Hay un hecho que se suma a las ya extrañas circunstancias de Tokio 2020. Rusia, una de las grandes potencias olímpicas, no hace parte de los países en competencia. 

O al menos no como nación con su bandera e himno, sino bajo la figura del ROC (Comité Olímpico Ruso), debido a la sanción que recibió el país por el caso que se conoció como “dopaje de estado”, un sistema de dopaje y trampas institucionalizado desde el mismo gobierno, diseñado para evadir los controles antidopaje en los distintos certámenes en los que participaban los atletas rusos.

Por eso, este lunes cuando David Belyavskiy, Nikita Nagorny y Artur Dalaloyan alcanzaron el oro para Rusia después de 25 años en gimnasia, y cuando la tiradora Vitalina Batsarashkina logró su sorpresiva medalla dorada en tiro femenino de 10 metros, no celebraron con el himno de su país, ni se alzó la bandera blanco, azul y rojo, sino que sonaron las tonadas del Concierto de Piano No. 1 del compositor Pyotr Tchaikovsky.

La pieza musical, de uno de los compositores rusos más importantes del siglo XIX, acompañará a los competidores bajo la bandera neutra del ROC, que pudieron demostrar que nunca recurrieron al dopaje y que fueron los únicos autorizados por el Comité Olímpico Internacional para participar en los Juegos Olímpicos. 

Ante las sospechas de un enorme sistema de dopaje alrededor del equipo ruso, el experto canadiense Richard McLaren fue designado por la Agencia Mundial Antidopaje para investigar el asunto En 2016, McLaren presentó un informe que concluía que el estado había creado un sistema de dopaje con el objetivo de liderar la medallería de los Juegos Olímpicos de invierno de Sochi 2014. 

El Tribunal Arbitral del Deporte (TAS) decidió en diciembre del año pasado, suspender a Rusia por dos años de todas las competiciones internacionales, incluidas las dos ediciones olímpicas de Tokio 2020 y los juegos de invierno de Pekín 2022.