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Las protestas continúan en Chile después de que el presidente Piñera declarara el estado de emergencia y suspendiera la subida de las tarifas del metro. (Foto de Marcelo Hernández / Getty Images)
Las protestas continúan en Chile después de que el presidente Piñera declarara el estado de emergencia y suspendiera la subida de las tarifas del metro. (Foto de Marcelo Hernández / Getty Images)

Un breve resumen del conflicto en Chile

Las principales ciudades del país suramericano han sido focos de manifestaciones en contra de las medidas económicas del presidente Sebastián Piñera.

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Desde el pasado seis de Octubre, el pueblo de Chile se ha unido a otros países como Ecuador y Bolivia en la manifestación de su descontento generalizado contra la manera de hacer política en América Latina.

Tras el anuncio del presidente Sebastián Piñera de aumentar el precio del pasaje de Metro de 800 a 830 pesos por recomendación de sus asesores en transporte público, la paciencia de la ciudadanía pareció llegar al límite.

Según reportaron medios nacionales, estudiantes de la Región Metropolitana decidieron evadir el pago tanto en el metro como en autobuses a modo de protesta, lo que inició una serie de obstrucciones en el servicio.

Pronto las protestas escalaron, con la quema de varias estaciones de metro y enfrentamientos entre ciudadanos y las fuerzas de orden público en las calles de varias ciudades.

SANTIAGO, CHILE - 21 DE OCTUBRE: Los manifestantes muestran banderas y pancartas durante una protesta contra el presidente Sebastián Piñera el 21 de octubre de 2019 en Santiago, Chile. (Foto de Marcelo Hernández/ Images)
La gota que derramó el vaso

Para la noche del 18 de octubre, las ciudades más grandes de Chile estaban minadas de protestas en todas las calles y enfrentamientos con la policía, a lo que el presidente Piñera respondió declarando un estado de emergencia y toque de queda a partir de las seis de la tarde.

Al parecer, la reacción desmedida de los manifestantes – que pronto vio coletazos de saqueos y quemas de establecimientos – se debió a mucho más que el aumento del transporte.

Miles de personas comenzaron a concentrarse en centros clave de las ciudades y a exigir la dimisión del presidente, haciendo eco de canciones de protesta de la época de la dictadura militar de Augusto Pinochet durante las décadas de los años 70 y 80.

Según explicaron varias personas al medio Deutsche Welle, las manifestaciones eran símbolo del cansancio de la ciudadanía ante “la carestía y las desigualdades del país”.

Una violenta vuelta al pasado

Desde el regreso de la democracia a principios de los años noventa, Chile ha sido un país que se ha reconstruido a una velocidad vertiginosa, pero a cambio de una profunda disparidad social.

Una división política marcada por la violencia del régimen de Pinochet contra desertores y militantes del partido comunista, más el crecimiento de una de las economías más salvajes de Latinoamérica, ha puesto a gran parte del pueblo en el fondo del esquema social.

La peor de las pesadillas de los chilenos volvió a las calles cuando el presidente Piñera anunció que los disturbios eran “una guerra” y autorizó la salida de las fuerzas del Ejército de Chile a las calles, una imagen frecuente durante la dictadura de Pinochet.

"Estamos en guerra contra un enemigo poderoso e implacable que no respeta a nada ni a nadie y que está dispuesto a usar la violencia sin ningún límite, incluso cuando significa la pérdida de vidas humanas, con el único propósito de producir el mayor daño posible", dijo Piñera a los medios el día domingo.

Sin embargo, las calles no cedieron, y siguen impugnando el verdadero costo del “milagro económico” chileno, que ha impuesto sobre el país uno de los mayores índices de desigualdad económica de la región.

SANTIAGO, CHILE - 21 DE OCTUBRE: Un manifestante de rodillas ondea una bandera chilena mientras los oficiales militares chocan con los manifestantes durante una protesta el 21 de octubre de 2019 en Santiago, Chile. (Foto de Marcelo Hernández/Getty Images)
País rico, pueblo pobre

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), tan sólo el 1% de la población en Chile controla el 26.5% de la riqueza del país, mientras el 50% de los hogares de escasos recursos accede a tan sólo un 2.1%, explicó la BBC.

Mientras el sueldo mínimo ronda los 423 dólares al mes, la mitad de los trabajadores apenas alcanza los 562 dólares, según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas de Chile.

Y no sólo se trata del transporte público.

El alto costo de servicios privatizados como la luz y el agua, más el monopolio multimillonario del sistema de salud y el educativo, hacen imposible el desarrollo igualitario de todos los estratos sociales.

Según explicó el analista político Diego Olivera Evia, director de Barómetro Internacional”, la crisis chilena es consecuencia “del modelo capitalista neoliberal que se ha aparcado en América Latina y que está generando una crisis de valores muy grande”.

Por su parte, para la investigadora Kathya Araujo, quien ha estudiado la experiencia de los usuarios en el metro chileno, este medio de transporte público “se ha convertido en una especie de metáfora de lo que sucedía en la sociedad”.

La socióloga explica cómo, a pesar de ser una de las redes de transporte más modernas del mundo, cada una de sus estaciones funciona “como una encarnación de la desigualdad” al ver las condiciones en las que se mantienen cada una de ellas dependiendo de la zona en la que se encuentren.

A pesar de que el presidente Piñera anunció la propuesta para suspender el alza del precio del transporte público, pocos creen que un acuerdo entre las ramas del gobierno pueda aplacar el descontento y la ira acumulada durante décadas en el corazón del pueblo.