Henry Kissinger, el polémico diplomático llamado criminal de guerra y celebridad política, cumple 100 años
Se le conoce sobre todo por su actuación durante la guerra de Vietnam, galardonada con el Premio Nobel de la Paz, pero también apoyó a dictadores.
El último miembro superviviente de la administración del Presidente Richard Nixon, Henry Kissinger, cumplió 100 años el pasado sábado 27 de mayo.
El ex Secretario de Estado y Asesor de Seguridad Nacional de los presidentes Richard Nixon y su sucesor Gerald Ford es conocido sobre todo por su labor en la negociación del alto el fuego contenido en los Acuerdos de Paz de París sobre "El fin de la guerra y el restablecimiento de la paz en Vietnam", que pusieron fin efectivo a la guerra.
Ello le valió polémicamente el Premio Nobel de la Paz en 1973, junto con el diplomático vietnamita Lê Đức Thọ, que rechazó el galardón alegando que no se había restablecido la paz en Vietnam del Sur.
En este periodo de ocho años, entre 1969 y 1977, Kissinger se convirtió en una fuerza prominente de la política exterior estadounidense durante uno de los periodos más tumultuosos del país. Además de su labor durante la guerra de Vietnam, también abrió relaciones con China y ayudó a negociar acuerdos de control de armamento con la entonces Unión Soviética.
Conocido entre la alta sociedad de Washington como el "Playboy del ala occidental", el apoyo posterior de Kissinger y las diversas "luces verdes" que autorizaron y alentaron el ascenso de regímenes totalitarios en Pakistán, Chile, Indonesia, Argentina, Brasil y casi todos los demás países latinoamericanos, provocaron la muerte y tortura de más de decenas de miles de personas.
Sus acciones y políticas controvertidas, como el bombardeo estadounidense de Camboya durante la Guerra de Vietnam, el apoyo estadounidense a la junta militar argentina para su Guerra Sucia y el apoyo estadounidense al genocidio del pueblo bangaldesí por parte de Pakistán durante la Guerra de Liberación, dejaron cientos de miles de muertos en Bangladesh, Camboya y Timor Oriental.
Los críticos le han tachado de "criminal de guerra" por ello, pero nunca se le han exigido responsabilidades y ha ganado millones como consultor, autor y comentarista en las casi tres décadas que lleva alejado del gobierno.
Ha evitado las escasas preguntas que los periodistas le han formulado sobre estos temas en las numerosas entrevistas que sigue concediendo y, a sus 100 años, es poco probable que vuelva a hacerlo.
La continua influencia de Kissinger en los círculos de poder de Washington como estadista de edad avanzada, asesorando a presidentes republicanos y demócratas, sigue influyendo en el funcionamiento de Estados Unidos como superpotencia mundial, y también ha dirigido un negocio de consultoría internacional durante todo ese tiempo.
Nacido en Alemania en 1923, Kissinger tenía 15 años cuando él y su familia huyeron de la Alemania ocupada por los nazis antes de aterrizar en Nueva York. Sus experiencias con la persecución nazi, según los estudiosos, contribuyeron a dar forma a su enfoque realista de la política exterior.
Chile
Durante la Guerra Fría, como secretario de Estado y asesor de seguridad nacional, Kissinger se convirtió en partidario y presunto co-conspirador de los golpes de Estado y dictaduras militares que estallaron en América Latina durante la década de 1970, particularmente en Chile y Argentina.
En el caso de Chile, Nixon -bajo la influencia de su asesor de mayor confianza en Kissinger- ideó un plan para interrumpir la elección democrática del presidente socialista Salvador Allende en 1970. Dieron "luz verde" a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para que alentara un golpe militar que impidiera la toma de posesión de Allende, pero el plan no tuvo éxito.
Su elección causó preocupación en Washington, debido a su política abiertamente socialista y pro-cubana.
Tras el intento fallido, una junta militar dirigida por el general Augusto Pinochet tomó el poder e implantó una dictadura que provocó el asesinato de Allende y, poco después, la muerte de decenas de miles de chilenos, que fueron torturados y asesinados en campos clandestinos.
Argentina
En marzo de 1976, una junta militar neofascista dirigida por el general Jorge Rafael Videla derrocó a la presidenta Isabel Perón y Videla se convirtió en el dictador de Argentina de 1976 a 1982.
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Bajo su reinado comenzó la Guerra Sucia, que se saldó con la tortura y desaparición de civiles y militares de izquierda, gracias a otra "luz verde" de Kissinger, que más tarde se reveló que había sido dada durante una reunión privada en junio de 1976 con el ministro de Asuntos Exteriores de la junta, César Augusto Guzzetti.
Según un memorándum obtenido en 2004 por el Archivo de Seguridad Nacional, una organización sin ánimo de lucro, Guzzetti le dijo a Kissinger: "nuestro principal problema en Argentina es el terrorismo." Kissinger replicó: "Si hay cosas que hay que hacer, hay que hacerlas rápido".
30.000 civiles argentinos fueron asesinados. Miles fueron retenidos en más de 400 campos de concentración secretos antes de ser ejecutados.
A pesar de los abusos de los derechos humanos y de las decenas de miles de muertos de su palabra, Kissinger pasó mucho tiempo con estos dictadores y generales militares.
Durante el apogeo de la dictadura argentina, Kissinger fue invitado especial del presidente Videla al Mundial de Fútbol de 1978 en Buenos Aires, quien más tarde fue condenado por crímenes contra la humanidad y cumplió condena en una prisión militar.
Incluso con más de un millón de víctimas mortales bajo su mandato, Estados Unidos estaba y sigue estando encaprichado con él. Su franco bipartidismo es popular entre famosos, figuras nacionales y es querido por los ricos y poderosos.
Pasó de ser un adolescente que huía de la Alemania nazi a convertirse en una especie de icono pop durante sus ocho años como secretario de Estado y asesor de seguridad nacional, pero la historia no miente.
La larga trayectoria de Kissinger en la política estadounidense y mundial revela un lado más oscuro de su controvertida etapa en el poder, que se tradujo en la muerte de la democracia y el auge de la dictadura en América Latina, abusos de los derechos humanos y apoyo a guerras en el extranjero, y bombardeos secretos en el Sudeste Asiático.
Aunque es posible que nunca se le considere legalmente responsable de nada de ello, recordar al público en general sus errores es una forma de mantener vivo el legado de los asesinados.
Sin embargo, su legado definitivo siempre será objeto de debate.
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