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La primera marcha del 2006 fue en Filadelfia

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No todos lo saben ni lo recuerdan, pero Filadelfia también fue escenario del primer movimiento masivo de inmigrantes hispanos que estremeció al país hace cuatro años. Ese 2006 le siguieron muchas otras marchas en varias ciudades de Estados Unidos.                                                                             David Cruz/AL DÍA.

 

La gente ya no lo recuerda, pero fue en la cuna de la democracia estadounidense, aquí en Filadelfia, también la cuna del movimiento civil más masivo de la historia de la comunidad latina de Estados Unidos.

Fueron las famosas “marchas de inmigración del 2006”, que sorprendieron a todo el país, cuando se produjeron marchas mayores y consecutivas Los Angeles, Chicago o Nueva York.

Cronológicamente, todo empezó aquí, aunque muchos factores pueden haber incidido en el desarrollo de un movimiento nacional tan inesperado, y también tan reciente, que los mismos historiadores, y ni siquiera los periodistas, lo han armado e intentado explicar en todo su complejo contexto.

Este intento de AL DÍA, aunque modesto, intenta apenas iniciar el acto de recordar, y ojalá de entender mejor, qué fue lo que en realidad pasó.

Con certidumbre solo sabemos que alrededor de un millar de manifestantes se congregaron en el “Independence Mall”, en el mismo lugar en se subscribió en 1776 la Declaración de Independencia de EE.UU., un 14 de febrero del 2006, en que también se celebraba el “Día de San Valentín” de los tiempos modernos.

Los primeros mil inmigrantes que aproximadamente marcharon en Filadelfia en realidad no sabían ese invierno que se convertirían en indirectos precursores de una serie de marchas masivas en la primavera de ese año, a lo largo de 4 meses que ahora  pueden ser un hito en la historia de la comunidad latina de EE.UU.

Fue a las pocas semanas que la nación vio admirada como cerca de un millón de hispanos marcharon en Los Angeles, después de que en DC marcharan 40.000, y antes de que otros 500.000 lo hicieran en Chicago, y otros 200.000  en Nueva York, ya en  abril.

Las marchas, todas en su mayoría pacíficas, eran una simple reacción a la amenaza que suponía un proyecto de Ley de reforma migratoria, aprobado por la Cámara de Representantes el 15 de diciembre del 2005. Era conocido como el “Sensenbrenner Bill”, por el apellido del congresista de Wisconsin que lo propuso, y archivada bajo el número “H.R. 4437”, como miles de pancartas se lo recordaron a la nación.

La reacción no era para menos: La ley intentaba criminalizar el hecho de no tener documentos, y, peor aún, consideraba potenciales criminales a los ciudadanos, y otras personas con documentos legales, si intentaban ofrecer ayuda humanitaria a los indocumentados.

 Antecedentes migratorios

Este intento del 2005 no era novedad, pero sí fue uno de los esfuerzos más drásticos de penalizar a los inmigrantes indocumentados e incluso a quienes les ofrecieran ayuda humanitaria.

En 1976 se hablaba que los hispanos ya se aproximaban a 20 millones de habitantes en Estados Unidos, pero fue falsa alarma.  Los hispanos recién llegaron oficialmente a los 22 millones con el Censo de 1990.  

Una cosa era la población hispana, y otra era la de inmigrantes indocumentados comúnmente calificados de ilegales.  En 1960 ya se especulaba que dicha población ‘ilegal’ oscilaba entre 6 y 12 millones de personas, pero igualmente se estimaba que la mayoría eran hispanos.

Para 1986 la existencia de inmigrantes “ilegales” o indocumentados motivó a la legislatura y a la administración del presidente Ronald Reagan sancionar la “Immigration Reform and Control Act” ofreciendo una amnistía para legalizar la situación de algo más de 3 millones de inmigrantes.

El Censo del 2000 ofreció la gran revelación de que sumando ya 35 millones los hispanos eran ahora la “mayor minoría étnica” de Estados Unidos. Los hispanos estaban a la cabeza de una suerte de maratón que parecía existir entre la minorías étnicas; los hispanos ganaron ‘por una nariz’ a la comunidad afroamericana de 34,6 millones, y al menos por ‘dos cuerpos’ a la comunidad asiática de 10,2 millones.

Nunca participaron en la maratón de minorías los blancos ó caucásicos, quizá por ser ‘mayoría’ aunque su origen era de lo más diverso: Italianos, rusos o polacos. Los únicos ‘blancos’ que el Censo clasifica por separado son hispanos.

El ataque terrorista del 9/11 aunque contó entre sus 3.000 víctimas a cientos de hispanos, cambió marcadamente el ánimo estadounidense.   El clamor por cerrar las fronteras y controlar la inmigración encontró un nuevo pretexto.   Entre quienes veían en cada inmigrante un terrorista de nada sirvió saber que los terroristas no entraron por la frontera con México, de que todos los terroristas contaban con visa y que incluso 6 meses después del ataque el entonces INS extendió la visa a dos de los fallecidos terroristas.

En enero del 2004, en California miles de hispanos decidieron quedarse en casa y no ir a trabajar en protesta al rechazo de un estatuto que hubiese permitido a indocumentados conseguir una licencia de conducir.  El respaldo a la medida aunque no multitudinario paralizó muchos negocios en Los Ángeles y Fresno.

Una columna del New York Times publicó en su artículo  “Imagine Life Without Illegal Immigrants” (Imagine cómo sería la vida sin inmigrantes ilegales) algunos comentarios en favor y en contra, siendo los más desfavorables a la legalización de indocumentados ofrecidos por otro inmigrante cubano y catedrático de Harvard, George J. Borjas.

Ese mismo año el presidente y a la vez candidato a la re-elección George W. Bush prometió una reforma migratoria para hacer justicia a millones de trabajadores inmigrantes, la gran mayoría hispanos.   Contentos con la promesa de reforma migratoria y haciendo gala de su nuevo estatus de ‘mayor minoría étnica’ los hispanos en bloque votaron por la reelección de Bush.  Entre el voto inmigrante y el voto de la derecha religiosa cristiana, juntos vencieron una balanza de electores hasta entonces neutra en favor del candidato republicano.

Agradeciendo la reelección George W. Bush hizo históricos nombramientos de hispanos para altos cargos incluidos los Departamentos de Comercio y del Tesoro, y la Fiscalía General.  En cambio, la oferta de visas temporales de trabajo nunca se concretó. Al contrario, una escalada histórica en redadas, detenciones y deportaciones contra trabajadores inmigrantes estaba por producirse. 

 Visite la galería de la primer marcha aquí. 

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