Los resultados de las elecciones primarias en Estados Unidos no han sido tanto una victoria para los Demócratas – una “Ola Azul” como muchos le han llamado – sino más bien una victoria para el movimiento femenino, independiente y reformador de la política progresista.

Esta semana, la nueva cara y voz de este movimiento lleva por nombre Ayanna Pressley, una consejera municipal de 44 años de edad y quien elevó su campaña con la promesa de que “el cambio viene y el futuro nos pertenece a todos”.

En una contienda contra el veterano en el puesto Michael Capuano, también progresista y que jamás había sido retado desde su nominación en 1998, Pressley abogó por un “liderazgo más activista” y la abolición de la Agencia de Inmigración y Aduanas (ICE), haciendo eco de propuestas de candidatas vencedoras como Alexandria Ocasio-Cortéz en Nueva York, según reportó la BBC.

Pressley cuenta con experiencia laboral junto al Senador John Kerry y el representante Joseph Kennedy II cuyo tío John F. Kennedy “ostentó el cargo que Pressley ganará antes de llegar a ser presidente”, continúa el medio.

Ante la ausencia de un rival Republicano en el distrito, la victoria de esta candidata no sólo está asegurada sino que le ha permitido esquivar la corrección política atacando frontalmente al presidente Donald Trump.

“Nuestro presidente es un hombre racista, misógino, (…) y en bancarrota”, dijo la candidata el martes por la noche a sus seguidores. “Es hora de mostrarle a Washington, a mis compañeros demócratas – que espero que nos respalden – y a los republicanos que puedan interponerse en nuestro camino, que se avecina un cambio y que el futuro nos pertenece a todos”, según recuenta CNBC.

La moraleja de la victoria de Pressley, así como la de Ocasio-Cortez y tantas candidatas durante estas elecciones, ha sido la del reconocimiento de la política local como la verdadera fórmula, así como el distanciamiento de la tradición bipartidista que no representa a sus votantes.

Si bien aún faltan semanas para presenciar los verdaderos resultados de las elecciones de mitad de período, una cosa es cierta: la política estadounidense ha cambiado para siempre.