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El presidente estadounidense Donald J. Trump durante  la reunión para tratar su política de impuestos, en la Roosevelt Room de la Casa Blanca. EFE
El presidente estadounidense Donald J. Trump durante  la reunión para tratar su política de impuestos, en la Roosevelt Room de la Casa Blanca. EFE

Donald Trump: un gobierno de capa caída

El escándalo del Russiagate, el rifirrafe con los jugadores de la NFL, las difíciles relaciones con su partido, su personalidad y la pobre reacción frente a…

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Si hay algo que reconocerle al presidente Donald Trump es su capacidad de reinventarse: justo cuando uno cree que el mandatario ha tocado fondo, él sorprende y cae más bajo.

Esta vez fue en el terreno de la opinión pública. El domingo se conocieron los resultados de un sondeo realizado por la cadena NBC News y el diario Wall Street Journal en el que el presidente alcanzó el punto más bajo de popularidad en lo que va corrido del año.

De acuerdo con la medición, solo un 38 por ciento de la ciudadanía evalúa positivamente a la administración de Trump mientras que un 58 por ciento desaprueba su gestión.

Aunque esa fue la cifra con que inició la semana, la encuesta reveló otros aspectos que dan cuenta de la creciente desconexión entre el mandatario y la base social que lo eligió.

Trump perdió respaldo entre las mujeres blancas sin estudios profesionales al pasar de 50 por ciento de aprobación en septiembre a 40 puntos porcentuales en octubre, y 2 de cada 10 republicanos simplemente no lo quieren.

Por otro lado, el Washington Post reveló este lunes los resultados del seguimiento diario que la firma Gallup le hace al presidente desde el 20 de enero. 

Si por un lado le llueve, por el otro no le escampa al jefe de Estado. Según la encuesta diaria de Gallup, solo el 33 por ciento de los estadounidenses aún lo respaldan, mientras que un 62 por ciento no le dan su visto bueno. 

De acuerdo con el estudio, la popularidad o aprobación neta –que sale de restarle al porcentaje de aprobación el de desaprobación– es de -29. 

Pero eso no es lo único que evidencia Gallup. Mirándola con perspectiva, la encuesta diaria de la firma demuestra que el punto más alto de popularidad que ha tenido el presidente fue el 20 de enero, día de su posesión, desde entonces su imagen y favorabilidad han ido en constante declive. 

Algo que debería preocupar a cualquier gobierno, sobre todo si quien lo preside es un obsesionado del rating y la popularidad.

Dicen que las encuestas son fotografías de la opinión pública en un determinado momento de la historia; que reflejan la percepción de la sociedad frente a una decisión de gobierno. 

Debido a que esa percepción es siempre cambiante, también dicen que ningún sondeo puede tomarse como si de un veredicto final se tratara; no hay encuesta que haya tumbado a ningún gobierno (aunque sí las hay que han vaticinado la caída de unos cuantos).

En esa medida, las encuestas funcionan ante todo como termómetros sociales que le miden la temperatura al gobernante de turno y, para el caso estadounidense, todo indica que el presidente sufre una larga fiebre desde principios de 2017.

Sus reacciones arrogantes frente a las manifestaciones de los jugadores de fútbol americano, su respuesta tardía, insuficiente e indolente frente a la tragedia de Puerto Rico, su desprecio por las acusaciones de la ley frente al Russiagate y sus difíciles relaciones con el Partido Republicano han tenido un efecto adverso en su capacidad de gestión y comunicación.

En otras palabras, desde el 20 de enero el gobierno de Trump avanza como avanzan los patos: un pasito, una cagadita, otro pasito, otra cagadita… La pregunta es si con ese ritmo podrá llegar al fin de su primer período.