El infierno fronterizo de la aclamada película mexicana ‘Sin señas particulares’
La directora Fernanda Valadez debuta con este drama sobre el “Estado Paralelo” controlado por el narco y la trata en la frontera que ha entusiasmado a la…
Magdalena ha perdido a “su tesoro” en algún lugar en la frontera de México con Estados Unidos. Bajo un sol de justicia, busca a su hijo, pero en su camino se cruza con otro chico que vuelve a casa tras haber sido deportado y no encuentra a su madre.
Familias separadas y jóvenes desaparecidos en un feroz escenario donde el crimen súper organizado impone su propia ley sin que el Estado haga nada para evitarlo de verdad son los ingredientes de la ópera prima de la mexicana Fernanda Valadez, que recrea una historia que no tiene nada de distópica sino que está enraizada en el drama de la violencia que se vive hoy en día en México.
Un país donde el conteo de muertes es incesante: sólo en este año 2020, se registraron 4.960 desaparecidos y la mayoría tenían entre 15 y 30 años, en buena parte a causa del crimen organizado. Sin embargo, las estadísticas no muestran el dolor de la historias -no tienen caras-, por ello películas como Sin señas particulares rompen la cuarta pantalla y nos jalan a la realidad.
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Aunque también aporte un rayo de esperanza. Un viaje cinematográfico a un infierno polvoriento sembrado de dolor que le ha valido a la mexicana el aplauso de la crítica en algunos de los más reputados festivales internacionales:
Sin señas particulares ha ganado premios como los del Público y Especial del Jurado al Mejor Guión en el Festival de Sundance; el Premio a la Mejor Película en la sección Horizontes del certamen de San Sebastián o el Ojo Dorado al Mejor Largometraje Internacional en el Festival de Zúrich.
“Siempre cabrá preguntarse por qué en México nos estamos matando”, dice Valadez a La Vanguardia. Ya que uno de los mayores debates a los que la directora y la guionista Astrid Rondero tuvieron que afrontar es si debían entrar o no en las causas de quién o quiénes están asesinando a los jóvenes, cuyo único pecado -si es que lo es- es tratar de llegar de forma clandestina a los Estados Unidos.
Para Fernanda Valadez, “el narco, los asesinatos de mujeres, el tráfico de combustible y las desapariciones y secuestros a manos de los tratantes de la emigración están interconectados” en una red que, asegura, ha creado una nueva esclavitud. Y donde los migrantes son parte importante del negocio, “quienes no llevan dinero o no pueden sacárselo a sus familiares en el norte son parte de las víctimas”, sostiene.
Pero la cinta mexicana aporta también un rayo de esperanza, ya que refleja la solidaridad que existe entre las familias de los desaparecidos y cómo se organizan para ir a su encuentro.
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