"Los mexicanos no se rajan en ningún trabajo"
Con un crecimiento del 150% en los últimos 10 años, la población mexicana se abre paso económico en la ciudad a la vez que comparte sus tradiciones.
Tal y como lo dice la famosa canción mexicana – "México lindo y querido, sí muero lejos de ti, que digan que estoy dormido y que me traigan aquí" – así se sienten muchos de los hispanos mexicanos que recientemente han llegado a Filadelfia en busca de mejores oportunidades, pero siempre con sus raíces en la mira.
En menos de diez años los mexicanos del área de Filadelfia han logrado salir de la invisibilidad en la que se habían mantenido durante décadas, para convertirse en una de las minorías que más rápido se desarrollan en la ciudad.
Según datos del Censo 2010, la población mexicana aumentó de 6.220 a 15.531 durante la última década, es decir el 150 por ciento.
"Como se plantea en el documental 'El sol sale para todos", hace 20 años no se veían tan facilmente mexicanos y este cambio se podría atribuír al ataque terrorista de las Torres Gemelas en Nueva York, que provocó que muchos mexicanos se mudaran para Pensilvania", comentó la periodista y co-fundadora de Casa Monarca Leticia Nixon, mexicana que emigró a Filadelfia a mediados de la década de los ochenta.
A diez años del 9/11 caminar por la calle 9, entre las avenidas Washington y Federal, es como viajar a México por unos instantes. En menos de tres bloques uno puede comprar masa para hacer tamales, el kilo de tortillas de maíz que no puede faltar en la mesa a la hora de la comida o una piñata para celebrar el 15 de septiembre.
Desde la esquina entre las calles 9 y Carpenter, Rosalío Corona, originario del estado de Tlaxcala, ha presenciado el crecimiento de la comunidad desde su puesto de frutas y verduras.
Cuando llegó hace 15 años era muy raro ver a algún mexicano y a los que conocía los podía contar con los dedos de sus manos.
"La necesidad y falta de oportunidades fue lo que me trajó aquí. Lo que más extraño de México es a mis padres, aunque no dejo de comunicarme con ellos por teléfono", dijo el comerciante.
Para mantener las costumbres de su tierra su esposa no pierde el sazón mexicano a la hora de la comida, y sus dos hijos hablan español en casa para que no se pierda su lengua materna.
"Mi hijo de cinco años come demasiado picante, si no la comida no le sabe igual. No hemos perdido las costumbres", comentó Corona.
A unas cuantas cuadras de ahí se localiza la tienda de abarrotes San Andrés, con la imagen de este santo mexicano en su letrero y un cartel que dice 'Especial de la tarde: chicharrón, elotes y esquites. Los domingos: atole y tamales'.
Ahí una decena de piñatas cuelgan del techo mientras que un despliegue de productos traídos desde México rodean a Margarito Aguilar, el dueño del negocio.
"No sabría decirle que producto se vende más, todo es bastante popular. Las piñatas de figura llaman mucho la atención de los estadounidenses y turistas", comentó Aguilar.
En un lado se observan artesanías con figuras de la Virgen de Guadalupe, varios santos y hasta la santa muerte, mientras que en la repisa por debajo hay muchos tipos de especies junto a chiles como el pasilla, el mulato, el guajillo, el chipotle cuarismeño y de árbol.
Aguilar llegó a Filadelfia hace siete años y abrió su negocio hace tres. Originario de San Andrés Calpan, en Puebla México.
Su negocio surte ingredientes necesarios para preparar recetas típicas como el mole, el chile colorado y los frijoles. "Cuando comencé el negocio no había tantas celebraciones mexicanas, es de un tiempo para acá que ya son comunes en el barrio", dijo Aguilar.
Nixon, quien ha trabajado muy de cerca con la comunidad, explicó que para los mexicanos no fue solamente el viaje de cruzar la frontera, sino también el gran shock cultural de llegar a una ciudad completamente ajena.
"Fue llegar para sentirse prisionero por la barrera del idioma y el miedo por las leyes de inmigración. Y sin embargo los mexicanos están aportando mucho", agregó.
Y es que en pleno inicio del siglo XXI han traído consigo tradiciones mexicanas de hace muchísimo tiempo.
"La idea del negocio de nuestra tortillería surgió porque era tradición familiar de hace 50 años o más. Fue mi abuelo el que invirtió en él cuando todavía se producían con un molino moliendo el maíz", dijo Jonathan Rivera, de 24 años sobre su negocio familiar la 'Tortillería San Roman'.
En solo unos cuantos minutos entran al local varios compradores listos para pedir sus tortillas recién hechas y sus salsas para el taco.
"La máquina para producirlas viajó desde México. Las tortillas son una necesidad básica para el mexicano, y hasta los turistas las compran aunque no necesariamente sepan ni que son ni como comerlas", dijo Rivera.
El boom mexicano se ha hecho notar tanto que este año celebraran por primera vez su Festival de Independencia justo en el sur de la ciudad.
"Esto es un gran logro para los mexicanos. Me parece muy importante que compartamos nuestra cultura con el resto de la comunidad. Ojalá que este sea el primero de muchos", comentó Dalia O'Gourman, directora de Casa Monarca.
O'Gourman resaltó el aporte económico de los mexicanos y la energía vibrante que le han inyectado al Mercado Italiano. Lo que más le gusta de ser mexicana es poder compartir su cultura con otras y la personalidad cálida y alegre que los caracteriza.
Nixon agregó que en su opinión la mayor aportación de la comunidad es el trabajo arduo del mexicano. "No vienen a vivir de la asistencia pública sino del sudor de su frente, y como comunidad somos vibrante, joven y deseosa de ser miembros productivos de la comunidad de Filadelfia".
Porque como también comentó Corona, "los mexicanos no nos rajamos en ningún trabajo".
Algo en lo que otro compatriota también estuvo de acuerdo. "Somos parte del sistema y estamos aportando para ocupar un lugar. Yo tengo el honor de ser mexicano y creo que a mucha gente le gusta nuestro país. México no es un gobierno ni un sistema económico, es una familia y es cultura", concluyó Rivera desde el mostrador de su tortillería.
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