el colonialismo, pero también sus reflexiones sobre la influencia de Marx en su propia vida, en su formación política como persona queer con identidad no binaria. A menudo se sentía excluida por el discurso izquierdista-marxista, a pesar de que el mismo le enseñó mucho sobre cómo luchar y cómo oponerse al colonialismo en Puerto Rico.
“A menudo sentí que en ese lenguaje no había lugar para mí, para mi identidad, mi sexualidad, mi forma de ser en el mundo”, afirmó.
Esta nueva y fascinante colección de poemas saldrá a la venta en algún momento este año.
A principios de enero, cuando se anunció quién sería la nueva Poeta Laureada de Filadelfia, The Inquirer la calificó como una “constructora de puentes”, pero ella me recordó otro aspecto de ese proceso: a veces, para construir puentes más fuertes, hay que quemarlos primero.
Durante los dos años que le esperan al servicio del público, Salas Rivera desea hacer mucho más que simplemente orquestar talleres y lecturas con el único propósito de disfrutar la poesía de calidad. Quiere poner a personas que normalmente no comparten ciertos escenarios en los mismos espacios. Para ella, en Filadelfia los puentes entre comunidades de diferentes orígenes étnicos, razas y estatus migratorios deben crearse y fortalecerse a través del diálogo, incluso si ese diálogo es conflictivo.
“Creo que debemos empezar a hablar el uno con el otro. Quiero ver a las diferentes comunidades de inmigrantes hablar entre sí, y quiero ver a los blancos de Filadelfia ponerse en pie y trabajar para cumplir con su parte de la tarea de pensar de verdad cuál ha sido el significado histórico de la raza en esta ciudad. Esta es una ciudad de “vuelo blanco”, una ciudad a la que a menudo le han recortado los recursos por ser de mayoría afroamericana. Creo que las comunidades Latinx tienen mucho quehacer y pensar en términos de anti-negritud. Creo que hay mucho trabajo por hacer y mi papel primordial será –espero– conseguir que la gente empiece a hablar de todo esto de manera abierta y directa. Esta es una posición en la que tengo mucho poder vocal”, manifestó.
Estamos emocionados por saber dónde esta feroz boricua empezará a implementar este profundo cambio social en Filadelfia.
Los próximos eventos de Salas Rivera tendrán lugar en Nueva York el fin de semana del 2 de marzo de 2018. El primero estará enmarcado en un acto patrocinado por Puerto Rico en mi corazón, CantoMundo y The Poetry Coalition en el Caribbean Cultural Center African Diaspora Institute, mientras que el otro (Más que un manuscrito: El ensayo del poeta), se llevará a cabo en el Centro Lenfest para las Artes de la Universidad de Columbia.
DEJE UN COMENTARIO:
¡Únete a la discusión! Deja un comentario.