Acapulco acogió esta semana la
mayor feria turística de México mientras se resiste como tradicional
destino vacacional a la lucha de los cárteles de la droga, que han
sembrado en los últimos meses el terror con tiroteos callejeros en
las zonas hoteleras.

La que fuera la ciudad más cosmopolita del
México prehispánico y
la bahía glamourosa de las estrellas hollywoodienses en los años
cincuenta y sesenta, mantiene nueve millones de visitantes anuales y
cuenta de jueves a domingo con un 75 por ciento de ocupación
hotelera, según datos de su Fideicomiso de Turismo.

Además, es
todos los años sede del llamado Tianguis Turístico, la
la mayor feria del sector, que este año celebró su 25 edición.

Para
los mexicanos, su bahía está asociada a sus primeras
vacaciones en el mar. "Todo el mundo tiene una experiencia de verano
en Acapulco", declaró Jesús Radilla, director del Fideicomiso
de Turismo del municipio.

Fuera de sus fronteras, es el lugar
paradisíaco en el que Elvis
Presley, pese a no visitar jamás la ciudad fuera de la pantalla,
ejercía de socorrista en la película 'Fun in Acapulco' (1963), o el
escenario de la tercera boda de Elizabeth Taylor.

Así, es
inevitable que el eco de los titulares que sitúan en
Acapulco y en el estado de Guerrero, al que pertenece, tiroteos y
cadáveres sea mayor que el de la violencia en otras zonas del país.

"Nosotros
no queremos esconder la realidad, es un momento
difícil, pero si seguimos hablando y hablando de violencia, al final
tendremos un clima de zozobra", declaró el gobernador del
Estado de Guerrero, Zeferino Torreblanca.

El pasado puente del
quince de marzo, período vacacional en
México, las 35 muertes violentas registradas en todo el estado de
Guerrero pusieron en alerta a las autoridades de Acapulco.

En la
ciudad, el pasado 14 de abril un fuego cruzado entre
presuntos sicarios y policías federales dejó un saldo de seis
muertos, entre ellos dos menores y su madre a los que el tiroteo
sorprendió en su auto, en la turística avenida Miguel Alemán.

Pero
el gobernador insistió esta vez en que la violencia no está
en las áreas turísticas del estado, idea con la que coincidió
Radilla, quien afirmó que "el asunto de los cárteles está muy
focalizado y apenas interfiere en el turismo".

La vocación actual
del Puerto de Guerrero no es la misma que la
de hace décadas, cuando europeos y estadounidenses acudían a esta
playa del Pacífico tras los pasos de la jet-set internacional.

Manuel
Añorve, presidente municipal (alcalde) de Acapulco,
explicó a Efe que su ciudad "se debe hoy al turismo nacional".
"Nuestro mercado más fuerte es el Distrito Federal y su zona
conurbada", especificó.

Pero el masificado turismo de playa y
relax peligra ante la
sensación de inseguridad y su repercusión mediática.

Por eso, el
Puerto de Guerrero quiere añadir a su oferta otros
ingredientes, como sus casi desconocidas pinturas rupestres, o
atraer a un turismo de mayor nivel económico, con la recuperación
del encanto virgen de aquellos años en los que fue el primer
complejo turístico del país.

El mejor icono es el hotel Las
Brisas, que en 2008 cumplió
cincuenta años y resiste, en lo alto de la bahía y con sus 263
'suites' independientes, ante los gigantes que lo vigilan desde
primera línea de playa.

Brigitte Bardot, la familia Kennedy, Brad
Pitt y Sandra Bullock
son algunos de los huéspedes ilustres del hotel, que garantiza
"mucha discreción y un trato incomparable" a sus clientes, explicó a
Efe Silvia Lira, su gerente de ventas.

Un ejemplo más novedoso es
el recién inaugurado Banyan Tree Cabo
Marqués, de inversión mexicana y de Singapur, erguido sobre pilotes
al pie del mar y de espíritu sostenible.

Silvia Lira reconoció
que el 2009, marcado por la recesión
económica y el virus H1N1, fue un año difícil, y que el 2010, con el
enardecimiento de la delincuencia organizada, no se antojaba mejor.

Fuera
de los muros blancos y rosas de Las Brisas, ya no se ven
muchos estadounidenses, ni siquiera por el paseo costero, lleno de
hoteles. En cambio, sí hay algunos grupos de militares que vigilan
armados la zona.