“Estamos de luto y rabia indignada mientras procesamos la noticia del asesinato de otro negro más a manos de la Policía de Estados Unidos”, declaró el presidente de Latino Justice PRLDEF, Juan Cartagena, sobre el terrible asesinato de George Floyd (46) en Minneapolis. 

Una muerte que se suma a la de otras personas afroamericanas desarmadas e inocentes ocurridas durante la pandemia de COVID-19, como la de la sanitaria Breonna Taylor, de 26 años de edad, que recibió ocho disparos por agentes de la Policía de Louisville el pasado marzo, o el de Donnie Sanders, de 47 años, en Kansas.  

Cartagena también destacó la violencia con que la Policía ha reprendido a los manifestantes que llevan reuniéndose en las calles este martes y miércoles para pedir que se haga verdadera justicia en la muerte de Floyd, cuyos agresores de uniforme han sido únicamente despedidos, y que contrasta fuertemente con la respuesta que se dio a los blancos armados que durante la cuarentena salieron a las calles para desafiar las órdenes de Stay at home. 

“Como miembros de la comunidad Latinx que han sufrido el dolor devastador de que sus seres queridos hayan sido asesinados por la Policía, incluidos el ICE y CBP, decimos sin dudar: ¡Las vidas de los negros importan!”, escribió el presidente de Latino Justice. 

También reclamó cambios en la justicia para impedir el uso de la fuerza mortal injustificada, como el apoyo a políticas locales que requieran que los oficiales intervengan cuando vean a otro agente emplear una fuerza excesiva -en el caso de Floyd, igual que en el resto, los policías no hicieron nada para frenar al asesino, convirtiéndose en sus cómplices criminales-, pero también exige que los fiscales especiales investiguen y presenten cargos en estos casos. 

"¡Las vidas de los negros importan!", Juan Cartagena, presidente de Latino Justice.

También usuarios, cuentas y organizaciones como Chicana/o/x Historians Network han pedido el cargo de asesinato para los tres policías causantes de la muerte de Floyd, algo que el demócrata Ilhan Omar exigió el miércoles en Twitter y que el alcalde de Minneapolis, Jacob Frey, no se ha atrevido a formular. 

“Quiero justicia para George Floyd”, declaró Frey. “Quiero ver que se les imputen cargos”, añadió de forma bastante general. 

En una interesante columna de Opinión publicada en The Guardian, la abogada y activista Derecka Purnell hacía un llamamiento a la unión para reducir el poder policial en U.S.: “La reforma de la policía no es suficiente. Necesitamos la abolición”, dijo, asociando las muertes violentas de personas afroamericanas a esa otra violencia ejercida por el Servicio de Inmigración y Aduanas que amenaza a la población migrante del país, y cuyas peticiones de reforma todavía no han sido oídas. 

“Las llamadas a ‘Abolir el ICE ‘ se escuchaban desde las calles hasta los pasillos del Congreso. Irónicamente, no hubo llamadas para tener más agentes latinos y negros”, afirmaba Purnell. “Si podemos entender que estas llamadas (para abolir el ICE) en realidad significan que este país necesita un nuevo sistema migratorio transformador, entonces ¿por qué descartar la abolición de la policía como una opción viable para una sociedad transformadora?”. 

El departamento de Policía de Minnesota fue considerado el más homófobo del país y el que arresta a 10 veces más personas negras que blancas.

Para la abogada, aunque los migrantes racializados e indocumentados son el colectivo más vulnerable, los estadounidenses negros y los pueblos indígenas e hispanos siguen siendo “un fastidio público que los blancos y la policía explotan, encarcela y matan por igual” y que son el recuerdo de tierras saqueadas, genocidios y esclavitudes obradas por los colonos blancos. 

“La resistencia negra importa, contra la policía y la supremacía blanca por igual”, sostenía la activista, que añadía que el departamento de Policía de Minneapolis fue considerado el cuerpo más homófobo del país y también el que arresta a 10 veces más negros que blancos. 

La historia, concluye, no ha terminado. La resistencia debe continuar para que nadie más vuelva a clavar la rodilla sobre una persona de una minoría, como quien clava una bandera, y asfixiarlo hasta la muerte en un acto de poder y brutalidad que no es nuevo en este país.