Tres novelas ciencia ficción chicanas para leer antes del final del mundo
De ‘Victuum’ a ‘Braceros lunares’, la literatura chicana de género nos muestra que la identidad es tan extraña y maleable como los tentáculos de un calamar…
¿Y si existieran una “braceros” del futuro radicados en la luna y obligados a picar piedra lunar para subsistir? ¿Y si un extraterrestre visitase a una joven chicana con el poder de invocar a personajes del pasado -y tal vez incluso cambiar la historia? ¿Y si el espacio estuviese colonizado por descendientes de mexicanos o un grafitero chicano tuviese el don de salvar al mundo y convertirse en un guerrillero muralista?
La ciencia ficción, la más política de las formas de literatura, nos ayuda a imaginar futuros posible, algunos más agoreros que otros -véase, por ejemplo, la clima ficción y los escenarios de infierno a lo que podría arrojarnos el cambio climático- y también las utopías fabulosas donde las injusticias o las desigualdades no existen, o los roles de género, raza y clase se subvierten.
Estos tres libros de ciencia ficción chicana, una rara avis dentro de la literatura de género, utilizan el fabuloso “What if…?” para encantar la realidad y mostrarnos no solo que la identidad es un constructo, sino que la historia en sí misma es una narración que puede ser contada de múltiples formas. Y lo mejor, a nuestro favor.
Considerada una de las primeras novelas de ciencia ficción chicana y además, feminista, “Victuum”, de Isabella Rios, relata la vida de Valentina Ballesteros desde su nacimiento y hasta los 55 años. Una mujer corriente, dirían, una chicana de California viviendo una vida de mujer casada y con nueve hijos en el centro de un sistema puramente racista y patriarcal. Si no fuera… -y aquí el mágico ‘What if’- porque Valentina tiene poderes sobrenaturales y recibe las visitas de algunos personajes históricos, y otros, como el caso de Victuum, que da nombre a la novela, extraterrestres.
Una obra interesante, no solo por el momento en que fue escrita, 1976, sino porque especula haciendo uso de las metáforas de la cifi, con alternativas identitarias que nos hacen soñar con otros pasados y futuros posibles.
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Una novela absolutamente delirante y divertida que fue el debut literario de Ernest Hogan, quien más tarde escribiría “High Aztech” y “Smoking Mirror Blues”. Cuenta la historia de Pablo Cortez, un grafitero de Los Angeles que traba contacto a través de una telépata africana con unas extrañas criaturas de Júpiter que se comunican a través de imágenes proyectadas. Su odisea para tratar de hacerles frente y contactar con ella no está exenta de peligros, el mayor de todos: la locura. No obstante, al irreverente Cortez jamás le ha preocupado perder “un poco más” la cabeza.
Un licuado de Hunter S.Thomson y Alfred Bester mezclado con el espíritu de la ciencia ficción chicana que nos lleva desde el arte y los bajos fondos donde Cortez funda los Guerrilleros Muralistas de Los Angeles a las estrellas.
Imagine un siglo XII en el que Estados Unidos ya no existe, sino un nuevo país mezcla de algunos estados norteamericanos y otros mexicanos llamado ¡Cali-Texas! Lo peor de un nuevo orden mundial, con miles de millones de personas desamparadas enviadas a la luna para convertirse en mineros trabajando en colonias extraterrestres. Allí es donde vive Lydia, la protagonista de esta distopía obra de Rosaura Sánchez y Beatrice Pita, que se convierte en parte de la resistencia de estos braceros lunares.
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