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El Papa Francisco abraza a Rafael Ramos, un recluso en situación de prisión preventiva en el Instituto Correccional Curran-Fromhold. Foto: Max Marin/AL DIA News

 

Una oración por la reforma penitenciaria

"Es doloroso constatar cuando se cree que solo algunos tienen necesidad de ser lavados".

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No hubo acusación alguna durante la mañana del domingo cuando el Papa Francisco se dirigió a cerca de 100 reclusos en el Instituto Correccional Curran-Fromhold en el Noreste de Filadelfia.

El Santo Padre no condenó los presuntos delitos de quienes estaban frente a él y tampoco –como muchos creyeron que haría—condenó la epidemia del encarcelamiento masivo en los EE. UU. En vez, el Papa ofreció oraciones tanto para el pecador como para el sistema.

“Es penoso constatar sistemas penitenciarios que no buscan curar las llagas, sanar las heridas, generar nuevas oportunidades”, dijo el Papa. “Es doloroso constatar cuando se cree que solo algunos tienen necesidad de ser lavados, purificados no asumiendo que su cansancio y su dolor, sus heridas, son también el cansancio, el dolor, las heridas de toda la sociedad”.

Contemple el salón frío de cortinas azules que tiene frente a él.

Según un informe inédito obtenido por el diario The Philadelphia Inquirer, los 95 hombres y mujeres con quienes el Papa Francisco se reunió el domingo enfrentan una gama de acusaciones por delitos violentos; nueve de asesinato, 15 de violación, cinco de robo, y 12 de asalto.

Muchos de estos reclusos se mostraron abiertamente emocionales luego de estuchar las palabras de lamento del Papa.

Otros parecían estar entretenidos, otros más desinteresados.

Pero cada uno de ellos tiene una historia.    

Rafael Ramos no sabía que el Papa iba a darles un apretón de manos. Cuando el Santo Padre llegó a las filas de sus compañeros reclusos, Ramos se encontraba entre los primeros reclusos en compartir un abrazo con el Santo Padre. Frases silenciosas fueron compartidas entre ambos.

¿Qué fue lo que el Papa le susurró al oído?

 “Dijo que rezaría por mí”, le dijo más tarde Ramos a AL DÍA.

Ramos, originario de Puerto Rico, llegó a Filadelfia a los cuatro años de edad. Creció entre la calle 5ta y la calle York donde, durante sus años de adolescencia, incursionó en una vida de delitos de la que pasaría su vida intentando escapar. Como tantos otros en el salón, la suya no es relatada como una historia, sino una serie de historias, un revoltijo de circunstancias y decisiones que se unen confusamente en su memoria. 

“Perdí a mi hija en 2008, me sometí a una operación de cadera, me entregué, cambié mi vida, hice eso. Luego me volví a enganchar con otras cosas”, dijo. “Espero que esta vez Dios me ayudará a superar esto”.

En la primera fila de las mujeres reclusas se encontraba sentada Amanda Cortes. Ella también tuvo un intercambio silencioso de palabras con el Papa Francisco pero, a diferencia de Ramos, ella dice que el Papa Francisco le pidió que rezara por él. “Tengo que hacerlo”, dijo ella. “Rezaré por él ahora mismo”.

La primera vez que se anunció la visita a la prisión, durante el mes de junio, los críticos preguntaron por qué el Papa pasaría el tiempo que estaría en los EE. UU. entre presuntos criminales. La mayoría de los reclusos en Curran-Fromhold se encuentran en prisión preventiva, esperando su audiencia y aún no han sido condenados. 

Las palabras del Papa estaban cuidadosamente redactadas, a veces casi poéticas. Pero su punto central fue claro: estos problemas no son problemas únicamente de los hombres y mujeres individuales en este salón, sino de la sociedad en su totalidad.

“Es un momento difícil, cargado de tensiones. Un momento que sé es doloroso no sólo para ustedes, sino también para sus familias y para toda la sociedad”, dijo el Papa. “Ya que una sociedad, una familia  que no sabe sufrir los dolores de sus hijos, que no los toma con seriedad, que los naturaliza y los asume como normales y esperables, es una sociedad que está ‘condenada’ a quedar presa de sí misma, presa de todo lo que la hace sufrir”.

Al final, Francisco dijo, la reforma es necesaria de ambos lados.

“Todos tenemos algo de lo que ser limpiados y purificados. Todos. Que esta conciencia nos despierte a la solidaridad entre todos, a apoyarnos y a buscar lo mejor para los demás”.