El conflicto por un nuevo Presidente de la Cámara
Después de su victoria en las elecciones de mitad de período, los Demócratas sufren su primera crisis interna al debatir quién les representará en la Cámara de…
Ganar las elecciones de mitad de período sólo era la mitad de la batalla para los Demócratas.
Después de que los comicios dieran como resultado una profunda transformación en la base de representantes – donde la diversidad fue la protagonista de la jornada – ahora los Demócratas enfrentan una turbulencia interna que sugiere que un cambio de liderazgo es necesario.
Por primera vez en ocho años, el Partido Azul retomará el control en la Cámara de Representantes, y su líder, Nancy Pelosi (representante del distrito 12 de California) era la candidata designada por omisión para transformarse en la presidenta de la Cámara nuevamente.
Pero un conato de conflicto interno ha demostrado que no todos en el Partido están dispuestos a seguir con el mismo liderazgo, en especial en un momento crítico para la política nacional, y en la antesala a las elecciones del 2020.
Según reportó el Washington Examiner, 17 demócratas “prometerán formalmente este lunes votar en contra de la candidatura de Nancy Pelosi a ser presidente de la Cámara” a través de un comunicado formal que será enviado a todos los miembros del partido.
“Prometimos cambiar el status quo y tenemos la intención de cumplir esa promesa”, reza el texto al que tuvo acceso el medio. “Por lo tanto, estamos comprometidos a votar por un nuevo liderazgo tanto en nuestra reunión del Caucus como en la Cámara de Representantes”.
“Ha llegado el momento para un nuevo liderazgo”, concluye la carta.
El presidente de la Cámara de Representantes no es sólo el símbolo del control o del éxito de uno de los partidos.
Si bien la Constitución de Los Estados Unidos no especifica el rol que desempeña el Presidente de la Cámara, históricamente – y a diferencia del modelo de la Cámara de los Comunes en Inglaterra – es el líder de la mayoría en el órgano legislativo.
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El presidente no emite votos sobre propuestas de Ley y, en teoría, debería ser un moderador balanceado a la hora de escoger cuáles son las que llegan al suelo para ser debatidas.
Sin embargo, en la política estadounidense las dinámicas internas son tradicionalmente partidistas, y en el caso de la Administración Trump ese divisionismo se ha pronunciado de manera importante.
Durante sus primeros dos años, el presidente de la Cámara, Paul Ryan, heredó la responsabilidad de cerrar flancos en el partido y respaldar la controversial agenda del presidente Trump.
A pesar de haber mostrado algún descontento con el discurso del presidente, Ryan apoyó a Trump argumentando que “más políticas Republicanas podrían ponerse en marcha”.
Bajo su liderazgo, el Congreso impidió que se obligara al presidente Trump de publicar su declaración de impuestos, impulsó la reforma fiscal (que presuntamente aumentará en 1.5 billones de dólares la deuda nacional en una década) y defendió los cambios en el financiamiento del gobierno.
De igual forma, Ryan apoyó a Devin Nunes a la hora de obstaculizar la investigación de presunta interferencia rusa en los comicios del 2016 e impidió que se llegara a un acuerdo en una legislación migratoria comprensiva.
A partir de este momento, y con una importante y diversa mayoría en la Cámara, los Demócratas tienen la responsabilidad de escoger a quien pueda dirigirles de manera coherente hacia el cumplimiento de sus promesas electorales, y a devolver al país a un cauce menos dividido.
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