Se cumplen 50 años de ‘...Y no se lo tragó la tierra’, una de las biblias de la ficción chicana
Publicada primero en español, la novela del difunto Tomás Rivera marcó un hito en la historia de la literatura mexicoamericana y latina en Estados Unidos.
Nacido en Texas en 1935 e hijo de mexicanos, Rivera vivió una infancia migrante acompañando a sus padres en labores de cultivo por todo el centro del país, desde Missouri a Minnesota. Como muchos niños migrantes de la época, compaginó el trabajo en el campo con la escuela y finalmente se doctoró la Universidad de Oklahoma para dar clases tanto en escuelas secundarias como en la universidad, donde llegó a ser rector de la UC Riverside.
Sus vivencias como hijo de migrantes se publicaron por primera vez en una novela corta que llegaría ser piedra fundacional de la literatura chicana, junto a las obras de otros grandes escritores, como Rudolfo Anaya o José Antonio Villarreal.
Nos referimos a ...Y no se lo tragó la tierra (... and the Earth Did Not Devour Him), que cuenta desde la perspectiva de un niño la vicisitudes de las familias de agricultores mexicoamericanos que se enfrentaban a una vida en constante movimiento, de una plantación a otra, de una situación laboral peor a la siguiente, tratando de bregar con el racismo normalizado de la época.
Publicada originalmente en español, la obra cumple 50 años y este año por primera vez la Conferencia anual Tomás Rivera, celebrada por UC Riverside, se extenderá con eventos gratuitos que empiezan hoy 13 de abril y se prolongarán hasta junio.
"El libro de Tomás Rivera fue una parte muy importante en la formación del canon. En muchos sentidos, fue realmente el primer libro chicano", dijo Alex Espinoza, profesor asociado del Departamento de Escritura Creativa de la Universidad. "Alguien como Tomás Rivera, junto con Rudolfo Anaya y José Antonio Villarreal, dio una presencia literaria a las voces y experiencias vividas de los mexicano-americanos de una manera que el mundo literario nunca había visto".
Tomás Rivera ocupa un lugar de honor entre los escritores chicanos de la escena de los años 60’ y 70’ porque fue un pionero al incluir sus experiencias en la narrativa y hacerlo en español.
"Tomó experiencias, fue testigo de injusticias, y realmente las convirtió en algo muy potente en el libro", dijo Espinoza.
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El escritor fue, además, el primer rector latino de la UCR, institución que dirigió desde 1979 hasta su muerte en 1984, y durante ese tiempo solía viajar al valle de Coachella para visitar a los trabajadores inmigrantes de la región y enseñar a los niños poesía en los campos. También fue un defensor de la educación universitaria durante toda su vida.
En la novela, ganadora del Premio Quinto Sol 1971 -Quinto Sol fue una editorial chicana cuyos autores alcanzaron renombre internacional-, Rivera entrelaza historias que nos remiten tanto al amor familiar y a la comunidad como a la esencia de lo que nos hace humanos llevando al lector a compartir el dolor de un niño que se enfrenta a los prejuicios por ser mexicano o el padecimiento de unos padres cuando su hijo desaparece en combate en la guerra de Corea.
También nos introduce en las extenuantes jornadas de trabajo bajo un sol de justicia, a punto de morir de sed y agotamiento, rezando porque la fe y la familia son el único asidero.
Pero no todo es dureza. En ...Y no se lo tragó la tierra hay inocencia y humor, coloquialismos e historias contadas sobre una “lejana luta” (Utah) que unos campesinos ubican cerca de Japón por cómo suena. O del niño bebiéndose un vaso de agua que su madre deja bajo la cama para los espíritus sedientos.
Este año es el Año Tomás Rivera para todos aquellos que admiramos su obra y también la de sus herederos. Como el escritor J.L Torres (Boricua Passport y The Family Terrorist and Other Stories), flamante ganador del Premio Literario Tomás Rivera con una obra que será publicada por Los Angeles Review of Books Press en junio de 2021.
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