Libros: Escritoras latinx en primera persona
De Ordinary Girls a Native Country, los más sinceros a menudo dolorosos ‘viajes del héroe’ narrados por algunas de las voces claves de la narrativa latinx.
“El miedo nos hace mentirosos”, dijo en una ocasión Carmen María Machado, quien recoge en estas durísimas memorias la relación abusiva que vivió con su exnovia, desde el tiempo en que ambas eran dos jóvenes y ambiciosas escritoras hasta el punto en que su relación se torció de verdad y empezaron los abusos. Una violencia intragénero que a menudo sacude y transforma el recuerdo y nos deja mudas. Hasta que, como Machado, nos vemos capaces de alzar la voz.
Narrada en segunda persona, esta historia está hecha a base de retazos que conforman un puzle aterrador sobre víctimas y victimarios más allá del género.
Cherríe Moraga nos abre la puerta a su mundo más íntimo y familiar en unas memorias que ahondan tanto en la historia de su propia madre, Elvira, nacida en Tijuana y enferma de Alzheimer, como en la infancia de Cherrie y sus hermanos en la frontera. Así como los intentos de Moraga de poner en claro su propia identidad en tanto que mujer queer y mestiza, mientras busca sus orígenes.
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Un relato conmovedor y sincero de los traumas generacionales y de cómo las personas que nos rodean son para nosotros una suerte de patria, al igual que la memoria.
Un viaje a la madurez brutal y sin paños fríos en el que Jaquira Díaz nos introduce en una familia puertorriqueña no muy convencional que se muda a Miami, donde la joven Jaquira debe enfrentarse a tremendos golpes vitales: la violencia sexual, el abuso de drogas, la depresión y las tendencias suicidas… Y sin embargo, como en todo viaje del héroe, siempre hay un atisbo de esperanza y superación. Sobre todo, de lucha.
Un puzle de ensayos y poemas conforman la historia migratoria que nos cuenta Claudia D. Hernández, sobre su infancia en Guatemala y el angustioso viaje que realizó hasta California para abrirse camino junto a su madre. Como alguien que tiene cada pie en un extremo de un puente y no se siente ni de un lugar ni del otro, Hernández reflexiona con maestría sobre la doble identidad y los problemas para encajar de los jóvenes migrantes en un clima tan tenso como el actual, cuando el origen se convierte en algo difuso y una no se siente de “allá” ni de “acá”.
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