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Imágenes: Getty Images.
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Diplomacia absurda: un jaque a Duque y Guaidó

La captura de una excongresista colombiana en Venezuela trae un nuevo capítulo a las relaciones diplomáticas entre los dos países y deja en evidencia la nula…

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Una mujer entra esposada un elegante consultorio odontológico, la liberan y le hacen un tratamiento estético. Al final del tratamiento entra su hija con una bolsa de ropa blanca, conversan un rato, se despiden. La mujer queda sola en el consultorio, se cambia el uniforme penitenciario por la nueva muda. Del fondo de la bolsa saca una soga que amarra a un mueble del consultorio y agarrada a ella, sale por la ventana.

Se resbala, se quema las manos con la fricción de la cuerda y cae de nalgas ante la mirada atónita de los transeúntes, que se acercan a preguntarle si está bien, a falta de mejor respuesta. Ninguno se acerca a ayudarle a levantarse.

La mujer, un poco aturdida por el golpe y acaso también por la adrenalina de sus propias acciones, se levanta sin responder y camina torpemente hasta una moto, un par de metros más adelante.

La moto tiene una de las neveras de Rappi, la app colombiana para servicios a domicilio. Parece como si hubiera pedido su medio de escape por el celular.

Abrazada su domiciliario, la mujer escapa.

Esta escena no es parte de un nuevo largometraje cómico, sino el escape de una excongresista colombiana, Aida Merlano, que ahora está en el centro de un nuevo giro en las relaciones diplomáticas entre Colombia y las dos Venezuelas: la de Maduro y la de Guaidó.

Aida Merlano fue condenada a 15 años de prisión con la Corte Suprema de Justicia colombiana luego de que se demostrara su culpabilidad por delitos de corrupción al sufragante agravado y fabricación, tráfico o porte ilegal de armas de fuego. Delitos que llevaron a su elección al Congreso para el periodo 2018-2022.

El día que su abogado solicitó que redujeran su pena a cambio de dar información adicional sobre el gran caso de corrupción que la envuelve, fue el cinematográfico escape.

El lunes 27 de enero Aida Merlano fue capturada por las Fuerzas de Acciones Especiales venezolanas (FAE) por los delitos de suplantación de identidad, uso de documentos falsos y asociación para delinquir.

Dado que la excongresista estaba evadiendo la cárcel, solicitar su extradición es algo regular. Sin embargo, el gobierno colombiano no tiene relaciones diplomáticas con el régimen de Nicolás Maduro desde que éste último las rompiera en febrero del año pasado, visto el apoyo del presidente colombiano, Iván Duque, a Juan Guaidó.

Iván Duque anunció que la solicitud de extradición sería tramitada a través del “legítimo gobierno de Juan Guaidó”. Pero él, aunque cuente con el apoyo internacional que se quiera, no tiene gobernabilidad en el país.

“Pedirle a Juan Guaidó extraditar a Aida Merlano es como pedir que la extradite el Espíritu Santo", declaró Rodolfo Hernández, exalcalde de Bucaramanga. Interpretación que ha coincidido con la de otros críticos del gobierno de Iván Duque, el más prominente de ellos, Nicolás Maduro, que lo calificó de “verdadera ridiculez”

"Manda tu carta, Duque, a Guaidó, comete otra imbecilidad, a ver a quien te manda Guaidó", dijo Maduro.

Tarek William Saab, el fiscal venezolano, declaró para Blu Radio que Duque le había pedido la extradición “a un fantasma de la política venezolana, algo así como una nada que va por aquí, por allá”.

La diplomacia del absurdo sigue escalando pues, frente a la evidente incapacidad de Guaidó para tramitar la extradición, Iván Duque declaró que el trámite se haría por intermedio de la Interpol (pues Merlano tiene circular roja) pero, aún así “Le corresponde a esa dictadura aplicar la deportación, simple y llanamente porque hay una circular roja de Interpol, y los procedimientos de Interpol también deben cumplirse en este caso”.

No deja de ser llamativa, por lo menos, la lógica según la cual se desconoce un régimen por considerarlo dictatorial y, al tiempo, se espera que participe de los mecanismos de colaboración internacional de todos los otros gobiernos que desconocen su validez.

Tarek William Saab, en la misma entrevista en que llamó a Guaidó un “fantasma de la política venezolana” dijo que el gobierno de Nicolás Maduro estaba dispuesto a colaborar con la justicia colombiana, mas era la contraparte la que no abría la vía para el diálogo diplomático.

Según él, además, estando presa en el Helicoide, “Aida Merlano ha cantado más que Pavaroti”, lo que apuntaría a que efectivamente la colombiana cuenta con información adicional que podría comprometer a varios políticos más que descansaron cuando se dio a la fuga.

La circunstancia difícilmente podría llegar a ser más risible pero, aún así, podría llevar a un cambio en la relación entre los dos países.

De todos los países, Colombia era el único que no podía romper relaciones completamente con Venezuela: por lo porosos que son sus más de 2.000 kilómetros de frontera común, por los millones de migrantes que comparten los países (tanto venezolanos en Colombia como colombianos en Venezuela), por los grupos armados que se aprovechan de la falta de coordinación ente los gobiernos para pasearse de un lado para el otro y los vínculos comerciales que unen los dos países por su simple proximidad.

Según el medio colombiano Semana, la falta de comunicación entre los gobiernos colombiano y venezolano es más grande que la que había entre Estados Unidos y la Unión Soviética durante los periodos más duros de la Guerra Fría.

Indistintamente de la opinión que se tenga con relación a Nicolás Maduro y su régimen, lo cierto es que sigue ostentando el respaldo de las fuerzas militares venezolanas, controla el país y Aida Merlano ha sido apresada por su gobierno, con lo cual pareciera que un nuevo episodio en la historia de la relación entre los dos países está por escribirse.