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Un cartel con '' Las calles son de todos'' recorre la manifestación convocada por Societat Civil Catalana hoy en Barcelona en defensa de la unidad de España bajo el lema "¡Basta! Recuperemos la sensatez" en la que han participado miles de personas EFE/Quique García
Un cartel con '' Las calles son de todos'' recorre la manifestación convocada por Societat Civil Catalana hoy en Barcelona en defensa de la unidad de España bajo el lema "¡Basta! Recuperemos la sensatez" en la que han participado miles de personas EFE…

Manifestación masiva en Barcelona a favor de que Catalunya se quede en España

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 “Los otros”. Así es como los separatistas catalanes suelen llamar a sus conciudadanos no independentistas, o a aquellos que simplemente criticaron la decisión del actual gobierno catalán de seguir adelante con un referéndum soberanista que la justicia española había declarado inconstitucional. La celebración del plebiscito, el pasado domingo, terminó con la violenta irrupción de la policía nacional en diferentes colegios electorales, causando más de 700 heridos. 

La brutalidad de la policía española provocó masivas movilizaciones independentistas a lo largo de toda la semana, pero no impidió que este fin de semana “los otros” - o todos aquellos que no están a favor de la independencia ni del enfrentamiento - tomaran las calles de Barcelona. Espoleados por plataformas cívicas y por el mismo Partido Popular - el partido al mando del gobierno estatal - miles de ciudadanos equipados con banderas españolas, y también catalanas, se manifestaron en el centro de Barcelona en favor de la unión de España y en contra de una posible declaración unilateral de independencia (DUI) por parte de la Generalitat, el gobierno catalán.

“Nunca había tenido la necesidad de salir a la calle con la bandera española, pero la situación ha llegado al límite,” dijo un joven de Salou, un municipio costero al sur de Barcelona, que ondeaba una bandera española gigante con sus amigos. La mayoría de los manifestantes que ayer ocupaban las calles de Barcelona eran de Barcelona o de otras partes de Catalunya. 

“Los trenes iban abarrotados. Hemos tenido que dejar pasar un tren porque no cabíamos,” comentó un matrimonio mayor de Sabadell, ciudad industrial a unas 20 millas al norte de Barcelona. Han venido sin banderas. “Visca Catalunya, y Viva España”, coreaban.

Un poco más adelante, un grupo de jóvenes de Barcelona se divertía tomándose fotos junto a una pancarta en la que se leía “Me niego a comer pa amb tomàquet sin jamón.” El pà amb tomàquet – pan con tomate – es un plato típico catalán, que suele acompañarse de jamón ibérico, producto típico español. "Somos de aquí, somos catalanes. Pero también nos sentimos españoles," me explican.

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La manifestación transcurrió en un clima familiar y tranquilo, a pesar del temor a incidentes violentos. Aunque la mayoría de los manifestantes eran catalanes, también llegaron autocares cargados de gente procedente de otras partes de España. “Hemos venido para defender la Constitución española, para defender la unión de nuestro país,” comentó una mujer que había llegado de Valencia esa mañana en un autocar fletado por el Partido Popular. También llegaron autocares procedentes de Madrid, y en el aeropuerto de Barcelona a última hora de la tarde podían verse manifestantes con banderas y parafernalia española a punto de tomar el avión de regreso a casa.

Uno de los lemas más coreados en la manifestación era "Puigdemont dimisión". Los manifestantes exigían la dimisión de Carles Puigdemont, presidente de Catalunya, por haber llevado a cabo un referéndum que Madrid considera inconstitucional. También hubo abucheos a los Mossos, la policía regional catalana, que no participó en la carga policial durante la jornada del referendum.  Las imágenes de la brutalidad de la policía española contra los votantes que protegían los colegios electorales dieron la vuelta al mundo, gracias a la amplia presencia de medios internacionales que están cubriendo la crisis catalana. A lo largo de la última semana, la policía nacional española ha sido víctima de constantes abucheos y escraches por parte de la población catalana, separatistas o no separatistas. De hecho, buena parte de la sociedad catalana ha protestado por el amplio despliegue de policía nacional y Guardia Civil ordenado por el gobierno central en Catalunya.  El acoso policial empezó una semana antes del plebiscito, con el objetivo de confiscar urnas, realizar registros e impedir a toda costa el referéndum.

Aunque la votación se celebró sin garantías legales ni la formalidad necesaria - la policía llegó a confiscar varias urnas llenas de papeletas - el gobierno catalán  ha dado por válidos los resultados: con un 42% de participación ciudadana, el “sí” ganó en un 90%.

El siguiente paso, según una ley de transitoriedad aprobada por el parlamento catalán, -y declarada inconstitucional por el gobierno español -  es que una vez anunciados los resultados oficiales del referéndum, el presidente catalán tiene 48 horas para anunciar la declaración unilateral de independencia (DUI). Algo que podría ocurrir tan pronto como este martes, cuando Puigdemont tiene previsto comparecer ante el Parlamento.

Los mercados financieros ya han dado señales de que una DUI llevaría consecuencias muy negativas: durante la última semana, la bolsa española se desplomó, con los bancos catalanaes liderando las pérdidas. Para frenar la sangría bursátil y calmar a los inversores, las principales instituciones bancarias del país- La Caixa y Banco Sabadell – han anunciado el cambio de sede de Barcelona a la comunidad Valenciana. También han hecho lo mismo otras grandes empresas como Gas Natural y Agbar.  Diversos expertos y líderes empresariales, entre ellos el presidente del Círculo de Economía, advierten que lo peor está por llegar en caso de que se proclame la DUI. Mientras tanto, los independentistas intentan calmar a sus seguidores, asegurándoles que las empresas "no se van a ir" o recurriendo a promesas populistas. Alcaldes independentistas como el de Cabrera de Mar, un municipio de 3,000 habitantes en las cercanías de Barcelona, comentó en su Facebook que "con la independencia igual seremos pobres unos meses, pero después seremos mejores."

Para muchos catalanes, la ansiedad está en el aire. Y también el hartazgo. Y el miedo. Atrapados entre los independentistas y los “españolistas” hay un grupo de ciudadanos cada vez más numeroso que empieza a estar cansado de tanta bandera y pide diálogo. Exigen a los líderes del gobierno central y catalán que se sienten a negociar, o dimitan de una vez. “Hablamos? Parlem?” fue el eslogan de la manifestación convocada el sábado en toda España para exigir el diálogo. La consigna era vestir de blanco y no llevar banderas. En Barcelona reunió a un millar de personas en el centro de la ciudad.  En Madrid, fueron muchos más. "¡Qué se besen!, gritaban algunos con ironía.

Es la voz de los que quieren paz y tranquilidad. De los que desean una Catalunya integrada en España, de los que creen firmemente en que puede encontrarse una solución política para las demandas catalanas (básicamente, más autonomía fiscal) que no pasa por la autodeterminación.