Si ya de por sí explicar la manera en la que un país podría interferir en las elecciones de otro es lo suficientemente complicado, ahora intentar dar luz a las declaraciones del presidente Trump tras su primera reunión oficial con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, es misión imposible.

Después de que los mandatarios de ambos países se reunieran durante más de dos horas el día viernes, en vísperas de la cumbre del G20 en Hamburgo, el presidente estadounidense recurrió una vez más a su cuenta en Twitter para dejar a todo el mundo con la boca abierta: Moscú y Washington podrían formar una unidad “impenetrable” de seguridad cibernética para “evitar” el pirateo informático y “otras cosas negativas”.

Inmediatamente tanto Republicanos como Demócratas se manifestaron con serios cuestionamientos de lo que supondría permitir a Rusia el acceso a las redes de datos y seguridad de Estados Unidos.

Ash Carter, quien fuera secretario de defensa de Estados Unidos hasta el final del mandato de Barack Obama, dijo a CNN que “esto  es como si el tipo que te robó la casa te ofreciera trabajar en conjunto contra la delincuencia”.

Asimismo, el senador Lindsey Graham de Carolina del Sur dijo a la NBC que “esta no es la idea más tonta que he escuchado, pero está bastante cerca”.

El cinismo de tal sugerencia se plantea solo: investigaciones llevadas a cabo por el FBI antes, durante y después de la campaña presidencial del 2016 han demostrado que la inteligencia rusa interfirió, a través del pirateo informático, en la manipulación de las elecciones estadounidenses.

Actualmente, y tras la destitución del director del FBI por parte de la nueva administración, un agente especial ha sido designado a la investigación. El abogado Robert Mueller se encarga actualmente de determinar hasta qué punto pudo haber llegado la intromisión de Moscú y quiénes habrían sido los responsables, sobretodo aquellos cercanos a la campaña de Donald Trump. Asimismo, y tras las declaraciones de funcionarios importantes ante el Comité de Inteligencia del Senado, Mueller estaría investigando también la posibilidad de la obstrucción de la justicia por parte del mismo presidente.

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Ante este escenario, una declaración como la realizada por el presidente estadounidense en las redes sociales no hace sino agravar la circunstancia.

Como era de esperarse, funcionarios de la administración saltaron automáticamente a controlar, una vez más, los daños colaterales de la cuenta en Twitter del Presidente.

El Secretario de Tesoro Steve Mnuchin dijo el día sábado que Putin habría accedido a crear “una unidad de seguridad cibernética para asegurar que no hubo ningún tipo de interferencia en las elecciones, y que sería un trabajo en conjunto”.

Pero el mismo presidente retiró lo dicho el día domingo, explicando en un nuevo mensaje de 140 caracteres que “el hecho de que el Presidente Putin y yo discutiéramos seguridad cibernética no quiere decir que creo que pueda pasar. No puede”.

Como si nadie entendiera de política, el presidente Trump declaró haber “presionado bastante” al Presidente Putin “dos veces” sobre la intromisión de Rusia en las elecciones estadounidenses, asegurando que el mandatario ruso “lo negó vehementemente”.

Ante la alarma que suscitó este tipo declaraciones del presidente en sus redes sociales, su manera de reparar los daños fue virar la mira hacia los pactos realizados con Rusia hacia un cese al fuego en Siria.

“Hemos negociado un cese al fuego en partes de Siria que salvarán vidas. ¡Este es el momento de avanzar en un trabajo constructivo con Rusia!”

El cese al fuego se hizo efectivo tan sólo horas después el día domingo, según reportó Reuters, pero la postura del presidente Trump frente a Rusia sigue siendo un misterio diplomático.