El racismo estructural en América Latina pervive escondido bajo la idea del mestizaje
La comunidad latina no es ajena a las problemáticas del racismo estructural. De hecho, está anclado en las ideas fundacionales de las repúblicas…
La llegada de negros esclavizados a lo que más adelante se llamaría América Latina tiene una dolorosa correlación con el genocidio de las comunidades indígenas, llevado a cabo por los españoles durante la conquista y la colonia.
En la medida en que comunidades enteras morían –mayoritariamente por las enfermedades virales traídas de Europa para las que los sistemas inmunes de los indígenas no estaban preparados, pero también debido a los trabajos forzados a los que eran sometidos–, los colonizadores buscaban reemplazar su mano de obra, primero con indígenas que traían de otras partes de la colonia y luego con negros esclavizados traídos de África.
El historiador Tzvetan Todorov, en La conquista de América. El problema del otro, retoma una descripción de Vasco de Quiroga –el primer obispo de Michoacán– en la que cuenta cómo los indígenas que eran vendidos como esclavos eran marcados en el rostro –al modo del ganado– con las marcas de quienes los compraban.
“‘Los hierran en las caras por tales esclavos y se las aran y escriben con los letreros de los nombres de cuantos los van comprando, unos de otros, de mano en mano, y algunos hay que tienen tres y cuatro letreros, […] de manera que la cara del hombre que fue criado a imagen de Dios, se ha tornado en esta tierra, por nuestros pecados, papel”.
Y la relación entre la raza y el papel será fundamental para entender el racismo estructural en América Latina.
El racismo estructural en América Latina tiene la característica de estar basado en la idea del mestizaje.
Existe la creencia de que en América Latina hay menos racismo que en Estados Unidos, pero lo que sucede, más bien, es que en Norte América se ha hecho más visible. La primera razón para esto está en la colonia.
Desde entonces, los españoles establecieron en sus colonias americanas un complejo sistema social basado en el establecimiento de un rango para cada persona según su ascendencia y piel: el hijo de un español y un indio (como se les llamaba por entonces) era un mestizo o cholo; el hijo de un español y un negro era un mulato; el de un mestizo y un mulato era un coyote; el de un indio y un negro era un zambo o lobo.
Esta compleja taxonomía alimentó una búsqueda por el blanqueamiento como mecanismo de ascensión social, pero también es una de las razones por las que la idea del mestizaje llegó a formar el imaginario de qué es ser latino: porque desde los inicios hubo un lenguaje para describir las mezclas que dieron paso a los elementos de la cultura que enorgullece a los latinos.
Sin embargo, aún a pesar de que diera paso a los elementos culturales que más distinguen la latinidad este reconocimiento no se tradujo en una distribución del bienestar.
El genocidio de las comunidades indígenas no fue homogéneo en todo el continente. Aún hoy en día es visible cómo hay países con un mayor porcentaje de población indígena que en otros, como es el caso de Bolivia, donde un 62,2% se declara indígena, según la CEPAL.
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No obstante, la idea del mestizaje fue usada en los proyectos fundacionales de los países latinoamericanos tras su independencia de España: la idea, impuesta con más o menos éxito, de que estas jóvenes repúblicas sólo serían exitosas aglutinando a todos sus integrantes bajo una misma religión (la católica) y un mismo idioma (el español).
La taxonomía del mestizaje en que se basaba explícitamente la sociedad colonial se ha repetido en las sociedades republicanas de forma igualmente evidente, aunque no esté instituido como ley.
De acuerdo al informe presentado por la CEPAL en 2018 “Situación de las personas afrodescendientes en América Latina y desafíos de políticas para la garantía de sus derechos”, en casi todos los países, la población afrodescendiente está desproporcionadamente expuesta a la pobreza extrema, a mayores índices de mortandad infantil, a la falta de trabajo o estudio entre los 15 y 29 años de edad y al desempleo en la edad adulta.
En el caso de países como Colombia, las comunidades afrodescendientes también han sido desproporcionadamente afectadas por la violencia, particularmente en zonas con baja presencia del Estado, lo que ha repercutido tanto en la presencia de actores al margen de la ley como en la manera en que les han sido negados derechos básicos como la salud y educación.
En América Latina, como en Estados Unidos, las comunidades afrodescendientes han mostrado su resiliencia durante siglos y a través del arte han elaborado las injusticias estructurales a las que han sido sometidos, pero con el reconocimiento de esos méritos no es suficiente y hace ya demasiado tiempo es necesario no sólo que el mundo observe cómo siempre se levantan, sino que deje de intentar enterrarlos.
“De las barrancas de vergüenza de la historia
me levanto
desde el pasado enraizado en dolor
me levanto
soy un negro océano, amplio e inquieto
manando, me extiendo, resisto sobre la marea.
Dejando atrás noches de temor, de terror
me levanto
a un amanecer maravillosamente claro
me levanto
trayendo los obsequios que mis ancestros dieron
me levanto
me levanto
me levanto”.
Maya Angelou
Still I Rise
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