"Nadie tiene por qué vivir con miedo en Filadelfia"
Inmigrantes se ven en la necesidad de vivir día a día por debajo del radar evitando cualquier tipo de roce o conflicto con tal de evitar la deportación.
Imagine tener que vivir día a día por debajo del radar evitando cualquier tipo de roce o conflicto, sin siquiera poder discutir con los vecinos o subir demasiado el volumen de su radio solo para evitar tener contacto con el cuerpo de Policía.
Es así como la mayoría de los indocumentados se ve en la necesidad de vivir, sobrellevando abusos con tal de no ser deportados.
"Creo que la gente no debería de estar viviendo día a día con miedo. No estoy sugiriendo que se abran las fronteras de par en par, pero definitivamente debería existir un camino claro hacia la inmigración legal a este país", declaró el concejal at-large de Filadelfia James Kenney sobre la problemática que aqueja a la comunidad inmigrante.
Casos de personas que simplemente se encontraban en el momento y lugar equivocado o que comentieron una falla menor para después ser echados del país cada vez son más comunes.
*Miguel Restrepo, de 29 años, lleva 15 años en Estados Unidos y casi tres en Filadelfia, donde vive con su esposa y tres hijos. Hace aproximadamente un mes y medio tuvo un primer contacto con policías locales.
"Me llamó un cliente para que le instalara una alfombra y me citó en el noreste de la ciudad. Al estacionar mi carro vi a dos mujeres que estaban a dos bloques de distancia, las dos eran prostitutas que se acercaron a mi carro para ofrecerme sus servicios", dijo Restrepo.
Minutos después aparecieron dos camionetas de la Policía con unos cuatro oficiales que inmediatamente lo arrestaron por supuesto patrocinio de prostitución.
En ese momento su peor temor fue no poder volver a ver a su familia de la que no había tenido oportunidad de despedirse. Restrepo pasó tres días en la cárcel después de pagar una fianza de 100 dólares, al salir ya lo estaban esperando agentes de la Oficina de Inmigración y Aduanas.
Para evitar la deportación inmediata aceptó utilizar un grillete electrónico en uno de sus tobillos. En ese momento acepto ser parte del programa de la agencia Subject Under Intensive Supervision and Appearence (ISAP), que mantiene un control y monitoreo sobre individuos que han sido detenidos. Además tuvo que pagar 200 dólares y hacer 12 horas de servicio comunitario.
"En cualquier momento pueden venir a avisarme que me tengo que ir, pero yo tengo confianza en que eso no pase sobretodo por mis hijos. Ahora mi familia y yo no podemos salir como antes, ya no hay trabajo como antes porque me ven el grillete, tengo que llevar el cargador a todos lados porque si se acaba la batería saben donde estoy y me irían a buscar como un criminal inmediatamente", comentó Restrepo.
Otro caso conocido fue el de Oscar Barrera, de 20 años, originario de Oaxaca, México, que fue arrestado por la Policía de Filadelfia por cortarle las orejas a uno de sus perros pit bull, como se acostumbra en su lugar de origen. Un vecino llamó a la Policía alegando maltrato de animales y fue así que, sin orden de cateo y armados, la Policía entró y se llevó al joven. "Cuando llegaron a la casa, la Policía me dijo que buscaban a un delincuente que vendía armas y drogas, pero mi hijo no es ningún criminal" dijo Eva Serrano madre del acusado.
Los cargos de maltrato animal que enfrentaba Barrera han sido retirados pero éste sigue detenido debido a su estatus migratorio.
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