De voluntaria de las Peace Corps a cofundar ASPIRA, Patricia DeCarlo sabe de qué habla cuando se trata de transformar las comunidades desde dentro. Sin embargo, cuando alguien le pregunta cómo llegó hasta aquí, responde que fueron una serie de experiencias las que le hicieron aprender.  

La trayectoria de DeCarlo en su lucha contra el status no es fruto de la casualidad, sino que va ligada a un denominador común: el fortalecimiento de las bases y la organización de la comunidad. 

Todo empezó tras una estancia de dos años en Costa Rica como voluntaria de las Peace Corps, en la que participó en proyecto destinado a construir viviendas.  Al terminar, DeCarlo regresó a su Puerto Rico natal, pero al ver que no era lo que le apetecía en ese momento, decidió mudarse con un amigo a los Estados Unidos. Allí empezó a organizar protestas en contra de la guerra de Vietnam. Un particular incidente, en el que varios de sus amigos fueron arrestados injustamente, fue el detonante que la impulsó a matricularse en la facultad de Derecho en la Universidad de Pennsylvania. DeCarlo había decidido convertirse en la abogada que la comunidad portorriqueña necesitaba. 

“Muchas de las lecciones que me enseñaron en la facultad ya las había aprendido antes de terminar la carrera”, dijo DeCarlo. 

“Quiero que la gente sepa que tiene en su propias manos los recursos para cambiar. Si nos limitamos a quedarnos sentados en casa quejándonos, o pidiendo a alguien que solucione nuestros problemas por nosotros, nunca resolveremos nada”.

Cuando DeCarlo hace memoria de la primera vez que llegó a los Estados Unidos desde Puerto Rico, recuerda que se quedó muy sorprendida por la disparidad económica y racial que vio. En particular, le chocó ver las respuestas de sus compañeros de la facultad a una simple pregunta en una encuesta: “¿Crees que si una familia negra se muda a la casa de al lado, el valor de tu vivienda disminuirá?” 

“Recuerdo que mucha gente que nunca hubiera dicho que eran racistas respondieron “sí” a esa pregunta y después de preguntarles por que, me di cuenta de que era un problema de percepción, de que habían sido educados en esa idea […] así que aprendí a través de la ignorancia”. 

Tras graduarse en la facultad de Derecho, DeCarlo se incorporó al Camden Regional Services, donde representó a diversos grupos que trabajaban con la comunidad. De allí pasó a trabajar para la Norris Square Civic Association, una organización que cuando ella empezó a trabajar tenía sólo tres empleados y una única oficina, en las antes conocidas ‘bad lands”, y que hoy, gracias a ella, ha conseguido transformarse en Headstart, una iniciativa que incluye actividades post-escolares y otras iniciativas de educación bilingües gestionadas por la comunidad. 

Así pues, el legado de DeCarlo - fortalecer a las comunidades y transformar los lugares en las que viven -  nunca ha aflojado. Es más, su pasión hoy en día continúa transmitiéndose. 

“Quiero que la gente sepa que tiene en su propias manos los recursos para cambiar. Si nos limitamos a quedarnos sentados en casa quejándonos, o pidiendo a alguien que solucione nuestros problemas por nosotros, nunca resolveremos nada. Nosotros, por nuestra cuenta,  podemos llevar a cabo este cambio”.